jueves, 29 de noviembre de 2018

XXXIV Medio Maratón de Córdoba

El pasado domingo participé en el Medio Maratón de Córdoba, carrera que, inicialmente, no entraba en mis planes, pero que corrí gracias a que me tocó un dorsal EDP Maratones, y este año han sido tres las carreras que he hecho gracias a ellos, ya que también me tocó el dorsal para el Medio Maratón de Pamplona, y para el EDP Medio Maratón de Madrid. Así que tocó desplazarme hasta Córdoba, donde ya corrí el año 2015, y no en mis mejores condiciones físicas. 

 
Respecto a la retirada del dorsal, no ha habido muchos cambios en estos años, salvo que en la anterior ocasión regalaban camiseta y pantalón, y este año solo era camiseta. El resto igual, se retira el dorsal en el pabellón de Vista Alegre, un stand para el dorsal, otro para la bolsa del corredor, que trae la camiseta con la talla que has seleccionado en la inscripción, publicidad y, de nuevo, la medalla, de verdad no entiendo el sentido de que te den la medalla con la bolsa del corredor, antes de hacer la carrera y cruzar la meta, de las carreras que he hecho que den medalla, es en la única que lo he visto. El dorsal como en la anterior ocasión traía un vale para un bocadillo, una cerveza, y la cena de la pasta. 

Respecto al recorrido del medio maratón, es una pena que en una ciudad como Córdoba no se pueda correr por su casco antiguo, como pasa en Ávila, Segovia o Salamanca, pero también es entendible, ya que la zona antigua, y más bonita de Córdoba está formada por calles estrechas, por las que sería imposible que entrase la carrera. Aún así, el final es de los más bonitos, ya que atraviesas el puente romano, por encima del río Guadalquivir, y siendo el arco de meta, la Puerta del Puente. También hay una zona bonita, cuando pasas por la plaza de Las Tendillas, que es en torno al kilómetro 11 y 12. 

 
Hace tres años, cuando corrí esta carrera, llegué a la línea de salida mal, ya que había pasado por un proceso gripal, que me dejó muy condicionado para enfrentarme al medio maratón, de hecho estuve a punto de no tomar la salida. En esta ocasión llegaba bien, cargado de piernas por los kilómetros acumulados a lo largo del año, y sobre todo tras los dos maratones hechos en apenas mes y medio, pero bien de salud y con ganas de sacarme la espinita del 2015, que me fui a 1h 54´39”, así que fui con la idea de bajar de 1h 45´, y si podía acercarme a mi mejor marca en medio maratón, pero… 

Le tengo mucho cariño a Córdoba, y es que nací a 45 kilómetros, por lo que correr allí me hace una ilusión especial, pero parece que no puedo tener una carrera tranquila allí, y es que este año Córdoba nos recibió con un sol espléndido, casi sin nubes, pero el sábado por la noche empezó a llover, y eso es lo que tuvimos en la carrera, lluvia antes, durante y después. Apenas 3 o 4 kilómetros sin lluvia, hicimos a lo largo del recorrido, y en ocasiones una lluvia torrencial que parecía que estabas debajo de la ducha. Por suerte, no hacía frío ni viento, sino, hubiese sido un calvario. 

En esta carrera coincidía con varios compañeros de entrenamiento de Adidas Runners Madrid, pero el clima hizo imposible que nos viésemos antes de la carrera, aunque nos encontramos en el cajón de salida, (no todos), y pudimos hacernos una foto. 


Lo de los cajones de salida, de risa, se supone que eran cajones por tiempos, pero como no había nadie controlando, era entrada libre, y claro… te encuentras lo de siempre, gente fuera de ritmo, y si a eso le sumas, que yo iba con mi mujer y el peque, y por resguardarnos un poco más, y que apuré el entrar al cajón pues te pasa que empiezas atrás y fuera de tu ritmo. 

Al hecho de salir retrasado, y con corredores con peor ritmo, tuve que sumarle que, por la lluvia, los laterales estaban en muchas zonas encharcadas, y eso hacía que fuésemos muy agrupados sin apenas espacio para poder adelantar, sin riesgo de acabar en el suelo, así que decidí tomármelo con calma, e ir al ritmo que me impusieran los corredores que había delante de mí. Para que os hagáis una idea el kilómetro 1 lo hice en 5´38”, y en ese momento pasé a dos chicas, que comentaban que habían hecho el kilómetro en 7´09”, y que iban bien, al ritmo planeado!!. Si vas a hacer la carrera a 7 min/km, ¿qué haces en el cajón de los que vamos entre 1h 40´y 1h 50´? 

Ese ritmo por debajo de lo que tenía pensado, también lo mantuve los dos siguientes kilómetros 5´27” el kilómetro 2, y 5´11” el kilómetro 3, momento en el que pasamos por una zona más amplía y pude poner otro ritmo, lo cual se notó en el crono, ya que el kilómetro 4 lo hice en 4´59”. Cerca del kilómetro 5 vi un globo, me ilusioné pensando que sería el globo de 1h 50´, pero para mi sorpresa, se trataba del globo de las 2 horas, con ello os podéis hacer una idea de lo retrasado que salí.
El kilómetro 5 lo hice en 5´03”, pasando por el PK5 con un tiempo de 26´18”, a un ritmo de 5:16 min/km. Los primeros kilómetros a ritmo más lento habían marcado el ritmo de ese primer parcial de 5, y además estaba haciendo que me costase coger el ritmo que quería. 


Los siguientes kilómetros transcurrieron sin que consiguiese coger el ritmo deseado, y siempre bajo una lluvia constante, que hacía que todos fuésemos calados hasta los huesos, y no solo nosotros, también el público que había animando, lo cual teniendo en cuenta la climatología era de agradecer, porque el día invitaba a estar en casa o en un bar a refugio, y no animando a los locos que estábamos corriendo. 

En el kilómetro 10 volví a comprobar el crono, se notaba que empezaba a hacer kilómetros en torno a los 5 min/km, por lo que el ritmo pasó de 5:16 min/km a 5:10 min/km, pasando por el PK10 en un tiempo de 51´40”, aún así, lento para lo que yo quería.

Pasado el kilómetro 10 estaba el segundo avituallamiento, y aquí hubo un fallo tremendo de la organización, cuando yo pasé ya no había agua en ese avituallamiento, de verdad, ¿cómo puedes fallar en algo tan importante y tan fácil de calcular? 

Tras eso entrabamos en otra zona bonita, y en la que había bastante gente animando, ya que encarábamos la plaza de Las Tendillas, el público se situaba a ambos lados de la calle, y se hacía más ameno correr, pero eso sí, con cuidado, que dejábamos atrás el asfalto, para entrar en una zona peatonal, donde el adoquinado era peligroso, y en el que hubo alguna que otra caída, que por suerte yo libré. En esa zona, se encontraba mi mujer con el niño, como siempre, momento subidón de adrenalina. 

Después de esa zona con público salíamos a una zona más desangelada, con menos público, y además tuvimos momentos de tregua, sin lluvia, lo que pasa que tampoco hacía una temperatura como para secarte, por lo que la verdad es que resultaba bastante incómodo correr con la ropa mojada, los pantalones se pegaban a la piernas, y casi no sabías que era mejor si la lluvia o correr sin lluvia, pero totalmente empapado. 

En el siguiente avituallamiento, en el kilómetro 15, la logística la habían calculado bien, y no hubo problemas para coger una botella de agua, que a pesar del agua que llevábamos encima, se agradecía, ya que el avituallamiento del 5 me lo salté, y en el 10 no había botellas. Por el PK15 pasé con un tiempo de 1h 17´04”, a un ritmo de 5:08 min/km. 

Dicen que después de la tempestad viene la calma, pero en este caso fue al revés, y es que tras varios kilómetros sin lluvia, de nuevo empezó a llover, y está vez con más fuerza de lo que lo había hecho con anterioridad, como si hubiesen abierto la ducha, el asfalto ya tenía una capa de agua, daba igual por donde pisases, y tal vez motivado por eso, por primera vez en toda la carrera enlacé tres kilómetros por debajo de 5 min/km, el 19, 20 y 21, que los hice en 4´52”, 4´42” y 4´57”. En el kilómetro 19 volvimos a pasar por la zona de la línea de salida, y allí estaba de nuevo mi mujer y el peque animando, lo que supuso el impulso definitivo para seguir apretando el ritmo. 

Entre el kilómetro 20 y el 21 encaras la recta de meta, que es el puente romano, en ese momento empecé a devolver los aplausos a la gente que allí estaba, disfruté de los últimos metros, (el puente se hace muy corto), y de cruzar una preciosa meta. 

El tiempo en meta fue de 1h 47´24”, a un ritmo de 5:05 min/km, por encima de lo que había planeado, pero teniendo en cuenta todas las circunstancias de la carrera, podía estar contento. 

Tras cruzar la meta, y coger el agua y la bebida isotónica, fui a buscar a mi mujer y al peque, que me esperaban con el poncho del Maratón de Berlín, que inmediatamente me puse, intentando resguardarme así de la lluvia y no coger frío. 

A título informativo decir que había 8.750 corredores inscritos, de los cuales la organización calcula que alrededor de 6.300 corredores fuimos los que tomamos la salida, es decir, casi 2.500 corredores decidieron no tomar la salida una vez vieron la climatología, y de los que tomamos la salida, 6.083 corredores cruzamos la meta en la Puerta del Puente. 

Y con esta carrera, he sumado ocho medio maratones a lo largo del 2018, haciendo siete ciudades diferentes, lo cual es un buen botín.

lunes, 26 de noviembre de 2018

¿Cuál es tu marca?, ¿tiempo oficial o tiempo reloj GPS?

El pasado 16 de septiembre Eliud Kipchoge batió el record mundial de Maratón, parando el reloj en 2 horas 01 minuto y 39 segundos, pero os imagináis que una vez cruzase la meta, y revisado su reloj GPS, se fuese en busca de los jueces, para indicarles que la carrera está mal medida, que su reloj GPS marca, por ejemplo, 42,580 km, que es lo que me marcó a mí el reloj GPS en esa misma carrera, y que por lo tanto el tiempo que él ha invertido en recorrer la distancia de los 42.195 metros, haciendo una regla de tres, es de 2 horas y 33 segundos. Sería una situación de lo más curiosa, ¿verdad?

Hace un tiempo ya comenté en el blog, que oía comentarios y leía en las redes sociales, a corredores que indicaban que habían hecho tal o cual carrera, y que estaba mal medida, porque su reloj GPS le había marcado más o menos kilómetros de lo que era la distancia de la carrera. Este hecho me llevó a informarme sobre cómo se miden y homologan las carreras, y escribí una entrada sobre ello, que podéis leer pinchando aquí. En esa entrada, la conclusión básica que se podía sacar es que la medición de la carrera se hace siempre buscando la distancia más corta, y eso cuando corremos nosotros es imposible, ya no solo los populares, seguro que ni Kipchoge lo consigue.

Últimamente, lo que leo en las redes sociales es que los corredores ya no solo dicen lo que les ha medido el reloj GPS en distancia, sino que toman como tiempo de su carrera, por ejemplo en un 10K, el tiempo que le marca el reloj GPS cuando llega al kilómetro 10, no el que marca en meta, algo así como, “El reloj GPS me ha marcado en meta 10,08 km y un tiempo de 44:29, pero los 10 km los he hecho en 44:08” , y lo que me parece más curioso es que en sus perfiles indican como sus MMP la del reloj GPS, no el tiempo oficial de la carrera.

Ahora bien, ¿qué pasa cuando al inscribirte en una carrera te piden que acredites tu mejor marca?, supongo que en ese caso a esos corredores no les queda otra que aceptar como tiempo oficial el que le indicaron en meta, porque no me imagino haciendo una foto al tiempo que marca el reloj GPS, y mandándola como marca acreditada.
Imagen 1: Glorietas medidas con GPS
Y otra curiosidad que tengo, no suele pasar, pero, ¿y si el reloj GPS te marca menos del recorrido de la carrera?, como os he dicho no es habitual, pero yo he hecho alguna carrera en la que el reloj GPS no me ha llegado a marcar los 10 kilómetros, en ese caso, ese tipo de corredores que fijan su marca en función del reloj GPS ¿qué hacen?, ¿recorren más para que les marque los 10 km, medio maratón o maratón?, ¿hacen una regla de tres para calcular su tiempo en los metros que le faltan?, o en ese caso ¿dan por bueno el tiempo y la distancia de la organización?, teniendo en cuenta que son corredores que parece que lo que buscan es el segundo menos en sus marcas, yo apuesto a que es esto último.

Y una última curiosidad, ¿qué pasa si hago la carrera junto a un compañero y a cada uno nos sale una distancia?, ¿puedo coger su marca para mí, si a él le saltan los 10 kilómetros antes? Esto que os cuento pasa, a mí me ha pasado salir a entrenar con un compañero, ir codo con codo, y al acabar el entrenamiento, después de 12 kilómetros, mi reloj GPS marcaba 100 metros menos que en el suyo, ¿cómo es eso posible, si hemos hecho el recorrido juntos?

Imagen 2: Calle recta, medida por el GPS
La verdad es que dar por buenos los tiempos que marca el reloj GPS, demuestra que no se conoce bien como funciona un reloj GPS, o que conociéndolo, determinados corredores prefieren agarrarse a lo que sea para tener una mejor marca, aunque sea a una medición que no es correcta. Si habéis leído sobre cómo funcionan los GPS (puedes leer mi entrada pinchando aquí), estos se ven alterados por diversos factores, y no solo eso, aún con las circunstancias perfectas, van a medir siempre la línea recta entre dos puntos, por lo que como podéis ver en las imágenes que hay en la imagen 1, las glorietas las suele hacer rectas.

Las imágenes anteriores, y las que vienen a continuación son del Medio Maratón que hice en Logroño, y es el recorrido que marca mi reloj GPS. Según eso, me pasé la carrera haciendo las glorietas rectas, subiéndome por encima de ellas, pero no solo eso, en las que tenéis debajo de este párrafo, imagen 3, podéis ver que hice tramos de la carrera subiéndome por los árboles, los edificios, e incluso, cuando pasamos junto al estadio de fútbol del Logroñes, imagen 2, se ve que decidí subirme al techo del estadio para ver el campo de fútbol por dentro. Esto no solo lo hace mi reloj GPS, os invito a que también lo comprobéis en el vuestro, así que ¿de verdad yo puedo dar por buena la distancia que me marca el reloj GPS y tomar como mi tiempo oficial, el que me sale cuando el reloj GPS marca los 10 kilómetros, el medio maratón o el maratón?, no sé a vosotros, pero a mí me parece hilar muy fino para conseguir un mejor tiempo "oficial".
Imagen 3: Distintos ejemplos de medición de trayectoria del GPS
Sinceramente, está muy bien querer mejorar, pero buscar un segundo menos, sea como sea, aunque sea a costa de no dar por buenos recorridos y tiempos oficiales me parece ya demasiado, creo que debemos disfrutar más de cruzar la meta, y no obsesionarnos con restar segundos a toda costa, que somos populares, y no debemos vivir con la presión del segundo menos.

jueves, 22 de noviembre de 2018

Conclusiones tras mi séptimo maratón

Todos tenemos sueños, unos son más factibles de cumplirse que otros, y a veces aunque nuestros sueños se cumplan, no quiere decir que el resultado final sea exactamente como lo habíamos soñado, en ciertas ocasiones nuestros sueños hechos realidad no cumplen las expectativas que teníamos, o incluso puede que ese sueño se convierta en pesadilla. El Maraton de Nueva York era un sueño que tenía desde hace años, por momentos, según se acercaba el día de tomar la salida en el puente Verrazano, el sueño empezaba a tomar visos de pesadilla, pero finalmente no fue así, fue un sueño hecho realidad, un sueño que cumplió con creces todas las expectativas.

Tras correr el Maratón de Berlín, y tras unos días de descanso, solo tenía seis semanas para el Maratón de Nueva York, y para esas seis semanas tenía muy claro que no podía bajar la intensidad, si no quería sufrir el día del Maratón más de lo necesario, por lo que mantuve el plan inicial de preparar el maratón con el mismo plan que hice para el maratón de Valencia, pero en este caso, el día del maratón no iría a por todas, no buscaba intentar hacer MMP, la idea era correr ese día con un ritmo más calmado, y de esta forma poder disfrutar aún más de la carrera. La conclusión es que después de Berlín me costó mantener la intensidad, aunque fui capaz de mantenerla, y que mereció la pena hacerlo, pero mantener esa intensidad después de las semanas que llevaba, sin dar casi descanso a los músculos, a punto estuvo de costarme no correr el maratón.

La verdad es que todo iba según lo planeado, incluso el test que hice en el Medio Maratón de Logroño salió mejor de lo esperado, buen ritmo y además con muy buenas sensaciones, pero de repente, a dos semanas del maratón, la cosa se torció, y empezaron las molestias del psoas. ¿El motivo?, no sé si mantener la intensidad después de Berlín, o la mayor carga de kilómetros de este año, o el no haber descansado de correr este verano, o pasar de hacer muchos kilómetros en llano para Berlín, a hacer más cuestas para Nueva York, o hacer menos trabajo de fortalecimiento y de core, o menos masajes con el foam roller, o puede que la mezcla de todo. Es difícil sacar una conclusión clara, aunque intentaré aprender de ello.

La mejor conclusión que puedo sacar de esas molestias, es que es importante no tirar la toalla, trece días antes del maratón solo fui capaz de hacer cuatro kilómetros, las molestias eran grandes, y diez días antes estaba desolado, hundido, solo mi mujer sabe lo mal que lo pasé esos días. Llegado a ese punto de hundimiento, tenía dos cosas claras, si seguían las molestias no tomaría la salida, no estaba dispuesto a pasar un calvario de 42,195 kilómetros, la otra es que trabajaría lo que fuese necesario para verme en la línea de salida del maratón. Con masajes de foam roller, estiramientos y calor seco en la zona, pude ir ganándole la partida a las molestias, y verme en la línea de salida del maratón sin ninguna molestia, con dudas de si a lo largo de la carrera me molestaría, pero con mucha fuerza mental, por como habían transcurridos los días.

A pesar de que las dos últimas semanas, por el psoas, tuve que cambiar las sesiones que tenía previstas, el trabajo ya estaba hecho, por lo que el día del maratón estaba más que confiado en que si todo salía bien, llegaba de sobra, y más teniendo en cuenta que mi ritmo en carrera iba a ser menor que el ritmo al que había entrenado, por lo que mentalmente eso también supuso un plus, y eso en un maratón es importante, ya que llega un momento que tira más la cabeza que las piernas, y si no que me lo digan a mí en Berlín.

Para este maratón no he innovado nada en temas de suplementación, seguí tomando el recuperador tras las sesiones de fondo y series, pastillas de sales antes de los entrenamientos, y llevé pastillas para el día del maratón, tomándome una antes de la salida, y otra en torno a los 45 minutos de carrera. También he seguido con la suplementación con las gominolas en lugar de los geles, no le encuentro mucha diferencia de unos a otros, pero como en Berlín me fueron bien, decidí no cambiar. Hay una cosa que no cambié, y que tal vez debería haber intentado hacer de otra forma, y fue el desayuno, yo estoy habituado a desayunar poco, pero claro, normalmente no pasan muchas horas desde el desayuno a la hora que tomo la salida (dos horas y media como mucho), pero en Nueva York, pasaron cinco horas desde el desayuno hasta la salida, por lo que a pesar de desayunar, y de tomar un plátano unas dos horas antes de la salida, tuve una enorme sensación de estómago vacío durante la carrera, y cuando me tomé la pastilla de sales noté que no me caía muy bien en el estómago.
Respecto a lo que supone correr en Nueva York, es sin duda la mejor experiencia que he tenido como corredor, y es que corriendo allí, no te sientes un simple corredor popular. Hasta ahora Valencia había sido mi mejor experiencia en ese sentido, y parecía imposible de superar, pero la manera en cómo viven el Maratón en Nueva York no tiene comparación con ninguna otra ciudad en la que haya corrido hasta ahora. Y no solo la carrera, también la post carrera, cuando has acabado y llevas tu medalla, la manera en que te felicitan, se acercan a hablar contigo, te dan la mano, o incluso te abrazan, como he dicho antes, hacen que no te sientas un simple corredor popular. 

Mentalmente, correr en Nueva York es fácil, ya que el público te lleva en volandas, pero por el contrario, se hace muy duro cuando te encuentras en los puentes, corriendo solo, sin animación, sin el ruido de la gente jaleándote, y en este sentido el puente de Queensboro es el mejor reflejo de ello, que duro se hace ese tramo del maratón, y a ello hay que sumarle que es muy largo, y pasas mucho tiempo recorriéndolo. Los puentes, además, no solo son duros por esa falta de animación, también porque cada puente te recibía con un desnivel importante, se agarraban mucho a las piernas, y a lo largo del maratón son cinco los puentes que se cruzan. De los cinco puentes, destaca por su desnivel y longitud el puente de Verrazano, y por su longitud y silencio el puente de Queensboro, los dos son duros, solo que el primero es recién tomada la salida y las vistas son increíbles, y el segundo ya te pilla con 25 kilómetros en las piernas y aunque hay buenas vistas, al ser techado te sientes un poco enclaustrado.

Y ahora toca hacer balance de los objetivos que me propuse para el maratón:

1.- Cruzar la meta de Central Park: Lo logré.
2.- Sufrir lo menos posible y que el psoas no me molestase: Posiblemente ha sido uno de los maratones que menos he sufrido, y en ello ha sido fundamental preparar el maratón para un ritmo, y hacerlo a un ritmo más lento, y también ayudó que el psoas, salvo en Central Park, ya cerca del kilómetro 40, no dio ninguna molestia.
3.- Disfrutar lo máximo posible: Decir que disfruté de los 42.195 metros del maratón puede que sea mucho, pero sin duda disfruté casi de cada zancada, del ambiente, del público, del recorrido, de la meta… en definitiva disfruté viviendo un sueño.
4.- Bajar de 4 horas: En este caso en la balanza pesó más disfrutar del maratón que ir a bajar de 4 horas, me fui seis minutos por encima de las 4 horas, pero a cambio disfruté mucho más.

Y ahora, después de haber hecho dos majors en poco más de mes y medio, creo que toca descansar un poco de la distancia, en mente tenía correr el Maratón de Madrid, pero eso supondría ponerme a prepararlo en un par de meses, y prefiero tomarme un tiempo más tranquilo, recuperar bien el psoas, descansar mentalmente, hacer distancias menores, que suponen menos estrés, y si tengo suerte en el sorteo de dorsales, hacer el año que viene Chicago, y sino, pues hacer otras cosas que tengo en mente.

lunes, 19 de noviembre de 2018

IX Derbi de las Aficiones Madrid

Una año más, y ya son seis, volvía a correr el Derbi de las Aficiones, carrera que supuso mi debut en la distancia de los 10 kilómetros en el año 2013, y este año me enfrentaba a ella solo una semana después de haber cumplido uno de mis mayores sueños como corredor, correr el Maratón de Nueva York, por lo que no sabía muy bien como me iba a encontrar de piernas. 

La organización para la retirada del dorsal es muy buena, se puede hacer desde varios días antes, por lo que no hay casi espera el día que vas a retirar el dorsal, eso sí, la bolsa del corredor como viene siendo habitual rácana, solo la camiseta, y el día de la carrera en el avituallamiento final es cuando te dan algo más, isotónico, agua, una pieza de fruta y una bolsa de snacks. El ropero como ya pasó el año pasado de nuevo, si lo querías dejar en la salida y recogerlo en meta, era de pago, gratuito si te ibas a la meta lo dejabas, y luego te ibas a la salida, lo cual suponía un importante paseo, y un mayor madrugón. 

Como es habitual, en esta carrera me encontré con muchos conocidos de instagram, a los que pude saludar antes y después de la carrera, y además de coincidir, después de bastante tiempo, con el grupo Forrest Gump Team. 


Este año repetíamos salida como el año pasado en la calle Padre Damián, paralela al Paseo de la Castellana, accediendo a ella en torno al kilómetro 1. Como en años anteriores, había dos arcos de salida, uno para cada afición, y también con cajones de salida, que una vez más, la gente no tiene en cuenta, lo que hace que el primer kilómetro hasta que llegas al Paseo de la Castellana se convierta en una carrera de obstáculos, en la que tienes que ir evitando y adelantando a los corredores maleducados que salen para la foto, pero fuera de su ritmo. Algún día, alguien tropezará, se producirá una montonera de corredores, y habrá más que palabras. 

El resto del recorrido el mismo que en ediciones anteriores, bajar por el Paseo de la Castellana, Plaza de Colón, Paseo de Recoletos, Plaza de Cibeles, Neptuno, Plaza de las Cortes, Carrera de San Jerónimo, Puerta del Sol, Calle Mayor, Plaza de la Villa, calle Bailén, Viaducto de Segovia, Gran Vía de San Francisco el Grande, Puerta de Toledo, Pirámides y Vicente Calderón. Como siempre, una carrera con un recorrido muy asequible. 

Si el año pasado a esta carrera llegué con la idea de hacer marca, este año tras el maratón, los días de turismo por Nueva York, y el jet lag, solo tenía un pensamiento en mente, dejarme llevar por las sensaciones y por las piernas, por eso en el Garmin no me marqué ningún aviso de ritmo, aunque eso sí, iba con la esperanza de acercarme, si no a la marca del año pasado, si a los 45 minutos. 

Como ya he comentado antes, el primer kilómetro tiene la complicación de que es una zona estrecha, y que hay muchos corredores que salen por encima de su ritmo, lo que significa que te lo pasas esquivando corredores, retrovisores de coches, e intentando coger algo de ritmo, lo cual es complicado. Después de todo eso, el primer kilómetro me salió en 4´59”.
 
Una vez salimos al Paseo de la Castellana todo cambió, se hace mucho más ancho, con lo que es más fácil adelantar, y además pasamos de un falso llano en subida, que es el primer kilómetro, a un terreno en bajada bastante favorable, momento de empezar a probar las piernas, apretar el ritmo, y tratar de aprovechar el terreno que teníamos hasta que llegásemos a Neptuno, donde tendríamos la subida de la Plaza de las Cortes. Los cuatro kilómetros siguientes los hice en 4´21” el PK2, 4´26” el PK3, 4´25” el PK4 y 4´29” el PK5. 

Mitad de carrera, y llegaba con un tiempo de 22´40”, lo suficiente para estar dentro de esos 45´que tenía en mente al empezar la carrera 

 
En Banco de España se encontraba el avituallamiento, otros años he decidido no coger nada, pero este año me notaba con sed, y decidí coger una botella de agua, eso sí, de las últimas mesas para evitar la aglomeración de corredores en las primeras mesas. 

Pasado el avituallamiento giramos a la derecha para encontrarnos con el PK6, y encarar la subida de las Cortes, el punto más complicado de toda la carrera. Ese kilómetro 6 lo hice en 4´30”, más o menos en el ritmo del anterior, pero sí que es verdad que en este kilómetro por un lado mentalmente frené un poco, de cara a la subida, y por otro el avituallamiento también afectó. 
En la subida, como es habitual el ritmo se ralentiza, y yo me eché a la izquierda buscando evitar la aglomeración del centro e intentando ponerme un ritmo cómodo. En ese punto de mayor exigencia, es donde pensaba que las piernas no me iban a dar, pero la verdad es que subí bastante bien, fue más adelante donde tuve más problema, ya que nos encontramos con una zona de obras, antes de llegar a la Puerta del Sol, y luego toda la zona de la calle Mayor se estrecha mucho, y me vi un poco encerrado, cosa habitual casi todos los años. Debido a todo esto el kilómetro 7 salió algo más lento, en 4´57”. 

Una vez dejábamos atrás la calle Mayor, se volvía a ensanchar la calzada, aunque nos volvíamos a encontrar con un terreno menos asequible, ya que pasas por un terreno de toboganes con algo de subida, y en ese punto las piernas no iban tan frescas como para acelerar mucho el ritmo, el maratón y el turismo empezaba a notarse, pero tampoco es que fuese lento, ya que el kilómetro 8 lo hice en 4´33”. 

Una vez llegamos a la Puerta de Toledo, el terreno es más que favorable, una larga bajada, que te lleva casi hasta el Vicente Calderón, y en ese punto aunque intenté apretar el ritmo, no lo conseguí tanto como me hubiese gustado, a pesar de la bajada, seguía con la misma sensación de que las piernas no estaban frescas, y es que el año pasado ese kilómetro lo hice en 4´09”, mientras que este año lo hice en 4´23”, catorce segundos más de diferencia. 

El kilómetro que quedaba también era favorable, salvo el repecho final, que ya me lo conozco bien, por lo que sabía lo que me esperaba, aún así, intenté no bajar el ritmo, seguir apretando, y en la subida, intentar buscar el lado bueno, para que no me frenasen mucho el ritmo otros corredores más lentos, y lo conseguí. 

Una vez acabamos la subida, tenemos dos giros a la izquierda y encaramos la recta de meta, la carrera ya estaba acabada, una meta más, había ido de ritmo bastante bien, y salvo al final, que no me noté tan fresco como me hubiese gustado, apenas noté la carga de haber hecho un maratón una semana antes. El kilómetro 10 lo hice en 4´17”, el más rápido de todos, entrando en meta con un tiempo de 45´20”. 

También como es habitual, tras nuestra carrera, fue la carrera de los niños, y una vez más, el peque volvió a participar, y este año, no ha hecho solo la recta de 350 metros, si no que le tocó hacer una vuelta entera, unos 700 metros. Con ello ya tiene una medalla más, y como siempre, una vez la tiene, toca foto mordiendo la medalla.

jueves, 15 de noviembre de 2018

Maratón de Nueva York 2018. Parte II

Puedes leer la primera parte pinchando aquí.

Pasado el medio maratón descendíamos el puente Pulaski (es increíble las inclinaciones que tenían todos los puentes que cruzamos), y entrabamos en Queens, distrito en el que apenas haríamos 2 kilómetros, pero donde estaba previsto que estuviese mi mujer para vernos... pero no nos vimos, lo que supuso un pequeño bajón. Esos momentos en los que te encuentras en carrera con la familia suponen un enorme subidón, y en este caso fue al revés, ya que me quedé un poco desilusionado por no vernos, al igual que mi mujer, por llevar mucho tiempo esperando que pasase, y tener que irse de ese punto sin verme, y sobre todo sin hacer el chequeo, y más en esta ocasión que iba con la duda del psoas. 
Recorriendo los últimos kilómetros: Imagen: Marathon Foto
De Queens salimos a Manhattan por el puente de Queensboro, posiblemente uno de los momentos más duros del maratón. De nuevo empezamos el puente subiendo, es un puente de dos plantas, y nosotros lo hicimos por la planta baja, por lo que es cerrado, salvo por las aberturas que hay en los lados. En este punto pasas de la animación de la gente, a no ver a nadie, solo estamos los corredores, pasas a un silencio sepulcral donde solo se escuchan la pisadas, la respiración, y algún que otro suspiro, además es un puente largo, ya que entramos más o menos en la milla 15, y salimos pasada la milla 16, por lo que haces cerca de dos kilómetros en esa situación. En mi caso se me hizo muy pesado ese puente, y eso que al principio del puente, y por la abertura lateral de mi izquierda tenía una bonita vista de Manhattan, donde podía apreciar mi edificio preferido de Nueva York, el Edificio Chrysler.

En el puente Queensboro estaba situado el kilómetro 25, por el que pasé en un tiempo de 2h 22´20”, a un ritmo de 5:42 min/km, haciendo el tramo desde el medio maratón hasta ese punto a un ritmo de 6 min/km, sin duda en esos kilómetros, noté el tramo en el que fui pendiente de buscar a mi mujer, y también el tramo del puente Queensboro.
Colocando la bandera que me había dado mi hijo. Imagen: Marathon Foto
Y llegamos a uno de los momentos más impresionantes del maratón, cuando abandonas el puente, entras en Manhattan y encaras la 1ª avenida, en ese momento pasas del silencio absoluto del puente a una larga recta de unas 3,5 millas (5,6 kilómetros aproximadamente), repleta de gente a ambos lados de la calle, no había ni un solo centímetro libre, y no solo eso, es que había zonas donde la gente se agolpaba en dos filas, veías banderas de todos los países, público que sostenía un palo con la cara impresa a tamaño grande del corredor al que iban a animar, españoles ondeando la bandera de España, y animándote con gritos de “vamos España”, niños y mayores chocándote la mano… También en esa avenida había un punto de animación que había puesto la agencia con la que viajé, que al saludarles y reconocerme, rompieron en gritos de ánimo, suponiendo esto un buen impulso. Es difícil explicar con palabras lo que es correr ese tramo de carrera, transmitir todo lo que sientes en esa larga recta, el positivismo que te invade, la alegría que tienes en cada poro de tu cuerpo, es algo que hay que vivirlo, disfrutarlo, es algo que hace que tu sueño, tenga un sabor muy dulce. 

En esa recta de la 1ª avenida, cuando aún quedaría como una milla para acabarla, se encontraba el kilómetro 30, en ese momento llevaba ya 2h 50´53” de carrera, y se me había pasado volando. El ritmo de la carrera era de 5:42 min/km, y el tramo entre el kilómetro 25 y el 30 lo había hecho a un ritmo de 5:43 min/km.

Al final de la 1ª avenida empezamos a atravesar el puente de Willis Avenue, abandonando de esta forma Manhattan, y entrando en el Bronx, donde al igual que en Queens, nuestro paso fue testimonial, ya que apenas haríamos una milla y media por dicho distrito. En este tramo de carrera por el Bronx, la aglomeración de público bajó respecto al de la 1ª avenida, lo cual no quiere decir que nos viésemos los corredores solos, porque eso, a lo largo del maratón, solo pasó en los pasos por los puentes y en el barrio judío. 
Tras cruzar la línea de meta. Imagen: Marathon Foto
Tras la breve visita por el Bronx volvimos a Manhattan pasando el quinto y último puente de la carrera, el puente de la Avenida Madison, ya en la milla 21 (33,8 kilómetros aproximadamente), un pequeño puente, pero que como todos los anteriores, te recibía con una subida. 

Ya en Manhattan, encaramos la 5ª avenida, que nos llevaría hasta Central Park, pero para ello teníamos que recorrer una larga recta de tres millas, por la que según avanzábamos se iban produciendo dos cambios, el primero es que el público volvía a amontonarse a los dos lados de la avenida, aumentando en su número según nos acercábamos a la milla 24 (38,65 kilómetros aproximadamente), que era la milla en la que más o menos entrabamos a Central Park, el segundo cambio fue que según avanzábamos pasamos de una ligera subida, (estilo la Castellana en Madrid), a una subida bastante pronunciada de más de una milla. 

Pero antes de empezar esa dura subida, paso por el kilómetro 35, que hice en un tiempo de 3h 21´19”, a un ritmo de 5:45 min/km. A esas alturas la fatiga ya se empezaba a notar, las piernas pesaban y el ritmo descendió bastante, haciendo el tramo del 30 al 35 a un ritmo de 6:05 min/km.

Esta zona de la 5ª avenida, de nuevo el público te ponía los pelos de punta, ni un centímetro libre, zonas hasta con dos filas de personas animando, banderas de diferentes países, gritos de ánimos, sin duda una buena inyección en un momento en el que la carrera se ponía cuesta arriba, literalmente.
Posando con la medalla finisher. Imagen: Marathon Foto
Como os he ido comentando, el público no faltó a lo largo del maratón, salvo en zonas puntuales que os he comentado, pero hubo tres zonas, una en Brooklyn, cerca del barrio judío, otra la 1ª avenida, y por último la 5ª avenida, donde a mí, personalmente me emocionó la cantidad de público que había, y cómo animaban y jaleaban a los corredores, creo que en mi vida viviré una animación igual.

Y llegando casi a Central Park, estaba el segundo punto en el que mi mujer iba a ir a verme, en esta ocasión tenemos que dar las gracias a unas personas, que al verla con el niño, les dejaron pasar de segunda fila a primera, y gracias a este gesto, en este punto sí pudimos vernos. Me fui hacía ellos le di un beso y una abrazo a cada uno de ellos, el peque me dio la bandera de España para que entrase en meta con ella, le choque la mano, y seguí mi camino a meta, con un tremendo subidón, que hacía falta porque los kilómetros y la subida de la 5ª avenida se estaba agarrando a las piernas.

Entramos en Central Park, por primera vez, y nos encontramos con un terreno de sube y baja, hasta ese momento había corrido sin molestias, no había tenido que preocuparme del psoas, solo de disfrutar, pero todo no iba a ser bueno, y en esa zona de toboganes el psoas me dio un primer aviso, pero a esas alturas ya no me preocupaba, apenas quedaban poco más de tres kilómetros a meta, y si hacía falta los haría andando. En otra de las subidas de Central Park, me dio el segundo aviso, y este me lo tomé más en serio, así que la bajada y la subida siguiente las hice andando, no era momento de arriesgar.


Y andando pasé por el punto que anunciaba el kilómetro 40, en un tiempo de 3h 52´05”, a un ritmo de 5:48 min/km, haciendo los 5 últimos kilómetros a un ritmo de 6:09 min/km, que teniendo en cuenta la subida de la 5ª avenida, la parada a saludar a la familia, y el tramo que hice andando, no está del todo mal.

Salimos de Central Park, volviendo a salir a la 5ª avenida, para girar a la derecha en la calle 59, con el Hotel Plaza como espectador de lujo, un hotel que hemos podido ver en películas como “Solo en casa 2”, o en “Cocodrilo Dundee”.

Íbamos a recorrer la calle 59 desde la 5ª avenida hasta Columbus Circle, donde giraríamos a la derecha para volver a entrar en Central Park, ese tramo de calle fue el que aproveché para atarme la bandera al cuello. Desde que me la había dado mi hijo la llevaba doblada y cogida en la cintura con el portadorsal, en ese tramo la saqué, la desdoblé y me la até al cuello a modo de capa, y de esa forma entré por segunda vez en Central Park. 

Encaramos la recta de meta, que no es del todo recta, y que para variar acababa en subida, y empecé con mi ritual de bajar el ritmo, aplaudir al público (aunque esto lo hice en muchos tramos de la carrera), mirar y señalar al cielo para dar las gracias a mi abuela, y levantar las manos mostrando los dedos de los maratones que llevo, en este caso ya eran siete.



El tiempo final en meta fue de 4h 05´59”, a un ritmo de 5:50 min/km, pero eso era lo de menos, lo importante es que había hecho el Maratón de Nueva York, había cruzado la meta de Central Park, lo cual hice muy emocionado, ya que había vivido y disfrutado de mi sueño, un sueño que unos días antes parecía convertirse en pesadilla por culpa del psoas, pero todo eso ya era historia, lo había logrado y no pude evitar romper a llorar.

Del maratón solo puedo hablar maravillas, una organización espectacular, a la altura de las expectativas, los voluntarios increíbles tanto en carrera como después de cruzar la meta, donde no paran de sonreírte y darte la enhorabuena, y el público, sin duda el mejor, apoyo infinito, y sin palabras como te tratan cuando te ven por la calle con la medalla, como se acercan a darte la enhorabuena, darte la mano o incluso abrazarte, ya me lo habían comentado, pero vivirlo es completamente diferente.
El maratón en números
Si tengo que poner pegas, es el tiempo que tienes que pasar en el puente Verrazano hasta que tomas la salida, que en mi caso fue de algo más de dos horas, y otra pega es que una vez que acabas, hasta que por fin puedes salir de Central Park, recorres cerca de un kilómetro, y  una vez sales recorres casi otro kilómetro de la 8ª avenida hasta que se acaban las vallas y puedes ver a tu familia. Por lo demás, como he dicho, un maratón que sobrepasa las expectativas que uno puede tener, y que sin duda tiene bien ganado el ser un major.

martes, 13 de noviembre de 2018

Maratón de Nueva York 2018. Parte I

El viernes por la tarde llegamos a Nueva York, y aunque la cita con el maratón no era hasta el domingo por la mañana, al verme ya allí, entre los rascacielos, paseando por Times Square, puedo decir que empecé a vivir mi sueño, que se hizo más real a la mañana siguiente, el sábado, cuando junto con otros corredores, y un miembro de la agencia con la que viajamos, hice un rodaje por Central Park. Ahí fue cuando fui totalmente consciente de estar viviendo el sueño que tanto tiempo llevaba en mi mente.
Recogiendo el dorsal
Tras el rodaje, me reuní con la familia, desayunamos, y junto con el resto de la expedición, y guiados por los miembros de la agencia, fuimos a la feria del corredor a recoger el dorsal. Primero retirada del dorsal, después te dirigías a una zona a probarte la camiseta, y una vez tenías decidida tu talla, te ibas a retirar la camiseta. Al contrario que en Berlín, en donde la zona de retirada de dorsal solo era para corredores, aquí estaba todo abierto al público. Tras retirar el dorsal y la bolsa del corredor (que solo llevaba la camiseta y la revista del maratón), dimos una vuelta por la feria del corredor, y nos hicimos algunas fotos, pero la verdad, es que estuvimos el tiempo justo, y es que puestos a andar, preferíamos hacerlo por la ciudad que por la feria del corredor.

La salida del maratón la tenía a las 10:15, pero la agencia para evitar contratiempos, nos había citado en el hall del hotel a las 5:45, por lo que a las 5 de la madrugada ya estaba despierto, listo para vestirme y bajar a desayunar. Como siempre algo leve, un té, un zumo y una tostada, y me llevé un plátano para comérmelo antes de la carrera, sobre todo teniendo en cuenta el tiempo que quedaba hasta que tomase la salida. Como es habitual cuando tengo una carrera, me desperté antes de que sonase el despertador.
Rodaje por Central Park
En autobús nos dirigimos hasta la salida en el puente Verrazano, la verdad es que iba bastante tranquilo, sentado junto a la ventana y observando el paisaje. Tras un importante atasco a la entrada del puente, llegamos a nuestro destino, con algo más de dos horas de margen. Tocaba pasar el arco de control, estilo al de los aeropuertos, a partir de ese punto solo puedes llevar bolsas transparentes, nada de mochila, pero como ya íbamos avisados, no hubo ningún problema. Después de esto, nos separamos y yo me quedé con uno de los miembros de la agencia que iba a correr su cuarto maratón de Nueva York, y con otro corredor de Zaragoza. Tocaba dejar pasar el tiempo hasta que llegase nuestra hora de entrar en el cajón, y lo hicimos charlando tranquilamente, y recibiendo los últimos consejos de José, el miembro de la agencia. Otra cosa que nos habían avisado es que fuésemos abrigados ya que en noviembre y en esa zona hace bastante frío. La ropa, mejor que fuese vieja ya que nos desprenderíamos de ella allí, dejándolas en unos contenedores que la organización ponía para luego recoger y donar esa ropa. La estampa de los más de 50.000 corredores allí esperando, era de lo más curiosa, ya que había gente en chándal, vaqueros, jersey, incluso en pijama o con mantas y edredones, por supuesto había excepciones de alguno que en vez de llevar ropa vieja, llevaba un cortaviento de New Balance que vendían en la feria del corredor al módico precio de 130 $.

La salida se hace en tres oleadas, azul, naranja (en la que yo iba), y verde, y cada oleada tenía distintos cajones divididos por letras. Los cajones están en una explanada a unos 500 metros de la línea de salida, y lo que hace la organización es llamar a los de la primera oleada, dan un margen de tiempo, cierran los cajones y los guiaban hasta la línea de salida, una vez tomaba la salida la primera oleada abrían los cajones para la segunda oleada, la mía, y repetían la misma operación, y lo mismo para la tercera.
Listos para subir al autobús
Entré en el cajón y me despojé de la ropa de abrigo, de todo, menos de un poncho de plástico que llevé hasta el puente Verrazano. Allí, antes de la salida sonó el himno americano, y aunque no es el tuyo, eso te pone los pelos de punta, y tras ello, cañonazo de salida, y a correr!!, con solo una idea en mente, disfrutar lo máximo posible, y para ello, el psoas, que llevaba unos días dándome tregua, debería de seguir así.



La salida ya es un espectáculo para la vista, desde el puente de Verrazano-Narrows, había unas vistas increíbles, a nuestra izquierda se levantaba el skyline de Manhattan, también se veía New Jersey, y la isla de la Libertad, donde se encuentra la estatua de la Libertad. Una vista que llevó a muchos corredores a parar para hacerse fotos. Decir que la oleada azul y naranja hacíamos el puente por la parte de arriba, mientras que la verde lo hacía por la parte de abajo, y que cada una hacíamos un recorrido diferente, hasta la milla 8 (kilómetro 12,88 aproximadamente), donde nos juntábamos las tres oleadas. La salida, además de ser un espectáculo para la vista, es dura, ya que empiezas subiendo, hasta que entiendo que sería sobre la mitad del puente, empiezas a bajar. Tras recorrer el puente, dejamos atrás Staten Island, y entramos en Brookyn, dejando atrás el silencio de la salida, y comenzando la animación de la gente. 

La salida, con la subida del puente la hice tranquila, a un ritmo de 6 min/km, en parte por la subida y en parte por ser precavido, ya que el psoas cuando más me molestaba era en las subidas, así que me puse un ritmo tranquilo, que además me permitía disfrutar de las vistas. En la bajada ya apreté algo más el ritmo, pero sin volverme loco.
Altimetría Maratón Nueva York
Según nos íbamos adentrando en Brooklyn, la gente animando a ambos lados de la calle va aumentando, el sonido de los gritos de ánimo va subiendo en decibelios, y se empiezan a ver banderas de diferentes países, también te encuentras gente repartiendo plátanos a las puertas de las fruterías, momento que aproveché para coger uno y comérmelo, ya que hacía demasiadas horas desde que había desayunado. Una cosa curiosa, es que también había personas con rollos de cocina, para darte un pliego y que te limpiases el sudor.

Otra cosa que abunda en el Maratón de Nueva York son los avituallamientos, casi cada milla (1,6 km), por lo que si te saltas uno, no pasa nada, al poco tienes otro. Además los avituallamientos se sitúan a ambos lados de la calle, siendo las primeras mesas de bebida isotónica (con más sales que la europea, por lo tanto más fuerte para el estómago, por lo que solo lo tomé en el primer avituallamiento), y agua en las siguientes mesas.
En pleno maratón. Foto: Marathon Foto
El maratón de Nueva York está medido en millas, 26,2 millas, y cada milla está marcada a lo largo del recorrido, pero también están marcados los kilómetros, en este caso no todos, sino que los marcan cada 5 kilómetros. Y casi sin darme cuenta me encontraba en el kilómetro 5, con un tiempo de 27´23”, a un ritmo de 5:29 min/km. No tenía pensado un ritmo de salida, ni siquiera me marqué un ritmo en el Garmin, así que no me pareció mal ritmo, aunque la verdad, esperaba ir más lento.

A pesar del río que separa Brooklyn de Manhattan, no se notaba humedad, y tampoco hacía calor como para sudar en exceso, aún así quise ser previsor, y en torno a los 45 minutos de carrera me tomé una pastilla de sales.

Seguíamos recorriendo las calles de Brooklyn, y seguiríamos haciéndolo casi hasta el medio maratón. Conforme nos adentrábamos más en Brooklyn las calles estaban más abarrotadas, y los ánimos a la gente crecían, y hacían que no te dieses cuenta de la larga recta que estábamos pasando, desde la milla 4 (6,44 km aproximadamente), hasta pasado el kilómetro 10.

Por el kilómetro 10, pasé con un tiempo de 55´05”, a un ritmo de 5:31 min/km, y haciendo ese tramo del 5 al 10 a un ritmo de 5:32 min/km. 
Recorrido Maratón de Nueva York
A partir de ese momento el público a ambos lados iba a más, los gritos de ánimo empezaban a ser ensordecedores, hubo un tramo que coincidí con un corredor al lado, que llevaba su nombre en la parte delantera de la camiseta, y a su paso no dejaban de gritar “Johnny, Johnny”, “Go, go Johnny”, la calle además se hizo más estrecha, y los corredores de las tres oleadas nos agrupamos ya en uno, por lo que todo ello unido, era como en las etapas de montaña del tour o la vuelta a España. Hasta ese momento mi idea era disfrutar e intentar, a ser posible bajar de las cuatro horas, pero en ese momento decidí que me daba igual hacer más o menos tiempo, quería disfrutar aún más la experiencia, por lo que bajé el ritmo.

En ese tramo, en uno de los avituallamientos, me tomé el primer paquete de gomínolas, y al poco pasé por el kilómetro 15, con un tiempo de 1h 23´38”, a un ritmo de 5:35 min/km, pero lo más importante, y donde se nota la bajada de ritmo que os indicaba antes, es que ese tramo del 10 al 15 lo hice a un ritmo de 5:43 min/km.
Posando a la cámara. Foto: Marathon Foto
Desde ese punto, hasta el medio maratón, que se encontraba en el puente que une Brooklyn y Queens, Pulaski Bridge, tuvimos distintos escenarios. Un primer escenario de poco más de una milla, en el que el público seguía agolpado a ambos lados de la calle, hasta que entramos en Williamsburg, el barrio judío, en ese momento el público desapareció, las pocas personas que había por la calle, paseaban ajenos completamente a los corredores, éramos como dos mundos diferentes, por un lado los corredores del maratón y por otro los habitantes del barrio, cada grupo en su burbuja, era todo muy curioso. Salimos del barrio judío, y el escenario fue distinto, volvía la gente, no al nivel de público que había antes del barrio judío, pero ambos lados de la calzada volvían a tener público y ánimos hacia los corredores. Y el último escenario se produjo cuando encaramos el segundo de los puentes del día, para dejar atrás Brooklyn y entrar en Queens, de nuevo el público desapareció, y por el puente solo estábamos los corredores, los voluntarios de la carrera, y la señal que nos indicaba que habíamos llegado al medio maratón.

El medio maratón lo pasé en 1h 58´54”, a un ritmo de 5:38 min/km, haciendo el tramo del kilómetro 15 al 21,097 a un ritmo de 5:47 min/km. A esas alturas de carrera, y con el tiempo que llevaba, tenía muy poco margen para bajar de las cuatro horas, pero me daba igual, estaba disfrutando muchísimo de correr el Maratón de Nueva York, y llevando un ritmo, que me permitía apreciar muchos detalles, que si hubiese ido pendiente del crono, no los habría disfrutado o visto.

Puedes leer la segunda parte pinchando aquí.