miércoles, 26 de octubre de 2016

Lesiones: La luxación de hombro

Hoy voy a hablaros de una lesión que por desgracia estoy sufriendo en primera persona. Sin duda, no es una de las lesiones típicas de los corredores, pero eso no quiere decir que no nos pueda afectar, y es que nadie está a salvo de una caída, que es una de las causas más comunes en la luxación de hombro.



La articulación principal del hombro lo forman la cabeza del húmero y la escápula, la primera se introduce en la segunda a través de la cavidad glenoidea. Cuando la cabeza del húmero se sale de esta cavidad, es cuando se produce la luxación de hombro. El hombro es una de las articulaciones con mayor movilidad y una gran variedad de movimientos, y es por ello que es una de las articulaciones con mayor facilidad para sufrir luxaciones.



Las luxaciones de hombro se pueden producir de tres formas distintas, aunque solo una de ellas es la más habitual:

- Se puede producir por desgaste, es la forma menos habitual, y se produciría por la realización repetitiva de un movimiento, lo que produciría el desgaste de la cavidad glenoidea.
- Por mecanismo directo, también es poco habitual, se produce por golpe directo sobre la articulación, de manera que la cabeza del húmero se sale de la cavidad glenoidea. Suele pasar en accidentes de tráfico, en colisiones de jugadores o golpes directos contra el suelo.
- Por mecanismo indirecto, sin duda la más habitual. La cabeza del húmero se sale de la cavidad glenoidea tras una caída fuerte, en la que con el brazo estirado y separado del cuerpo, frenamos colocando las manos en el suelo. Básicamente, así se produjo mi lesión, con el añadido de que además mi brazo se encajó entre el suelo del  puente y la parte baja de la barandilla.

Al producirse la luxación de hombro, la articulación se deforma (en mi caso se me formó un bulto en la parte posterior del hombro), se produce un gran dolor que puede llevar incluso a la pérdida de conocimiento (yo no llegué a tanto, pero sí que era incapaz de dejar de gritar del dolor), y resulta imposible mover el brazo (yo no pude mover el brazo, por más que quería, hasta que me volvieron a colocar el hombro).

La luxación de hombro puede no venir sola, al tratarse de huesos que se desplazan de su posición habitual, se puede dar el caso de que se produzcan fracturas en el cuello del húmero o en la escápula. También puede afectar al nervio circunflejo, provocando perdida de la sensibilidad y de la movilidad del hombro. Y aunque no es muy habitual, se pueden producir lesiones vasculares, con vasos sanguíneos afectados. Por ello, es necesario realizar una radiografía de la zona afectada, así como otro tipo de exploraciones complementarias. 

Una vez reconocida la luxación, es importante colocar a la persona de tal manera que el hombro no soporte cargas ni esfuerzos, así se mitigará en gran medida el dolor (en mi caso me colocaron boca arriba), y lo más pronto posible, se debe reducir la luxación, es decir, encajar la cabeza del húmero en la cavidad glenoidea. Es importante dos cosas, la primera, que transcurra poco tiempo ya que cuanto más tiempo pase, más riesgo hay de que aparezcan contracturas musculares y más dolorosa será la reducción, y la segunda que sea realizado por personal médico con experiencia (yo tuve mucha suerte de que pasase una traumatóloga que me encajó el hombro, sin haber pasado ni cinco minutos desde la caída).

Después de la reducción habría que hacer una radiografía para garantizar que el hombro se ha colocado correctamente, y proceder a la inmovilización completa del brazo con un cabestrillo (a mi me han indicado dos semanas, aunque he llegado a leer artículos en los que se habla de tres y cuatro semanas). Durante la inmovilización es posible que la musculatura de la zona cervical y dorsal se cargue, por lo es recomendable realizar masajes para relajar estás zonas musculares.

La recuperación es muy importante en la luxación de hombro, para que se cure como es debido y, sobre todo, para reducir el riesgo de que se vuelva a producir, por lo que es primordial respetar los tiempos. Primero, se debe cumplir el plazo de inmovilización, posteriormente realizar la rehabilitación para recuperar todo el movimiento de la articulación y fortalecer el manguito rotador y los músculos de la escápula, para ello realizaremos en una primera fase movimientos suaves y progresivos, que empiecen a potenciar la musculatura del brazo, y por último, en la segunda fase de la rehabilitación realizaremos ejercicios más intensos para terminar de potenciar la musculatura y favorecer la estabilidad de la articulación. El tiempo estimado para que el hombro esté totalmente recuperado es de 45 días, así que yo que llevo 10 días y solo estoy en la fase de inmovilización, aún tengo mucho camino que recorrer.

Una vez superada la rehabilitación y recuperada la completa movilidad de la articulación, es importante hacer un trabajo preventivo, para ello será beneficioso realizar ejercicios de propiocepción para el hombro, y también será recomendable reforzar los músculos de la zona mediante flexiones y ejercicios con bandas elásticas.

El riesgo de recaída tras una luxación de hombro es menor con el paso del tiempo, ya que los tejidos regenerados se van haciendo más fuertes, y también es menor entre los mayores de 40 años, siendo superior entre los menores de 22 años.

En el caso de que la luxación de hombro se produzca con asiduidad, significará que se ha desarrollado un hombro inestable, y será necesario realizar una operación para volver a estabilizar la articulación.

Y para terminar, el mismo consejo de siempre ante una lesión, lo más importante es acudir a un especialista.

domingo, 23 de octubre de 2016

Corredores populares. Las historias de superación anónimas

Hace unos meses escribí la entrada Historias de superacion, en la que os contaba las historias de distintas personas, que debido a unos u otros inconvenientes o problemas, en principio, no estaban capacitadas para afrontar según qué determinados retos, y que gracias al afán de superación suyo o en algunos casos, de sus padres, habían logrado grandes retos.


Las historias de superación que os conté en su día son solo un ejemplo, seguro que cualquiera de vosotros buscando por la red podéis encontrar muchas más historias que pueden ser un claro ejemplo de lo que es la superación, y de lo que es capaz de hacer el ser humano si se lo propone, por sí mismo, o por amor hacía un hijo.

Pero hoy esta entrada va más dedicada a resaltar la historia de superación de cada uno de vosotros que me estáis leyendo, puede que para vosotros mismos vuestra historia no os parezca nada especial, puede que os parezca una más dentro de la comunidad de corredores populares (o aficionados al mountain bike, o al ciclismo de carretera o triatletas populares…), puede que os parezca que no merece la pena que otros hablen de ella, pero no os engañéis a vosotros mismos, no os infravaloréis, vuestra historia es una historia de superación, dentro de muchas, sí, pero hay muchos otros que ni siquiera hacen el intento y no entran dentro de las cientos de miles de historias de superación de corredores populares.

En cada uno de nosotros hay una historia de superación, que no por ser anónima es menos importante, y es que si nos ponemos a mirar atrás, a cuando decidimos dar esa primera zancada, fuese por el motivo que fuese, y miramos donde estamos ahora, seguro que la mayoría de nosotros nos encontramos en un punto en donde nunca hubiésemos pensado que íbamos a estar, y eso es gracias a nuestra propia historia de superación. En mi caso no me voy a ir tan lejos, hasta esa primera zancada, me basta con irme al 10 de noviembre de 2013, cuando hice mi primera carrera de 10 kilómetros en 54:29, fue en el Derbi de las Aficiones. Para mi ese día hacer 10 kilómetros era una gran reto, nunca había hecho tantos kilómetros, hoy, menos de tres años después he corrido dos maratones, y he llegado a hacer los 10 kilómetros en 47:44.

Para mí ha sido mi día a día, no le doy importancia, reconozco que me fijo y me emociono más con las historias de superación de otras personas, pero si me paro y hago ese viaje retrospectivo está claro que mi historia es una historia de superación, de sufrimiento, de fuerza de voluntad, en la que poco a poco he ido siendo más rápido y haciendo más distancia. Todos los que seguís el blog conocéis mi historia, casado y con un hijo, con trabajo y con una gran afición por correr, no es una historia extraordinaria, no es muy distinta de la mayoría de vosotros, pero es mi historia de superación, y como mi historia cientos, miles, y todas igual de importantes.

Cada día, gracias a las redes sociales, se pueden ver muchas de esas historias de superación anónimas, parejas con hijos que se turnan para salir a entrenar e incluso se turnan para ir a carreras populares, y que han llegado a hacer hasta un Maratón, personas que se pasan el día trabajando de pie y aun así, antes o después del trabajo, salen a correr, personas que ponen el despertador una hora o una hora y media antes de ir a trabajar para salir a entrenar, personas que salen de una jornada de trabajo interminable y que llegan a casa y se van a correr, o incluso los hay que llevan la ropa en el maletero del coche, personas que nunca se les hubiese pasado por la cabeza y que ahora buscan grupos de corredores para aprender más y mejorar.

Sin duda, en nuestras historias hay mucha fuerza de voluntad, y es que detrás de esa nueva mejor marca personal, o detrás de esa nueva distancia recorrida, hay mucha superación personal, hay una historia de superación, que aunque nosotros mismos no la sepamos valorar está ahí, y aunque siempre daremos con los típicos comentarios de “¿para qué corres tanto?”, o “correr es de cobardes”, o “estoy cansad@ de ver en facebook los kilómetros que hacen mis amig@s”, siempre habrá otros que nos siguen, que sí admiren nuestra historia de superación, y para los que en mayor o menor medida seamos un ejemplo a seguir.

Soy de los que piensa que primero debes quererte a ti mismo, y después a los demás (bueno eso hasta que tienes un hijo y te descuadra toda esa filosofía), en el caso de las historias de superación lo mismo, está muy bien que valoremos las historias de otras personas, pero sobre todo debemos valorar nuestra propia historia de superación, ya que aunque sea anónima, para cada uno de nosotros debe ser la más importante.

domingo, 16 de octubre de 2016

Adiós duathlón de Valdebebas

Como ya había comentado con anterioridad, la próxima prueba que iba a hacer era el duathlón de Valdebebas, por ello llevaba cuatro semanas entrenándome con vistas a esta prueba, tres días a la semana, haciendo sesión doble de bici y correr, sesión larga de correr y sesión larga de bici.


En el día de hoy me tocaba sesión larga de bici, y había decidido hacer el carril bici Mirasierra - Colmenar Viejo - Mirasierra, unos 55 kilómetros de recorrido. Una buena base para coger fondo, en una disciplina en la que aún sufro bastante.

Estaba pasando una bonita mañana de ruta en bici, con algunos tramos de subida algo más exigentes, y zonas en las que se podía llanear bastante bien, pero en el kilómetro 52, a poco más de tres kilómetros para acabar, he tenido una caída.

El carril bici va paralelo a la carretera Madrid - Colmenar, y en un punto determinado para salvar la carretera el carril bici es un puente, en ese tramo se hace más estrecho, además de tener dos curvas de 90º. En una de ellas me he encontrado con una señora mayor, un poco torpe con la bici, que ha tocado con su rueda delantera en la mía trasera, no he podido evitar no caerme, con la mala suerte de que el brazo derecho se me ha metido entre los barrotes del puente y se me ha salido el hombro. Creo que mi grito se ha escuchado en bastantes metros a la redonda. Por suerte una traumatóloga venía en bici, y me ha metido el hombro allí mismo.

Tras eso, visita al hospital, rayos X, gracias a los cuales han descartado que tuviese rotura, pero de lo que no me he librado es de un cabestrillo que me acompañará durante dos semanas, y de hacer reposo durante ese tiempo. Así que como el duathlón es el próximo 23 de octubre, no podré estar en la prueba.


En los tres años que llevo haciendo pruebas populares, es la primera vez que me pierdo una por lesión, la verdad es que ha sido un cúmulo de mala suerte, pero lo importante es que solo ha sido un susto, y que ya habrá otros duathlones en los que participar. Ahora lo importante es recuperarme, y en dos semanas empezar a dar guerra de nuevo.

miércoles, 12 de octubre de 2016

La importancia de las abdominales en los corredores

Con el tiempo, según te vas metiendo más en el mundillo del corredor, te vas dando cuenta que correr no es solo cuestión de tener buenas piernas, influyen muchas más cosas que te ayudan a mejorar y sobre todo, te ayudan a evitar lesiones, y a este respecto, los músculos del core en general (abdominales profundos, oblicuos y transversos, recto abdominal, lumbares, glúteos, músculos de las caderas,), y dentro de ellos, los abdominales en particular, van a tener mucha importancia para ganar velocidad, mejorar nuestro rendimiento en las cuestas, resistir mejor las tiradas largas, prevenir lesiones y dolores de espalda.

Imagen enbuscadenutricion.com
No debemos caer en el error de que los ejercicios de abdominales son exclusivos de las personas que quieren lucir la tableta de chocolate, no son solo un ejercicio para mejorar la estética, son importantes para todos los deportistas. Los corredores deberíamos de incluirlos en nuestra rutina de entrenamientos para de esta forma tener un vientre fortalecido, que sea capaz de soportar una importante carga de kilómetros.

Tenemos que tener en cuenta que nuestros abdominales ayudan a nuestra columna vertebral a dar estabilidad y mantener el equilibrio del cuerpo, por lo que unos abdominales fuertes ayudarán a estabilizar el tronco, y a que tengamos una correcta técnica de carrera. El hecho de ganar en estabilidad, por un lado hará que economicemos mejor nuestras fuerzas, ya que nuestras piernas no tendrán que trabajar para estabilizarnos, y por otro, evitará sobrecargas musculares, ya que otros grupos musculares no tendrán que trabajar para equilibrarnos. Evidentemente la mayor eficiencia en nuestra carrera, hace que mejore nuestro rendimiento, se reduzca el gasto de nuestras energías, y de esta forma, se retrase o disminuya la fatiga.

Ejercicio plancha frontal. Imagen bienestarfitness.com
El potenciar nuestros abdominales nos va a ayudar a evitar dolores de espalda, esta molestia, que es muy común entre los corredores, es debida a que tenemos débil la zona abdominal, mientras que por el contrario tenemos más desarrollada la zona lumbar, lo que conlleva a un desequilibrio muscular y esto deriva en dolores de espalda. Así mismo, unos abdominales fuertes van a conseguir una mejor absorción del impacto del pie con el suelo.

Aunque a muchos nos pueda parecer raro, tener unos abdominales fuertes nos va a ayudar a mejorar nuestra respiración, ya que al potenciar nuestros abdominales conseguimos expulsar todo el aire de nuestros pulmones, vaciándolos completamente, y dejando más espacio para el aire nuevo que entra.

Pero todos los beneficios mencionados anteriormente no serán tales, si no se realizan bien los ejercicios de abdominales, pudiendo incluso llegar a sufrir molestias en los lumbares, las cervicales o el psoas si no los hacemos correctamente.

Ejercicio plancha lateral. Imagen youtube.com
A la hora de ejecutar las abdominales debemos evitar los siguientes errores:

- Cuando un ejercicio implique que la espalda esté tocando el suelo, nunca debe arquearse a la altura de los lumbares. La espalda recta y en contacto con el suelo.
- Las piernas flexionadas, de esta forma no formamos el arco lumbar mencionado en el punto anterior, no forzamos a trabajar al psoas, y trabajaremos nuestros abdominales.
- Nunca despegues y vuelvas a tomar contacto con el suelo de forma brusca y rápida, ya que al hacerlo de esta forma nos ayudamos del impulso y no de los músculos para realizar los ejercicios.
- No cruces las manos por detrás de la nuca, de esta forma estamos forzando el cuello, las manos cerca de la cabeza o con los dedos ligeramente apoyados en ella, pero sin forzar al movimiento.
- Los pies apoyados en el suelo, pero nunca sujetos, de esta forma los abdominales trabajan, la espalda no sufre, y psoas no hace palanca para elevar el tronco.
- En los abdominales de repeticiones, el aire no se debe retener ni forzar su expulsión, se debe inspirar por la nariz en la relajación y expirar en el momento de la contracción.

Respecto a cuantos abdominales debemos hacer, hay que tener en cuenta que en los abdominales, la cantidad no es calidad, es mejor hacer series cortas de abdominales bien ejecutadas, que hacer quinientas repeticiones mal. Si las abdominales las hacemos bien, no es necesario más de cinco o diez minutos de ejercicios de abdominales en cada entrenamiento, bastaría con ejercitarnos en bloques de repeticiones o de tiempo, dejando descansar el músculo entre cada bloque y haciendo entre tres y seis repeticiones de cada bloque.

Ejercicio puente. Imagen play.google.com
En los abdominales, como en todo, hay diversas tendencias, por un lado tenemos los abdominales con repeticiones, es decir, los que hemos hecho desde pequeños, y ahora tenemos otra vertiente, que al parecer son más efectivos y mucho más recomendables, los isométricos. Dentro de los abdominales de repeticiones, pueden ser con las piernas dobladas y quietas, moviendo el tronco, o pueden ser manteniendo el tronco en continuo contacto con el suelo y realizando el ejercicio de repeticiones con las piernas. En los abdominales isométricos, se realiza fuerza muscular sin que haya movimiento, es decir, son contracciones manteniendo una postura específica, de esta manera el musculo está trabajando durante todo el ejercicio y aumenta la intensidad del mismo.

A la hora del cuándo es mejor hacer las abdominales nos volvemos a encontrar con varias vertientes. La primera indica que lo mejor es hacerlo después del ejercicio por que el músculo está caliente y hay menos riesgo de lesión, la segunda vertiente indica que lo ideal es hacer las abdominales antes de salir a correr, ya que así saldremos a correr con los músculos fortalecidos y ayudaremos con ello a nuestra postura y a nuestra técnica, y una tercera vertiente que indica que lo ideal es hacer unas series de abdominales suaves antes de salir a correr, y hacer unas series con más repeticiones una vez acabado el entrenamiento. En lo que sí coinciden las tres vertientes es que es mucho mejor hacer las series de abdominales todos los días que entrenemos.

Ejercicio supermán. Imagen runners.es
De todos los ejercicios de abdominales que nos podemos encontrar, podemos destacar la plancha frontal y la plancha lateral, con ellos fortaleceremos los abdominales oblicuos y transversos, consiguiendo que la zona central del tronco sea más fuerte y aumentando la eficacia al correr. También podemos destacar el puente y el supermán, que nos ayudaran a fortalecer la zona lumbar, los glúteos y los isquiotibiales, ayudando a fortalecer los músculos que aguantan y protegen la columna. 

domingo, 9 de octubre de 2016

Marathon Man UK, el ídolo caído

En la red te puedes encontrar muchas historias de esfuerzo y de sufrimiento que hacen que los protagonistas de esas historias se conviertan en el espejo de otras personas. Muchas de ellas nos muestran el afán de superación, el coraje y sobre todo, que todo se puede conseguir si no escatimas esfuerzos, pero hay otras que lamentablemente nos dan otra lección, nos muestran que muchas personas, creyéndose más listas, toman un atajo para llegar a sus retos. El problema de estas historias muchas veces es el ego, el conseguir estar en un punto en el que no te habías imaginado, y tener que recurrir a trampas o mentiras para poder mantener ese estatus logrado, o incluso mejorarlo.

Imagen: swlondoner.co.uk
Para muchos de nosotros Rob Young, un inglés de casi 34 años, cuyo apodo es Marathon Man UK, es un completo desconocido, pero para otros muchos se había convertido en una esperanza, un ejemplo a seguir por su poder de superación. El motivo de su fama es triple, por un lado están sus logros conseguidos en carreras de resistencia, por otro su simpatía y carisma, y por otro su infancia. Rob Young tuvo una infancia dura, en la que convivió con un padre abusivo, que le llegó a martillear un clavo en su pie, le tiró por las escaleras metido en una maleta, o le hizo testigo de cómo violaba a su hermana, o de las torturas a su madre o de la muerte de su perro. Con 8 años de edad ingresó en un orfanato, y a los 17 años ingresó en el Ejercito Inglés, y ahí comenzó su afición por el ciclismo y en especial por el running. En el año 2014 esa afición le llevó a dejar su trabajo para dedicarse a correr a tiempo completo, y también a dedicarse a dar charlas inspiradoras en colegios y a grupos de jóvenes, su infancia y su afán de superación era todo un ejemplo para esos jóvenes a los que daba sus charlas.

El apodo de Marathon Man UK se lo autoimpuso después de completar el equivalente a 476 maratones en 420 días, lo que supone que cada día corría una media de 47,83 kilómetros, aunque ni existen testigos, ni datos objetivos de esta proeza. Tampoco hay testigos ni datos objetivos de la proeza de no dormir durante 88 horas y 17 minutos y recorrer en ese tiempo 601,49 km. A pesar de ello, esos logros le convirtieron en un ídolo dentro de los maratonianos y ultrarunners  de su país, además de llamar la atención de varios médicos debido a su poderío físico y su destreza para correr maratones a diario.

Imagino que cuando ves tu cara en los periódicos de tu país, y eso viene acompañado de dinero, de un patrocinador e incluso la publicación de un libro, el ego se convierte en un mal compañero de viaje, e intentas un doble salto mortal sin red, y eso es lo que intentó Marathon Man UK, solo que utilizó la red, o dicho más claramente, hizo trampas. Trató de batir el record de la Trans América, una prueba que consiste en cruzar los EEUU de Oeste a Este, y para ello tendría que hacerlo en menos de 46 días, 8 horas y 36 minutos que era (y es) el record de Frank Giannino Jr. 

Imagen: marathonmanuk.co.uk
Para batir el record tenía que hacer una media de 96 kilómetros durante 46 días, lo cual posiblemente hubiese conseguido, si no llega a ser por una lesión, que tras más de 3.200 kilómetros recorridos y 34 días después de haber comenzado, le hizo retirarse. Pero, ¿realmente fue una lesión?, Rob Young no había medido bien su éxito ni que su fama entre los ultrarunners y la importancia de la prueba haría que muchas personas siguiesen su proeza, personas que pronto empezarían a sospechar de Rob, ya que en los primeros días de la prueba con frecuencia recorrió más de 112 kilómetros por día, e incluso había llevado ritmos de 4 minutos 20 segundos por kilómetro, y eso hizo que muchos sospechasen.

Tras esto, una noche un corredor de Kansas decidió unirse a Rob Young y hacer unos kilómetros con él, pero lo único que encontró fue el coche de apoyo que se movía lentamente, y ni rastro de Marathon Man UK. Posteriormente un grupo de ultrarunners decidieron verificar el ritmo de Rob Young en persona, fue durante los cinco días anteriores a su retirada, en ellos no presenciaron que se subiese al coche de apoyo, pero sí que su ritmo disminuyó mucho con respecto a los días que había ido sin supervisión.

El propio esponsor de Rob Young solicitó un informe a dos expertos independientes para sacar la verdad a luz, fuese la que fuese. Tras la investigación estos expertos realizaron un informe en el que indicaban que una vez estudiada la cadencia de los relojes GPS utilizados, no había duda de que durante varios tramos de la prueba había viajado sobre un vehículo. Esto confirmaba que Rob Young había hecho trampas, y supuso la retirada del patrocinio y del apoyo de los que poco tiempo antes le alababan, en definitiva, Marathón Man UK era un ídolo caído.

Este tipo de historias sin duda no son ningún ejemplo de ética y buena conducta, son un auténtico fraude, pero son historias que deben servir para enorgullecernos de nosotros mismos, y es que aunque no seamos capaces de correr 47,83 kilómetros a diario, ni siquiera acercarnos a esas cifras, lo que corremos lo hacemos con nuestro sudor y esfuerzo, sin ninguna trampa, y eso para mí es la mayor recompensa.

miércoles, 5 de octubre de 2016

El cuidado de nuestras zapatillas

Uno de los bienes más preciados que tenemos los corredores son las zapatillas, en mi caso, es con mucho, el material al que más dinero destino cada año, y es por ello que intento cuidarlas para alargar su vida lo máximo posible. Hay aspectos de las zapatillas sobre los que no podremos influir mucho, como es el desgaste de la suela por el uso y la acumulación de kilómetros, pero hay otros aspectos sobre los que si podemos actuar para alargar las propiedades de las zapatillas.


En los momentos del año en que nos encontramos es fácil qué, si corremos por parques o caminos de tierra, ésta esté muy seca y terminemos con las zapatillas llenas de polvo, en cambio, en épocas de más lluvia, esos caminos acaban encharcados, y es el barro el que se convierte en el gran enemigo de muestras zapatillas. Esto, junto con el sudor, va a afectar mucho a la transpirabilidad de nuestras zapatillas.

¿Qué hago yo para limpiarlas?, pues depende del estado y grado de suciedad que tengan. En el caso de que la suciedad sea leve, simplemente uso toallitas húmedas, para ser más concreto las de los bebes, casi sin frotar y en un par de pasadas las zapatillas vuelven a mostrar su mejor aspecto. Tras ello un enjuague en la ducha con agua fría o templada y a dejarlas secar.

Qué pasa si la suciedad ya no es tan leve, pues le quito los cordones y las plantillas y las meto en la lavadora. Noooooo, era broma, no penséis que estoy tan loco, por mucho que te pueda parecer la mejor opción, estarías cometiendo una atrocidad, las zapatillas nunca se pueden limpiar en la lavadora, ¿por qué?, pues muy simple, porque las zapatillas tienen distintos materiales que van pegados, y al meterlas en la lavadora podríamos hacer que esos materiales se despegasen, que la zapatilla se deforme y que los materiales pierdan sus propiedades. Vamos que las zapatillas podrían ir de la lavadora al cubo de la basura perfectamente.


Yo lo que hago es quitarles las plantillas y meto en un barreño tanto las zapatillas como las plantillas, lo lleno de agua fría o templada y, o bien las dejo un poco en remojo para que se reblandezca el barro, o bien directamente paso a limpiarlas si la capa de suciedad es solo polvo, o las esté limpiando porque lleve tiempo sin hacerlo. Llegados a este punto hay gente que usa jabón neutro y un cepillo de cerdas suaves para limpiarlas, yo no uso ningún tipo de jabón o detergente, ni para las plantillas, ni para las zapatillas, simplemente las froto con un cepillo, y tras ello las paso a la ducha, para aclararlas, y dejarlas secar.

Ya que hemos hablado de dejarlas secar, ¿cuál es la mejor forma para secarlas?, pues lo primero descarta estas tres opciones, que son el secador de pelo, ponerlas sobre el radiador en invierno, o sacarlas a la terraza a que les dé el sol en verano. Ninguna de esas tres opciones son válidas, y es qué al igual que pasa si las metes en la lavadora, es muy posible que tus zapatillas terminen deformándose y perdiendo cualidades.

Entonces, ¿qué hacemos?, primero, escurrirlas bien, sin estrujarlas, para quitar la mayor cantidad de agua, y después, de nuevo hay varias opciones, hay quién les mete papel de periódico para que se sequen más rápido, yo simplemente las pongo a secar en la terraza, en una zona en la que el sol nunca les dé de lleno.

¿Qué hacéis si no usáis vuestras zapatillas, bien por descanso o una lesión?, en mi caso tengo dos pares de zapatillas, unas que uso en tiradas largas y carreras como el Medio Maratón, o el Maratón, y otras que uso para tiradas cortas y carreras de 10 kilómetros. Cuando compras unas zapatillas suelen venir con un cartón o plástico con la forma de la puntera, que usan para que no se deformen las zapatillas antes de ser vendidas, pues yo lo que hago es no tirar ese cartón o plástico, y cuando no uso las zapatillas se lo pongo para que no se deformen, y las guardo en el armario.

Varias cosas más que hago para cuidar las zapatillas, aunque reconozco que alguna de ellas puede más llegar a ser una manía, son:

1.- Nunca voy a las carreras con las zapatillas de correr puestas, las llevo en la mochila y me las pongo cuando voy a correr, y me las quito al terminar. El motivo es muy sencillo, cuando andamos no pisamos igual que cuando corremos, yo por ejemplo andando soy pronador y corriendo corrijo y soy neutro, por lo tanto el desgaste de la suela no será el mismo si las uso para andar que si las uso para correr.

2.- Una vez termino de correr me desato los cordones, así que hago el enfriamiento y el estiramiento con los cordones desatados, primero por comodidad, ya que el pie tras correr está más hinchado y la zapatilla aprieta más, y segundo para intentar que la zona de los agujeros de los cordones no se dé de si, perdiendo su eficacia. A este respecto, también indicaros que nunca me quito la zapatilla sin desatar, ya estropeé unas zapatillas por hacer eso, y he aprendido la lección.

3.- Y por último, si después de correr entro al gimnasio a hacer ejercicios de fortalecimiento me cambio de zapatilla, no uso las zapatillas de correr para hacer los ejercicios del gimnasio, aunque bueno, esto no es del todo cierto, si uso zapatillas de correr para el gimnasio, pero zapatillas que por su uso, por su kilometraje, ya las he retirado del running, pero que todavía se les puede dar un uso en otro sentido.

Estas son algunas de las cosas que yo hago para cuidar e intentar alargar la vida de mis zapatillas, ¿qué añadiríais vosotros?

domingo, 2 de octubre de 2016

Soy uno de esos locos que corren

Son muchas las ocasiones en las que he escuchado o leído la frase "esos locos que corren", y es que vivimos en una sociedad en la que en cuanto alguien se sale de la norma, o es un rarito, o es un loco. Son muchos los que hacen monólogos o dan su toque de humor con frases sobre los locos de running, o los hay que nos llaman imbéciles, como ya comenté en la entrada Si yo soy imbécil por correr, ¿usted qué es?. Por mi parte debo reconocer que cuanto más tiempo pasa, más orgulloso estoy de estar en ese club de locos que corren.


Imagen ironkai.wordpress.com
Ya lo he contado en otras ocasiones, yo empecé a correr para desestresarme, era eso o comprarme un saco de boxeo con la cara de mi jefe, y como no soy una persona violenta, opté por la opción menos agresiva. Desde entonces me he dado cuenta que los locos no estamos bien vistos, en mi caso intento salir a correr por zonas poco transitadas tanto por coches como por peatones, pero aun así siempre tienes algún contratiempo, corres por un parque y te topas con un perro suelto que se te abalanza y su dueño en vez de pedirte perdón te dice “las nueve de la noche no es hora de correr”, una mujer que pasea al perro con una correa de tres metros ocupando toda la acera y te dice “por la acera no se corre, vete a un parque”, un grupo de tres peatones hablando en paralelo que cuando te cruzas con ellos no hacen nada para dejarte pasar obligándote a bajar a la calzada, coches que aceleran para no dejarte pasar por el paso de peatones y cuyo conductor, a pesar de no tener razón, te insulta, o personas, en general mayores, que se quejan al paso de una carrera de que se corte la calle un domingo a las nueve de la mañana. Como esas muchas más, e imagino que cada uno de los que me leéis podríais añadir unas cuantas.

Lo bonito de este club de locos es la variedad, es un club sin límite de edad, sin discriminación por sexo, raza o religión, todos tenemos en común la misma locura, pero con síntomas diferentes, y es que te puedes encontrar locos que disfrutan corriendo a primeras horas de la mañana, o los que se lanzan a la calle a última hora del día, los hay que no salen a correr sin música y los que prefieren la paz del silencio, a unos les gusta la lluvia, y a otros el viento, unos prefieren correr con calor y otros prefieren el frío, unos practican el barefoot y otros llevan el último modelo de zapatillas, los hay que llevan la equipación completa del runner y los que salen a correr con lo primero que pillan por casa, los hay que adoran la montaña, y otros que son más de ciudad, unos corren cinco kilómetros y otros hacen ultras, pero al final, todos ellos formamos ese club de locos que corren.


La locura del corredor, es una locura sana, sin competitividad hacia otros, y eso es lo que menos entienden los cuerdos. La competencia es contigo mismo, con tus límites, con tus retos, no se trata de ganar a nadie, y eso, los cuerdos no lo entienden, la sociedad desde pequeños nos dice que o eres ganador o eres perdedor, siempre hay que ganar, todo es una competencia, por eso nos llaman locos, porque no entienden que nos apuntemos a las carreras sin la ambición de ganarla, porque no entienden que nos sintamos plenos con nuestra medalla de finisher al cuello, que nos hagamos esa foto para el recuerdo mordiendo la medalla como si fuésemos Rafa Nadal. Los cuerdos eso no lo entienden, ellos solo piensan que es una medalla que se la dan a cualquiera que acabe la carrera, y que la verdadera medalla, la que realmente vale es la del ganador, los cuerdos nunca entenderán hechos como el que vimos en la carrera Madrid corre por Madrid 2016, donde el ganador esperó a que llegase el último corredor para regalarle su trofeo. Los cuerdos no entienden eso, no se dan cuenta que lo bonito es competir contigo mismo, de demostrarte que puedes superar unos límites que creías inalcanzables, de ver que la distancia a la que tanto temías la has conquistado, es tu triunfo, no has ganado la carrera, pero sí has ganado a la carrera.

En mi caso esta locura me ha llevado a disfrutar como cuando era un niño pequeño y preparaba la ropa para el partido de fútbol del día siguiente, ahora disfruto del hecho de ir a recoger el dorsal, de llegar a casa y preparar la ropa que usaré en la carrera. De pequeño llegaba al campo, y ya con los nervios a flor de piel me cambiaba y calentaba, y esos nervios me acompañaban hasta el pitido inicial, ahora a mis cuarenta y tres años me pongo nervioso como cuando era un niño, llego al lugar de inicio de la carrera, me cambio, caliento, me coloco y espero a que den el pistoletazo de salida para perder mis nervios con las primeras zancadas. Y ¿qué decir de la sensación cuando cruzas la meta?, de pequeño esa sensación era la del final del partido, pero claro eso solo se daba cuando ganabas, si perdías… ahora no, ahora cada meta cruzada es un logro, es un triunfo, da igual la distancia de la carrera, da igual el tiempo hecho, somos unos locos que disfrutamos del simple hecho de cruzar la meta, en ese momento de nuevo los síntomas de la locura son muy dispares, puedes ver como unos levantan los brazos, otros miran al cielo, otros se abrazan a su compañero, pero todos disfrutamos de ese momento, estamos rodeados de otros corredores, pero en ese momento estamos solos, en muchos casos, disfrutando como cuando éramos niños, y eso los cuerdos no lo entienden.


Somos un club de locos porque acudimos a quedadas para correr con otros locos que hemos conocido por las redes sociales, somos locos porque hacemos viajes para participar en carreras, y en ese punto me considero uno de los más locos por irme hasta San Francisco para participar en un Maratón. Somos locos porque después de una dura jornada de trabajo llegamos a casa y en lugar de tirarnos en el sofá, nos ponemos las zapatillas y salimos a correr, somos locos porque después de toda la semana madrugando para ir a trabajar, el domingo madrugamos aún más para ir a una carrera, somos locos porque disfrutamos corriendo solos, pensando, meditando o simplemente corriendo con la mente en blanco. Somos locos porque hacemos ejercicio, pero después no despreciamos una cerveza o una hamburguesa.

Nuestra locura llega hasta tal punto, que una vez cruzada la línea de meta, aún cansado por el esfuerzo, ya estamos pensando en cual será nuestra próxima carrera, nuestro próximo objetivo, y apenas unas horas después ya estamos apuntados a la siguiente carrera, porque los cuerdos no lo entienden, pero es una locura que nos hace sentir vivos.


Todos seguro que conocemos a muchos que se creían cuerdos, que hablaban de los locos que corren, que no entendían porque corrían, que incluso se atrevían a criticarnos, hasta que un día, por cualquier motivo, probaron a correr y se contagiaron de esta locura.

La verdad, es que si lo meditamos bien, es muy probable que sí, que seamos unos locos que corren, pero sobre ello solo puedo decir que ¡bendita locura!

* Esta entrada está basada en el poema de Marciano Durán “Esos locos que corren”, aquí os dejo el vídeo con la narración, es largo, pero merece la pena escucharlo y sentirte identificado.