Dos
términos que a muchos os sonaran son aeróbico y anaeróbico, ya que se suelen
utilizar mucho, y dan origen a dos formas diferentes de entrenar, pero que a la
vez son complementarias. La diferencia entre ambos términos, es la forma en que
nuestro cuerpo obtiene la energía, con mayor o menor necesidad de oxígeno. En
el caso del entrenamiento aeróbico, tenemos una menor necesidad de oxígeno,
mientras que en el anaeróbico, necesitamos una mayor cantidad de oxígeno. Esta
necesidad de oxígeno, dependerá de si la intensidad del entrenamiento es mayor
o menor.
Debemos
tener en cuenta, que al empezar el entrenamiento siempre cubrimos nuestra
necesidad de oxígeno con la respiración, por lo que siempre será aeróbico. Si
durante el entrenamiento aumentamos la intensidad, tendremos una mayor
necesidad de oxígeno y el entrenamiento pasará a ser anaeróbico. Es por esto que
dentro de un entrenamiento, pueden tener cabida ambos, por lo que sería
correcto decir que un entrenamiento es predominantemente aeróbico o anaeróbico.
Hablando
en términos científicos, el cuerpo durante el ejercicio, para obtener energía, necesita descomponer el glucógeno y convertirlo en glucosa, si el cuerpo con la
respiración obtiene el oxígeno necesario para este proceso, estaremos
realizando un ejercicio aeróbico, si con la respiración, no obtenemos
suficiente oxígeno para realizar el proceso, estaremos realizando un ejercicio
anaeróbico.
En
el caso del entrenamiento aeróbico, el cuerpo utiliza eficientemente todo el
oxígeno y los músculos tienen suficiente oxígeno para producir la energía
necesaria, eliminando con el solo hecho de respirar los desechos que no
necesita. Por su parte, en el caso del entrenamiento anaeróbico, los músculos
no tienen el suficiente oxígeno para el proceso de crear energía, por lo que
producen cantidades excesivas de lactato que no pueden reconvertirse en
energía, ni se elimina con la respiración.
Como
corredores populares, todos perseguimos unas metas, y de cara a mejorar, o
simplemente, rendir mejor y conseguir esas metas, va a ser muy importante
diferenciar estos dos términos, y tenerlos en cuenta a la hora de hacer nuestro
plan de entrenamientos. Deberemos incluir siempre ambos tipos de entrenamiento,
con sesiones en los que predomine el ejercicio aeróbico, de manera que
aumentemos nuestra resistencia, o el anaeróbico, de manera que adaptemos
nuestro cuerpo a correr con déficit de oxígeno, alargando la aparición de la
fatiga.
También
deberemos tener en cuenta en nuestro plan de entrenamientos el tipo de carrera
a la que va dirigido el plan, ya que si vamos a preparar una carrera de corta
distancia, nos interesa que predomine el entrenamiento anaeróbico, mientras que
si preparamos un Maratón, interesa que predomine el aeróbico.
En
función de nuestra frecuencia cardiaca, los especialistas consideran:
- Ritmo
suave, entre el 55 y el 60% de nuestra frecuencia cardiaca.
- Ritmo
moderado, entre el 60 y el 75% de nuestra frecuencia cardiaca.
- Ritmo
fuerte, entre el 75 y el 85% de nuestra frecuencia cardiaca.
- Ejercicio
anaeróbico, por encima del 85% de nuestra frecuencia cardiaca.
Conocer
nuestra frecuencia cardiaca nos ayudará a poner en práctica los distintos tipos
de entrenamiento, realizándolo en un nivel adecuado que nos ayude a mejorar. En
un mismo entrenamiento podremos aumentar la intensidad pasando de aeróbico a
anaeróbico, aumentando la producción de lactato y consiguiendo mejorar nuestro
umbral de lactato, y también correr más rápido.
En
una carrera, sobre todo si se trata de carreras de fondo, es muy importante
diferenciar si lo estamos haciendo de manera aeróbica o anaeróbica, ya que
podemos pasar de gestionar todo nuestro potencial, a estar en un punto crítico.
En un Maratón, si al principio de la carrera empezamos a correr de forma
anaeróbica, nuestro cuerpo empezará a acumular lactato, se fatigará demasiado
pronto, quemará más energía y nuestro ritmo descenderá. Por lo que en una
carrera de fondo, debemos intentar no pasar demasiado pronto del umbral aeróbico
a correr de forma anaeróbica, para conservar el combustible tanto como nos sea
posible, y retrasar la sensación de fatiga.
En
lo que a la salud respecta, indicar que entrenar de forma aérobica de una
manera más o menos constante, nos ayudará a:
- Descender
la presión sanguínea.
- Disminuir
la grasa corporal, y perder peso.
- Disminuir
la tensión y estrés.
- Fortalecer
el corazón.
- Reducir
el colesterol malo, y mantener en niveles normales el bueno.
- Respirar
de forma más eficiente.
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