El viernes por la noche volamos
hasta Berlín, llegando al destino sin más tiempo que para hacer el check-in, e
irnos a dormir. Para los pocos días que íbamos solo llevábamos equipaje de
mano, pero aunque hubiésemos facturado, cosa que sí haremos en el viaje a Nueva
York, hay una cosa que tengo muy clara, la ropa, accesorios y suplementación
que vaya a usar en el Maratón, viajan conmigo, sin facturar, que no es plan de llegar a
destino y que te pierdan la maleta.
El sábado por la mañana nos fuimos a la feria del corredor, como os podéis imaginar, la feria del corredor de un major es impresionante. Estaba situada en el aeropuerto de Tempelhof, una de las pocas instalaciones que aún quedan de la época nazi, ocupaba tres hangares, además de parte de las pistas exteriores, y estaba montada de tal forma, que hay dos zonas a las que solo podíamos acceder los corredores, la zona donde te ponían la pulsera que tienes que enseñar al día siguiente para acceder a la zona de salida del Maratón, y la zona de recogida de dorsales. Evidentemente, la zona de recogida de dorsales, estaba situada al final del último hangar, de manera que tenías que pasar junto a los stands de las distintas marcas que estaban en la feria. En esa zona te daban el dorsal, el chip, y la bolsa del corredor, que tenía un gel de ducha y un desodorante de Adidas, una barrita energética, una bolsa de copos de avena y publicidad. ¿Camiseta?, pues camiseta no había, si la querías tenías que adquirirla aparte por 30€, y además el chip no era gratuito, tenías que pagar 6€ por el alquiler, y si no lo devolvías, te cobraban 25€ más. Y eso que el dorsal costaba 110€, que por suerte me salió gratis, gracias al sorteo de Adidas Runners Madrid.
La noche del Maratón dormí muy bien, algo raro, ya que normalmente no suelo dormir bien la noche del Maratón, y suelo despertarme antes de que suene el despertador, pero en está ocasión no fue así, dormí hasta que sonó el despertador. El día anterior en un supermercado habíamos comprado para desayunar, no me quería arriesgar, y solo desayuné té y un par de plátanos.
Nos desplazamos hasta la línea
de salida en metro, ya os podéis imaginar que en el vagón se empezaba a vivir
el ambiente del Maratón, con tantos corredores y amigos y familiares acompañando.
Unas fotos en la Puerta de Brandenburgo, y me dirigí hacía la zona donde solo
tenían acceso los corredores, por lo que me despedí de mi mujer. Al contrario
de lo habitual, desde la zona de roperos, incluida, ya solo pueden acceder los corredores,
por lo que una vez pasé la zona de acceso todos éramos corredores o
voluntarios.
La organización te avisaba que
estuvieses en la zona una hora antes, y una vez te dispones a ir a tu cajón de
salida lo entendí, y es que tienes que caminar bastante hasta que por fin te encuentras
el acceso a tu cajón de salida, por suerte yo fui con tiempo y ese recorrido lo
hice tranquilo, pero si llegas a ir apurado de tiempo… no me lo quiero
imaginar.
En el cajón de salida,
aproveché que no conocía a nadie, para sentarme y relajarme, meditar sobre la
carrera, preparar el GPS, y poner el avisador de ritmo entre 5:25 min/km y 5:35
min/km, con ello optaba por ser conservador, renunciando a la idea de ir a buscar MMP, pero intentaría bajar de
las cuatro horas.
Una cosa buena que tiene Berlín
es que al ser 40.000 corredores, hacen diferentes salidas, los populares
salimos en tres olas, con un margen de 10 minutos entre ellas, y al ser una
avenida muy ancha, al contrario que en otras carreras, no tienes mucha
aglomeración, y es fácil coger ritmo, sin la molestia de tener que verte
frenado o esquivando a otros corredores.
Como os he comentado, decidí
ser conservador, llegué a Berlín con muchas dudas, no por el ritmo, sabía que
las piernas tenían ritmo para intentar hacer MMP, pero dudaba del fondo,
llegaba con 137 kilómetros menos que a Valencia, donde hice MMP, y eso son
muchos kilómetros, además de que las sensaciones en los entrenamientos con
calor no habían sido buenas. Así que casi desde el principio corrí frenado, ya
que las piernas pedían más ritmo, pero la cabeza me decía que no, que el
Maratón era muy largo, como para arriesgar.
En el primer punto de
referencia, en el kilómetro 5, el GPS me marcó 27´03”, a un ritmo de 5:25
min/km, sin embargo el PK5 estaba situado más delante de lo que me lo marcó el
GPS, y el paso fue de 27´30”, a un ritmo de 5:30 min/km. Ya llevaba un desfase
de 27”, pero como no buscaba marca, tampoco me importó.
La temperatura no era tan
fresca como esperaba, y además había sensación de humedad (ya me habían avisado
de ello), por lo que otra cosa que decidí, y que lleve a rajatabla, fue la de
hidratarme en todos los avituallamientos. La táctica en todos fue la misma, un
par de sorbos cortos, un poco de agua a la nuca, y otro poco que me echaba en
las piernas, para mantenerlas frescas.
Otra cosa que me habían
comentado, y que me di cuenta, es que muchas calles están asfaltadas con caída
de derecha a izquierda, no era una inclinación bestial, pero se notaba, y era
una sensación rara, incómoda, como si corrieses por la playa. Y otra cosa que
había leído, y que me di cuenta, es que el recorrido no es tan llano como lo venden, es un recorrido rápido, cómodo, pero con muchos falsos llanos, bien
de subida o de bajada. También es un recorrido con muchas zonas arboladas, lo
que se agradecía, porque el sol se dejaba notar mucho cuando ibas por zonas sin
sombra.
Para la suplementación de este
Maratón también innovaba, dejaba de lado los geles y optaba por las gominolas,
y a ello además le sumaba sales minerales, para evitar la deshidratación. Y en
torno a los 50 minutos, coincidiendo con un avituallamiento, ya que al igual
que los geles hay que tomarlas con agua, me tomé la primera de las tres
pastillas de sales que llevaba. Decir que tragarte una pastilla con agua a la
vez que corres es algo bastante incómodo.
El kilómetro 10, como era de
esperar, el GPS me lo marcó antes, 54´12”, a un ritmo de 5:25 min/km, es decir,
al ritmo más rápido que me había marcado en el GPS. El paso por el PK10 oficial
fue de 54´56”, a un ritmo de 5:30 min/km. Antes, en torno al kilómetro 8 se
encontraba mi mujer, animándome y como siempre dándome un subidón al verla.
Ya había hecho los 10 primeros
kilómetros, con buenas sensaciones, frenándome en muchas ocasiones, pero
consiguiendo mantener un ritmo de 5:25 min/km (según GPS), me encontraba
cómodo, e iba disfrutando mucho, y no solo centrado en la carrera, también
visualizando las zonas por las que pasábamos, y descubriendo más de la ciudad.
El recorrido seguía siendo
bastante cómodo para correr, hacía algo más de calor de lo esperado, pero en los
avituallamientos seguía refrescándome, y las zonas de árboles también ayudaban
mucho. Comentar que también es un Maratón con mucha animación, son 40.000
corredores, y eso supone también muchos acompañantes, a lo que hay que sumar la
gente que se acerca a animar sin tener conocidos corriendo, y los puntos de
animación, que eran de lo más variopintos, pero creo que a pesar de eso, se
queda un poco por detrás de lo que viví en Valencia.
Poco antes del kilómetro 15,
aproveché un avituallamiento para tomarme el primer lote de gominolas, en este
caso más cómodo que tragarme la pastilla de sal, ya que de una en una, las
mastiqué bastante bien, y me las tomé acompañadas de agua.
El kilómetro 15, según el GPS
lo pasé en 1h 21´00”, a un ritmo de 5:24 min/km, mientras que el paso oficial
por el PK15 fue de 1h 22´17”, a un ritmo de 5:29 min/km, lo que suponía que ese
intervalo de 5 km había sido más rápido que los anteriores, lo había hecho a un ritmo oficial de
5:28 min/km, de 5:22 min/km según GPS. A esas alturas de Maratón, ya llevaba un
desfase de 1´17” entre el GPS y el tiempo oficial.
Puedes leer la segunda parte aquí,
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