domingo, 2 de octubre de 2016

Soy uno de esos locos que corren

Son muchas las ocasiones en las que he escuchado o leído la frase "esos locos que corren", y es que vivimos en una sociedad en la que en cuanto alguien se sale de la norma, o es un rarito, o es un loco. Son muchos los que hacen monólogos o dan su toque de humor con frases sobre los locos de running, o los hay que nos llaman imbéciles, como ya comenté en la entrada Si yo soy imbécil por correr, ¿usted qué es?. Por mi parte debo reconocer que cuanto más tiempo pasa, más orgulloso estoy de estar en ese club de locos que corren.


Imagen ironkai.wordpress.com
Ya lo he contado en otras ocasiones, yo empecé a correr para desestresarme, era eso o comprarme un saco de boxeo con la cara de mi jefe, y como no soy una persona violenta, opté por la opción menos agresiva. Desde entonces me he dado cuenta que los locos no estamos bien vistos, en mi caso intento salir a correr por zonas poco transitadas tanto por coches como por peatones, pero aun así siempre tienes algún contratiempo, corres por un parque y te topas con un perro suelto que se te abalanza y su dueño en vez de pedirte perdón te dice “las nueve de la noche no es hora de correr”, una mujer que pasea al perro con una correa de tres metros ocupando toda la acera y te dice “por la acera no se corre, vete a un parque”, un grupo de tres peatones hablando en paralelo que cuando te cruzas con ellos no hacen nada para dejarte pasar obligándote a bajar a la calzada, coches que aceleran para no dejarte pasar por el paso de peatones y cuyo conductor, a pesar de no tener razón, te insulta, o personas, en general mayores, que se quejan al paso de una carrera de que se corte la calle un domingo a las nueve de la mañana. Como esas muchas más, e imagino que cada uno de los que me leéis podríais añadir unas cuantas.

Lo bonito de este club de locos es la variedad, es un club sin límite de edad, sin discriminación por sexo, raza o religión, todos tenemos en común la misma locura, pero con síntomas diferentes, y es que te puedes encontrar locos que disfrutan corriendo a primeras horas de la mañana, o los que se lanzan a la calle a última hora del día, los hay que no salen a correr sin música y los que prefieren la paz del silencio, a unos les gusta la lluvia, y a otros el viento, unos prefieren correr con calor y otros prefieren el frío, unos practican el barefoot y otros llevan el último modelo de zapatillas, los hay que llevan la equipación completa del runner y los que salen a correr con lo primero que pillan por casa, los hay que adoran la montaña, y otros que son más de ciudad, unos corren cinco kilómetros y otros hacen ultras, pero al final, todos ellos formamos ese club de locos que corren.


La locura del corredor, es una locura sana, sin competitividad hacia otros, y eso es lo que menos entienden los cuerdos. La competencia es contigo mismo, con tus límites, con tus retos, no se trata de ganar a nadie, y eso, los cuerdos no lo entienden, la sociedad desde pequeños nos dice que o eres ganador o eres perdedor, siempre hay que ganar, todo es una competencia, por eso nos llaman locos, porque no entienden que nos apuntemos a las carreras sin la ambición de ganarla, porque no entienden que nos sintamos plenos con nuestra medalla de finisher al cuello, que nos hagamos esa foto para el recuerdo mordiendo la medalla como si fuésemos Rafa Nadal. Los cuerdos eso no lo entienden, ellos solo piensan que es una medalla que se la dan a cualquiera que acabe la carrera, y que la verdadera medalla, la que realmente vale es la del ganador, los cuerdos nunca entenderán hechos como el que vimos en la carrera Madrid corre por Madrid 2016, donde el ganador esperó a que llegase el último corredor para regalarle su trofeo. Los cuerdos no entienden eso, no se dan cuenta que lo bonito es competir contigo mismo, de demostrarte que puedes superar unos límites que creías inalcanzables, de ver que la distancia a la que tanto temías la has conquistado, es tu triunfo, no has ganado la carrera, pero sí has ganado a la carrera.

En mi caso esta locura me ha llevado a disfrutar como cuando era un niño pequeño y preparaba la ropa para el partido de fútbol del día siguiente, ahora disfruto del hecho de ir a recoger el dorsal, de llegar a casa y preparar la ropa que usaré en la carrera. De pequeño llegaba al campo, y ya con los nervios a flor de piel me cambiaba y calentaba, y esos nervios me acompañaban hasta el pitido inicial, ahora a mis cuarenta y tres años me pongo nervioso como cuando era un niño, llego al lugar de inicio de la carrera, me cambio, caliento, me coloco y espero a que den el pistoletazo de salida para perder mis nervios con las primeras zancadas. Y ¿qué decir de la sensación cuando cruzas la meta?, de pequeño esa sensación era la del final del partido, pero claro eso solo se daba cuando ganabas, si perdías… ahora no, ahora cada meta cruzada es un logro, es un triunfo, da igual la distancia de la carrera, da igual el tiempo hecho, somos unos locos que disfrutamos del simple hecho de cruzar la meta, en ese momento de nuevo los síntomas de la locura son muy dispares, puedes ver como unos levantan los brazos, otros miran al cielo, otros se abrazan a su compañero, pero todos disfrutamos de ese momento, estamos rodeados de otros corredores, pero en ese momento estamos solos, en muchos casos, disfrutando como cuando éramos niños, y eso los cuerdos no lo entienden.


Somos un club de locos porque acudimos a quedadas para correr con otros locos que hemos conocido por las redes sociales, somos locos porque hacemos viajes para participar en carreras, y en ese punto me considero uno de los más locos por irme hasta San Francisco para participar en un Maratón. Somos locos porque después de una dura jornada de trabajo llegamos a casa y en lugar de tirarnos en el sofá, nos ponemos las zapatillas y salimos a correr, somos locos porque después de toda la semana madrugando para ir a trabajar, el domingo madrugamos aún más para ir a una carrera, somos locos porque disfrutamos corriendo solos, pensando, meditando o simplemente corriendo con la mente en blanco. Somos locos porque hacemos ejercicio, pero después no despreciamos una cerveza o una hamburguesa.

Nuestra locura llega hasta tal punto, que una vez cruzada la línea de meta, aún cansado por el esfuerzo, ya estamos pensando en cual será nuestra próxima carrera, nuestro próximo objetivo, y apenas unas horas después ya estamos apuntados a la siguiente carrera, porque los cuerdos no lo entienden, pero es una locura que nos hace sentir vivos.


Todos seguro que conocemos a muchos que se creían cuerdos, que hablaban de los locos que corren, que no entendían porque corrían, que incluso se atrevían a criticarnos, hasta que un día, por cualquier motivo, probaron a correr y se contagiaron de esta locura.

La verdad, es que si lo meditamos bien, es muy probable que sí, que seamos unos locos que corren, pero sobre ello solo puedo decir que ¡bendita locura!

* Esta entrada está basada en el poema de Marciano Durán “Esos locos que corren”, aquí os dejo el vídeo con la narración, es largo, pero merece la pena escucharlo y sentirte identificado.


4 comentarios:

  1. ¡Grandísima entrada Manu!

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    1. Muchísimas gracias Javier. ¡Seguro que te sientes identificado!

      Un saludo.

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  2. !!!Estamos todos Locos!!!
    agradable lectura con una sonrisa en la boca.
    un saludo

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    1. Muchas gracias Roberto, me alegro que te haya gustado y que haya puesto una sonrisa en tu boca.

      Que bueno estar tan locos.

      Saludos.

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