El domingo 27 de octubre, dos semanas después de haber corrido el Maratón de Chicago, participé en mi cuarto medio maratón del año. Tras los dos de Madrid, y el de Valladolid, era el turno de Valencia, donde iba con la idea de intentar bajar de 1h 40´, una idea que podía ser demasiado optimista teniendo en cuenta lo reciente que tenía el maratón, y los pocos entrenamientos que había hecho desde que corrí en Chicago.
La organización de la carrera bastante buena, feria del corredor con buen acceso, primero recogías en un stand el dorsal, y luego ibas a otro stand, y recogías la camiseta, que en esta ocasión era la que marcabas en la inscripción, sin posibilidad de cambio, y la bolsa del corredor, bastante variada y con muchos productos, a los que luego había que sumar la bolsa de mandarinas que te daban en la meta. Los avituallamientos también muy bien, muchos voluntarios atendiéndote, y una buena organización tanto en la salida como en la meta.
El recorrido de la carrera es bastante llano, con solo una subida, al inicio de la misma, al tener que pasar un puente. Un recorrido con largas rectas, anchas avenidas, pasando por los lugares más emblemáticos de la ciudad, y que como está basado en otras carreras que ya he hecho en Valencia, me resultaba bastante conocido. Como siempre con mucha animación, pero por el contrario, tenías muchas zonas sin apenas sombra, y eso en un día como el que salió, se echaba mucho en falta.
El día de la carrera se hizo el cambio de hora, por lo que amanecía más temprano, y aunque la carrera empezaba a las 9 de la mañana, eran las 10 del antiguo horario, lo que hizo que el calor ya se hiciese notar casi desde la salida, y no solo el calor, lo que también se notaba era la humedad.
Como os he indicado anteriormente, iba con la idea de intentar bajar de 1h 40´, pero en esta ocasión solo era una idea, no un objetivo que me “exigiese”, y esa idea se fue diluyendo según se acercaba la carrera. Por un lado, el sábado anduvimos bastante, estuvimos en el Parque Gulliver, un parque de toboganes tanto para niños como para adultos, donde no paramos ni el peque ni los papis, con lo que volvimos al hotel algo cansados. Y por otro, estaban las condiciones climatológicas, como os he comentado, calor y humedad.
La salida estaba dividida por cajones, en él mío me encontré con una compañera de Adidas Runners, ella está preparando el Maratón de Valencia e iba muy fuerte, en mi caso, yo le comenté la idea que tenía de llevar un ritmo de 4:45 min/km, pero que no estaba seguro si podría llevarlo a cabo, de hecho el ritmo del Garmin me lo había puesto para 4:50 min/km.
Salí junto a mi compañera, pero pronto la dejé ir, ella salió muy fuerte, y yo tras el maratón, no tenía la chispa suficiente como para seguirla, y prefería ir cogiendo ritmo, sin forzar. Aún así, la cantidad de gente que había en la salida, y la animación, hace que te motives, y aumentes el ritmo, dejándote llevar, haciendo el primer kilómetro en 4´49”, ritmo que incluso mejoré en el segundo kilómetro, que hice en 4´44”, aunque empeoré en el tercero, haciéndolo en 4´50”. A esas alturas de carrera, sin haber llegado aún al cuarto de hora, ya estaba empapado en sudor, y pasando bastante calor, y para empeorarlo, no había llevado pastillas de sales, por lo que en mi cabeza empezó a darle vueltas a lo malo que iba a ser a lo largo de la carrera la pérdida de sales por el sudor.
El paso por el PK5 fue en 23´57”, cuando en mi mente me había marcado pasar por ese kilómetro en 23´42”. No era mucho el desfase, era un tiempo factible de recuperar en lo que quedaba de carrera, pero no podía seguir perdiendo tiempo, si de verdad quería estar cerca de 1h40´en meta.
Las largas avenidas se sucedían, también la animación, y por supuesto los ánimos de mi mujer y el peque, que hacían que me motivase aún más, aunque por otro lado, el calor, la humedad y el ir notándome algo cargado, estaban en el otro lado de la balanza. Pasábamos por kilómetros sin zonas de sombras, y cuando llegaba a los avituallamientos, bebía algo de agua, y me echaba mucha por la cabeza, la nuca y las piernas, intentando refrescarme.
Por el PK10 pasé con un tiempo de 47´51”, la referencia que me había marcado para ese punto era de 47´24”, por lo que seguía cediendo tiempo respecto a la referencia, pero estaba a menos de 30” de mi objetivo, todavía lo tenía al alcance de la mano, si conseguía enganchar unos buenos kilómetros.
Pero el siguiente tramo fue un quiero y no puedo, y en lugar de enganchar unos buenos kilómetros, la balanza cayó del otro lado, y lo que hice fue enganchar un par de kilómetros, el doce y el trece, en los que bajé demasiado el ritmo, kilómetros que curiosamente coincidieron con una zona de sombra. Tal vez mis piernas me pedían que disfrutase de esa sombra, en lugar de seguir avanzando en busca de las zonas de sol.
Por el PK10 pasé con un tiempo de 47´51”, la referencia que me había marcado para ese punto era de 47´24”, por lo que seguía cediendo tiempo respecto a la referencia, pero estaba a menos de 30” de mi objetivo, todavía lo tenía al alcance de la mano, si conseguía enganchar unos buenos kilómetros.
Pero el siguiente tramo fue un quiero y no puedo, y en lugar de enganchar unos buenos kilómetros, la balanza cayó del otro lado, y lo que hice fue enganchar un par de kilómetros, el doce y el trece, en los que bajé demasiado el ritmo, kilómetros que curiosamente coincidieron con una zona de sombra. Tal vez mis piernas me pedían que disfrutase de esa sombra, en lugar de seguir avanzando en busca de las zonas de sol.
Tras un nuevo avituallamiento en el que de nuevo me eché más agua por el cuerpo de la que bebí, llegué al kilómetro 15, por el que pasé con un tiempo de 1h 12´18”, cuando mi referencia era de 1h 11´05”, ya llevaba perdido 1´13”, mucho de ese tiempo en los últimos cinco kilómetros. Ese fue el momento en el que decidí que no merecía la pena seguir forzando el ritmo, como presumía en la línea de salida, no era el día, demasiados factores en contra, como para intentar el asalto al sub 1h40´, así que desde ese momento, me dejé llevar por un ritmo más cómodo, con el que no sufriese, y con el que acabar la carrera.
Empezamos a recorrer el centro de Valencia, una zona bastante conocida, tanto de corredor, como de turista. En esa zona las calles se estrechan, hay algo más de curvas, y la animación es aún mayor. En ese momento ya iba disfrutando más de la carrera, aunque seguía con mucho calor, y completamente empapado por el sudor y el agua que me echaba encima en cada avituallamiento.
Tras ello encaramos una larga recta de dos kilómetros que te lleva hasta el kilómetro 20, por el que pasé en 1h 37´20”, con un ritmo de carrera de 4:52 min/km, habiendo hecho los últimos cinco kilómetros a un ritmo de 5 min/km, notándose en el crono la relajación que tuve desde el PK15.
En ese kilómetro 20, me encontré de nuevo el apoyo de mi mujer y del peque, una vez más se habían movido por el recorrido para verme en tres ocasiones, una sonrisa, gesto de que ya está acabado, y a seguir en dirección a la meta. En ese camino a la meta, en dirección contraria a los corredores venían miembros de la Cruz Roja, con una camilla, sin duda para atender a algún corredor, y es que el calor hizo mella, y según un artículo de prensa, hubo 187 atenciones médicas, siendo evacuadas nueve personas a centros hospitalarios, sobre todo por síncopes.
Al final crucé la meta en 1h 42´40”, a un ritmo de 4:52 min/km, y a pesar de estar “lejos” de la marca que había pensado, dadas las circunstancias estaba contento, había cruzado una nueva meta, la de mi vigésimo medio maratón.
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