domingo, 23 de septiembre de 2018

Maratón de Berlín 2018 – Parte II

Puedes leer la parte I pinchando aquí. 

Es momento, antes de continuar, de felicitar a Eliud Kipchoge, que en Berlín pulverizo el récord de maratón, dejándolo en 2h 01´39”, bajando en 1´18” el anterior récord mundial. Sin duda algo increíble, un atleta fuera de lo normal, que ha corrido 11 maratones y ganado 10 de ellos. A título personal, puedo decir que corrí el mismo Maratón en el que se pulverizó el récord mundial.

Y ahora continuo. Aprovechando el avituallamiento que se encontraba un poco antes del kilómetro 20, me tomé la segunda pastilla de sal. Si la primera me costó tragarla, esta segunda fue peor, y necesité dar dos sorbos de agua para tragarla.



Llegamos a un punto en el que es imposible no tomar referencias, y evaluar la carrera, el punto del Medio Maratón, donde ya llevamos tanto camino recorrido, como el que queda por recorrer. El GPS, para variar, fue por delante de la marca oficial, 1h 54´08”, ritmo medio de carrera 5:25 min/km, seguía manteniéndome en el ritmo que me había marcado de salida. El PK21,095 oficial lo pasé en 1h 55´44”, a un ritmo de 5:29 min/km, lo cual me supuso una alegría, ya que aunque no iba pensando en marca, la idea de bajar de las cuatro horas si que era un reto que me había marcado, y con ese tiempo de paso por el medio maratón, me dejaba un margen de 2h 04´15”, lo cual me parecía un margen suficiente.

Poco después del paso por el medio maratón, una nueva inyección de adrenalina, de nuevo me encontraba con mi mujer entre el público, como es habitual es ella la que me ve a mí, me llama, y me pregunta que tal voy, y yo, pulgar hacia arriba le indico que me encuentro bien.

En el siguiente avituallamiento tocó tomarme las gominolas, de nuevo las fui masticando de una en una, y las tragué con agua, a la vez que me refrescaba la nuca y las piernas. No sé a partir de que avituallamiento fue, pero comentaros que en los avituallamientos empezaron a haber coches de bomberos y aspersores grandes echando agua, y yo, como el calor se empezaba a notar bastante, cada vez que me encontraba uno aprovechaba para mojarme.



Por el kilómetro 25, el GPS me marcó un tiempo de 2h 15´31”, manteniendo el ritmo de 5:25 min/km, siendo el paso oficial por el PK25 de 2h 17´19”, ritmo de carrera 5:30 min/km. Cada vez me acercaba más a la meta, mis piernas seguían respondiendo bien, y mi cabeza aún no me llenaba de dudas, pero también es cierto que ya no tenía que frenar tanto mi ritmo como en la primera parte de la carrera, lo cual era normal, ya llevaba bastantes kilómetros encima.

Mentalmente no llegaba bien al Maratón, como ya he indicado tenía muchas dudas, lo que hacía que fuese más negativo que positivo, respecto al Maratón, y además a nivel personal mi familia está atravesando un momento duro, y es que en junio a mi padre le diagnosticaron un cáncer, por lo que para mí, mentalmente fue muy difícil de gestionar el Maratón. Cada kilómetro recorrido, era un kilómetro menos para llegar a recorrer los 42.195 metros del Maratón, pero para mi cabeza era un kilómetro menos para que la falta de semanas del plan de entrenamiento se notasen, y me fallase el fondo.

Por el kilómetro 30, según el GPS pasé en 2h 43´09”, a un ritmo de 5:26 min/km, mientras que el tiempo oficial fue de 2h 45´26”, a un ritmo de 5:31 min/km, por lo que mi ritmo había bajado un poco, aunque realmente me seguía encontrando bien de piernas.



En el siguiente avituallamiento me tomé el tercer paquete de gominolas, y pasados unos cuatro kilómetros me tomé la tercera pastilla de sales. En ambas ocasiones al coger el vaso de agua, me eché un poco al lado para tomarme la suplementación más tranquilo, y es que la respiración ya no era tan acompasada, por lo que masticar, tragar y respirar se complicaba, y por ello decidí hacerlo más tranquilo. Llegaban los kilómetros más duros, de más dudas, donde mi cabeza me pedía andar, pero donde mis piernas seguían mandándome buenas sensaciones, momentos en los que me acordaba de la lucha de mi padre contra el cáncer, de sus interminables sesiones de quimio, momentos en los que su fuerza me ayudaba a dar una zancada más, a recorrer un kilómetro más, a acercarme a la meta.

Llegué al kilómetro 35 según mi GPS en 3h 11´37”, a un ritmo de 5:28 min/km, según el PK35 oficial el tiempo fue de 3h 13´54”, a un ritmo de carrera de 5:32 min/km, haciendo esos duros 5 kilómetros a un ritmo de 5:42 min/km.

Mi cabeza seguía siendo mi peor enemigo, seguía martilleándome con que me parase, pero mis piernas y el crono eran mis aliados, había bajado el ritmo, sí, era normal llevaba 35 kilómetros, pero seguía llevando un buen ritmo, había hecho sesiones de fondo a peor ritmo y sintiendo verdaderamente mal las piernas. Y para intentar evitar cualquier bajón, en el siguiente avituallamiento me tomé el cuarto paquete de gominolas, en este caso con cafeína, para el último empujón.



A pesar de mis aliados me resultó imposible ser positivo, luchar contra la mente cuando no llegas fuerte mentalmente, es difícil, y al final en el kilómetro 39 terminé saliéndome mentalmente de la carrera, al final cedí, y me puse a andar, pasando de hacer el kilómetro 38 en 5´42”, a hacer el 39 en 6´49”, sin duda un sinsentido, ya que el ritmo antes de andar seguía siendo más que aceptable. Por suerte, mientras que la cabeza me decía de andar, las piernas me pedían correr, y tras el grito de una mujer de “CAN´T STOP”, me puse de nuevo a correr.

En Postdamer Platz, me encontré a mi mujer, me fui hacia ella, le di un beso, y cuando me preguntó como estaba, le dije que fundido, pero que ya estaba hecho, lo cual era una realidad, ya que un poco más adelante el GPS me marcó el kilómetro 40 en 3h 41´18”, a un ritmo de 5:32 min/km, el PK40 oficial fue de 3h 44´21”, a un ritmo de 5:37 min/km, ya solo quedaban 2,195 metros.

La distancia que quedaba hasta la meta la salvé tranquilamente, bajé el ritmo (esos 2.195 metros los hice a un ritmo medio de 6 min/km), y me dediqué a disfrutar de lo que quedaba. Tras un giro a la izquierda me encontré con la majestuosa Puerta de Brandenburgo, la meta estaba situada unos cientos de metros más atrás, pero solo el verte ante ella, y sobre todo, pasar por debajo de ella ya significaba acabar el Maratón, y es que los metros que te separan de la Puerta de Brandenburgo a la meta son para saborear lo que acabas de conseguir, para aplaudir al público que hay allí, para levantar tres dedos de cada mano, uno por cada Maratón que he hecho, para tocarme el corazón y desear mucha fuerza a mi padre, para acordarme de mi mujer, y del peque, que en esta ocasión se había quedado en Madrid, y como no, para dar las gracias a mi ángel de la guarda particular, mi abuela.



El tiempo final del GPS fue de 3h 57´35”, con un recorrido de 42,640 km, a un ritmo de 5:34 min/km, mientras que el oficial, el que realmente vale fue de 3h 57´31” para hacer los 42,195 km, a un ritmo de 5:38 min/km, consiguiendo por tercera vez bajar de las cuatro horas, y cruzando por primera vez la meta de un Major.



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