lunes, 30 de diciembre de 2019

Hora de hacer balance de 2019

Ya estamos a poco más de 24 horas de acabar el 2019, aunque en lo que respecta a carreras ya di por cerrado el año el pasado 15 de diciembre, tras cruzar la meta de la San Silvestre de Alcorcón. Tras eso, salidas cortas para intentar no perder mucho ritmo, y sobre todo quemar los excesos de estos días navideños.


En lo que llevamos de año hasta hoy, llevo 1.487,30, aún queda un día, y subirá algo la cifra, pero no va a pasar de los 1.500 kilómetros, y me quedaré por debajo de los 1.705,08 kilómetros del 2017, o los 1.602,77 kilómetros del 2018.

Este año ha venido marcado claramente por el cambio en el método de entrenamientos, la idea era clara desde principios de 2019, menos cantidad de kilómetros, pero dar más calidad a esos kilómetros. Por supuesto, también venía marcado en rojo en el calendario el 13 de octubre, fecha en la que correría mi tercer major, tras Berlín y Nueva York, era el turno de Chicago. Preparar este maratón supuso que de nuevo tuve un verano de muchos kilómetros, siendo agosto, por segundo año consecutivo, el mes de mayor carga del año, con 219,97 kilómetros, aunque mereció la pena, ya que luego pude disfrutar de mi mejor Maratón, por marca, 3h 42´17", por sensaciones, por lo que pude disfrutar a lo largo de la carrera, y también sea dicho de paso, por lo que Chicago supone como organización de un Maratón, en todo momento, la organización raya la perfección.


En lo que respecta al Medio Maratón, la que es mi distancia preferida, he acabado el año con cuatro metas, en tres ciudades distintas (Madrid, Valladolid y Valencia). En esta distancia este año he conseguido acercarme al sub 1h 40´, lástima de flato que me entró en Madrid, sino, es muy posible que lo hubiese logrado, aún así, muy contento de haber dejado mi marca en 1h 40´47”, y haber hecho todas las carreras por debajo de 1h 43´. 


Este año, he podido volver a correr una distancia que no es habitual, el 15K, llevaba desde 2016 sin hacerlo, y me apetecía volver a hacer esa distancia, cerrando el año con dos carreras, una en Madrid y otra en Valencia, la primera era una preparación para el Medio Maratón de Madrid, y salió bastante bien, 1h 08´19”, la segunda, dentro de un fin de semana familiar en la playa, donde disfruté de 15k nocturnos por Valencia.


Como no, en el calendario también ha habido hueco para el 10K, este año han sido siete carreras, aunque una de ellas sufrió un cambio de recorrido de última hora, y al final no llego a los 10K. En esta distancia también se ha hecho notar el nuevo método de entrenamiento, ya que he acabado muchas carreras cerca de los 45´, y en dos de ellas incluso por debajo de 45´, llegando a mejorar mi marca en esta distancia, algo que hace un año veía difícil, dejándola en 44´10”.


Y como no, también he hecho montaña, aunque este año poca, solo una, y además muy sufrida, ya que me presenté en la línea de salida sin preparación, e infravalorando el recorrido, lo cual hizo que me llevase una bofetada de realidad, por otro lado bien merecida.


Este año, aparte del cambio de entrenamientos, he seguido con los entrenamientos de Adidas Runners Madrid, intentando ir siempre en grupos que me hiciesen salir de mi zona de confort, esa de la que cuesta salir cuando vas en solitario, y de la que te resulta más fácil salir cuando corres en grupo.

Y en lo que respecta a la salud, he tenido un buen año, atrás quedaron las molestias del psoas con las que cerré el 2018. Sigo complementando los entrenamientos con ejercicios de fuerza, core, y sobre todo con estiramientos y sesiones de foam roller, además de sesiones de fisio cuando noto demasiado cargados los músculos.

Y ahora toca empezar a planificar 2020, el cual de momento tengo bastante en el aire, tengo carreras en mente, pero no tengo definido a cuales iré o cuales no, en las próximas semanas, empezaré a definir las metas a cruzar, de momento, me limito a salir a correr sin presión, y como siempre, intentando disfrutar de cada zancada.


miércoles, 18 de diciembre de 2019

San Silvestre de Alcorcón 2019

El pasado domingo participé en la última carrera del 2019, cerrando así la temporada de carreras populares corriendo en casa, en un recorrido que pasaba por lugares por los que suelo entrenar a lo largo del año. 

 
La bolsa del corredor se retira junto a la pista de atletismo de Alcorcón, sin esperas, ya que no es una carrera multitudinaria, en ella te hacen entrega de la camiseta, el dorsal, y un tetrabrick de caldo Aneto, junto a una bolsa de la misma marca. 

La última vez que corrí esta carrera fue en 2017, y respecto a esa edición (y anteriores), se ha producido un importante cambio, y es que se estrenaba un nuevo recorrido. Por lo demás, el formato era el mismo, un recorrido de 5 kilómetros, en el que sobre la marcha, cada uno decide si quiere hacer 10 kilómetros, dando dos vueltas, o dar solo una vuelta, y quedarse en 5 kilómetros. Además el circuito está homologado, y sirve para acreditar marca en la San Silvestre Vallecana. 

 
El recorrido es duro, ya que no hay apenas zonas llanas, con zonas de mucho tobogán, y dos zonas de largas subidas, que se notan en las piernas y en el ritmo, ya que apenas te dan respiro, en resumen, un recorrido bastante rompepiernas. 

En esta carrera, me presentaba tras casi dos semanas sin entrenar, eso sí, por voluntad propia, ya que quería descansar mente y piernas, por lo que tenía muy claro que no me encontraba en mi mejor momento, así que me presenté en la línea de salida con una idea muy clara, la de disfrutar de la última carrera del año, además de un año que se ha dado bastante bien. 

 
La carrera empezaba con un ligero desnivel favorable, por una larga recta, que solo se veía cortada por una glorieta poco antes del PK1. El ritmo en ese kilómetro fue algo más alto de lo esperado, sin duda ayudado por el desnivel, que hizo que hiciese ese primer kilómetro en 4´36”. Tras la recta, girábamos 360º para luego girar a la derecha, y dejar atrás el terreno favorable y empezar la primera subida, corta, pero intensa, y tras dos giros a la izquierda, bajar por la calle paralela, la cuesta que habíamos subido. 

Posteriormente, tras dos giros a la derecha, volvíamos a subir, en esta ocasión una cuesta más larga, que se iba notando en las piernas. El PK2 se encontraba cerca del comienzo de esta subida, y en el crono se notó tanto giro cerrado y las subidas y bajada, haciendo ese segundo kilómetro en 4´46”. 

El tercer kilómetro se hacía casi todo en subida, es una subida larga que apenas da descanso, pero como en el recorrido hacíamos una especie de S, nos encontramos con un tramo de bajada, que nos daba un pequeño respiro, antes de volver a encarar la subida. A pesar de la subida, pude llevar un ritmo bueno, haciendo ese tercer kilómetro en 4´41”. 


La subida era larga, por lo que parte del cuarto kilómetro también se encontraba dentro de ella, hasta que por fin giramos a la derecha, y nos encontramos, primero con un falso llano en bajada, para luego girar a la izquierda, y encontrarnos ahora sí, con terreno favorable, y con el PK4. Ese cuarto kilómetro lo hice en 4´50”, sin duda había pesado en el ritmo el final de la subida. 

El kilómetro cinco, era con perfil favorable, pero con un continuo sube y baja, bastante rompepiernas, que hacía imposible llevar un ritmo constante. Poco antes de la meta, unos voluntarios indicaban pasar por la zona derecha del arco de meta, a los que fuesen a hacer cinco kilómetros, o por la izquierda a los que íbamos a dar dos vueltas y hacer los diez kilómetros. 

El kilómetro cinco lo hice en 4´36”, pasando por el arco de meta en 23´29”. 


Tocaba encarar la segunda vuelta, en ella empecé a notar el parón y la falta de entrenamientos, haciendo la mayoría de los kilómetros unos segundos más lento que en la primera vuelta. El sexto kilómetro lo hice en 4´42”, más lento que en la primera vuelta en 6”, el séptimo kilómetro lo hice en 4´53”, más lento en 7”, y el octavo kilómetro noté bastante la subida y lo hice 15” más lento que en la primera vuelta, es decir en 4´56”. 

Los siguientes dos kilómetros, mejoré con respecto a la primera vuelta, pero no en unos tiempos que hiciesen recuperar el terreno perdido en los tres anteriores. El noveno kilómetro lo hice en 4´47”, mejorando en 3”, y el último kilómetro lo hice en 4´34”, mejorando en 2”, el tiempo de la primera vuelta, y siendo mi mejor kilómetro en todo el recorrido. 

Crucé la meta con un tiempo de 47´21”, lo cual teniendo en cuenta el momento de forma en el que estaba, el recorrido, y que en ningún momento forcé para ir a tope, me parece bien, y sobre todo teniendo en cuenta que me tomé la carrera para disfrutar de correr en mi ciudad, por las zonas que entreno, pero con dorsal.


miércoles, 20 de noviembre de 2019

Derbi de las Aficiones Madrid 2019

Un año más, y van siete ediciones, acudo a mi cita con el Derbi de las Aficiones, una carrera especial, ya que en ella debuté en 2013, haciendo mi primer 10K, y enganchándome a hacer carreras populares. 

La organización para la retirada del dorsal, como siempre es muy cómoda, ya que se puede retirar el dorsal a lo largo de la semana, por lo que evitan de esta forma las aglomeraciones, además de que hay seis personas dando los dorsales. Aunque hay un pero y es que solo dos de ellos dan los dorsales para absolutos y/o carreras infantiles, y no te indican quienes son, por lo que creo que sería mejor indicar las dos personas que dan dorsales absolutos e infantiles, y de esta forma te colocas y los recoges de una sola vez, en lugar de tener que ir de una persona a otra. La bolsa del corredor, rácana, camiseta y publicidad, y ni siquiera posibilidad de ropero gratuito, si lo querías, tenías que pagar dos euros más. 

 
Este año había un cambio importante en el recorrido, no era salida en el Estadio Bernabéu y meta en el Estadio Calderón, ya que con la demolición de este último, la meta pasaba a ser en el Paseo del Prado, junto a la fuente de Neptuno. Esto suponía un importante cambio en la salida, ya que salíamos desde la Avenida de Concha Espina, con una importante cuesta, y los primeros kilómetros, pasaban a ser un continuo sube y baja, hasta que poco antes del kilómetro cinco, encarábamos el Paseo de la Castellana, ya sí con un perfil mucho más favorable. 

 
Con el cambio del recorrido, aparte de ser un perfil menos favorable, la carrera ha perdido mucho encanto, en cuanto a las zonas que atravesaba, ya que aunque se sigue pasando por la Plaza de Colón, Paseo de Recoletos, Plaza de Cibeles y Neptuno, la primera parte del recorrido no es nada bonito, y hemos perdido el pasar por la Carrera de San Jerónimo, Puerta del Sol, Plaza de la Villa o la Puerta de Toledo. 

El resto, igual que en ediciones anteriores, dos arcos de salida, merengues y colchoneros, salidas con marca de tiempo, pero sin nadie en la entrada que lo controle, lo que hace que como siempre, haya gente ansiosa por salir que se coloca fuera de sitio, y no hace otra cosa que estorbar, más cuando desde la salida ya encaran la cuesta andando, pero eso sí, saliendo en el cajón de menos de 42´. 


Antes de la salida, quedada con los compañeros de Adidas Runners Madrid, foto en grupo, y nos repartimos en grupos en función de lo que cada uno teníamos previsto para la carrera, en mi caso, me fui junto con otros tres compañer@s, que teníamos más o menos la misma idea. 

Tras el Medio Maratón de Valencia, he reducido mucho los kilómetros en los entrenamientos, aunque si he intentado meterle algo más de chispa a las piernas, por lo que para esta carrera iba con la idea de intentar bajar de 45 minutos, y en función de cómo se diese la primera parte del recorrido, quizás soñar con mejorar mi marca. Aunque esto último lo vería en carrera, según respondiesen las piernas. 

 
La salida es bastante dura, ya que empezamos subiendo la Avenida de Concha Espina, por lo que ahí, era importante salir bien, y no perder mucho tiempo. Para ello contábamos con un compañero que nos iba a hacer de liebre, su marca es sub 40´, pero no quería forzar en esta carrera, ya que corría el Maratón de San Sebastián una semana después. Con él como referencia hicimos la primera subida, y los primeros toboganes que teníamos a lo largo del primer kilómetro, que hicimos en un tiempo de 4´46”. 

Los siguientes kilómetros se hacían por calles cercanas al Paseo de la Castellana, en su mayoría anchas, por lo que se podía correr sin problemas, aunque el problema era el continuo sube y baja, con más subidas que bajadas. Al ser zonas anchas, era fácil mantener la referencia de mi compañero, e ir corriendo relativamente cerca de él, sin perderle mucho de vista, además nos habíamos colocado en fila de a uno, con lo cual era más fácil cuando había que adelantar, y si te retrasabas un poco, siempre tenías la referencia de alguno de los otros. Los tres kilómetros siguientes, que los hicimos todos por esa nueva zona del recorrido los hicimos en 4´27” el kilómetro 2, 4´38” el kilómetro 3, y 4´33” el kilómetro 4. 

Antes de salir al Paseo de la Castellana, pasamos por el avituallamiento, en el que mis compañeros cogieron una botella, pero yo decidí no hacerlo, salvo que haga mucho calor, en un 10K, no suelo beber en carrera. En ese momento el grupo se estiró bastante, yo me adelanté con el compañero que hacía de liebre, mientras que una compañera y otro compañero, se quedaban algo atrás. 

Encaramos el Paseo de la Castellana, y pasamos por el PK5, en un tiempo total de 22´53”, haciendo ese quinto kilómetro en 4´29”. 

 
Desde antes de entrar en el Paseo de la Castellana, salvo el compañero que nos hacía de liebre, los otros dos se empezaron a quedar un poco atrás, durante un momento frenamos algo, girándonos para mirar atrás e intentar reagruparnos, y tras dudar si frenar o seguir, le dije a mi compañero que me veía bien, y que iba a tirar. Empezaba el terreno favorable, la calzada era ancha, y me encontraba bastante bien de piernas, por lo que tocaba empezar a recuperar tiempo si quería estar por debajo de los 45´, me coloqué a la izquierda de la calzada, y empecé a acelerar el ritmo. 

Por el PK6, ya pasé solo, sin ninguno de mis compañeros, lo hice con un tiempo de 27´07”, haciendo el kilómetro en 4´14”. Sin duda se notaba el cambio de recorrido y se notaba que había acelerado el ritmo. 

Los kilómetros que estábamos haciendo, y los que quedaban hasta la meta, eran parte del recorrido antiguo, con la salvedad que antes los hacías entre el uno y el seis, y ahora entre el cinco y el diez, con lo cual ahora se podía apretar a tope, cosa que en anteriores ediciones por ese punto ibas pensando que aún quedaban kilómetros de carrera. 

Seguí aprovechando el terreno favorable para seguir acercándome a mi primer objetivo, bajar de 45 minutos, pasando por el PK7 en 31´27”, haciendo el kilómetro en 4´20”. 

 
En ese momento hice un cálculo mental, quedaban tres kilómetros, si me salía una media de 4´30” en esos kilómetros, serían 13´30”, con el tiempo que llevaba me iría a 44´57”, es decir tenía en mis manos, o mejor dicho en mis piernas el bajar por tercera vez de 45 minutos en una carrera, e incluso intentar mejorar mi marca, pero no podía dormirme si quería conseguirlo. 

El kilómetro ocho lo hice en 4´17”, pasando por el PK8 en un tiempo de 35´44”, y en ese momento, unos cientos de metros por delante de mí, pude ver el globo de 45´, había salido antes que yo, y haberle recuperado era una motivación, además era una referencia, se supone que su ritmo debía de ser de 4´30”, y recuperarle significaba ir por debajo de ese ritmo. 

Por el PK9 pasé en 40´00”, haciendo el kilómetro en 4´16”, en ese momento el cálculo era fácil, si hacía el último kilómetro por debajo de 4´28”, haría mi mejor marca, así que apreté un poco más, pasé al globo de 45´, chute de moral, pasé por la Plaza de Cibeles, para mí una de las más bonitas de Madrid, encaré el Paseo del Prado, desde donde ya se veía la meta, y antes de ella, un nuevo subidón, mi mujer y el peque, animando y dándome el último empujón. 

Finalmente el kilómetro 10 lo hice en 4´10”, para un tiempo total en meta de 44´10”, a un ritmo de 4:25 min/km, es decir, mejoré mi anterior marca que era de 44´28”, en 18”. Ese mismo tiempo, fue el que hizo mi compañera y el compañero que nos hizo de liebre, por lo que ella también consiguió su reto de bajar de 45 minutos, mi otro compañero se quedó con la miel en los labios, ya que le sobraron 10” para bajar de 45 minutos. 

 
Y tras nuestra carrera, era el turno de los pequeños, en las carreras infantiles, donde el peque participaba ya por cuarta vez, disfrutando toda la familia de la experiencia, el corriéndola, y mi mujer y yo de verle como corre y las ganas que le pone. 


lunes, 4 de noviembre de 2019

Medio Maratón de Valencia 2019

El domingo 27 de octubre, dos semanas después de haber corrido el Maratón de Chicago, participé en mi cuarto medio maratón del año. Tras los dos de Madrid, y el de Valladolid, era el turno de Valencia, donde iba con la idea de intentar bajar de 1h 40´, una idea que podía ser demasiado optimista teniendo en cuenta lo reciente que tenía el maratón, y los pocos entrenamientos que había hecho desde que corrí en Chicago.


La organización de la carrera bastante buena, feria del corredor con buen acceso, primero recogías en un stand el dorsal, y luego ibas a otro stand, y recogías la camiseta, que en esta ocasión era la que marcabas en la inscripción, sin posibilidad de cambio, y la bolsa del corredor, bastante variada y con muchos productos, a los que luego había que sumar la bolsa de mandarinas que te daban en la meta. Los avituallamientos también muy bien, muchos voluntarios atendiéndote, y una buena organización tanto en la salida como en la meta.

El recorrido de la carrera es bastante llano, con solo una subida, al inicio de la misma, al tener que pasar un puente. Un recorrido con largas rectas, anchas avenidas, pasando por los lugares más emblemáticos de la ciudad, y que como está basado en otras carreras que ya he hecho en Valencia, me resultaba bastante conocido. Como siempre con mucha animación, pero por el contrario, tenías muchas zonas sin apenas sombra, y eso en un día como el que salió, se echaba mucho en falta.


El día de la carrera se hizo el cambio de hora, por lo que amanecía más temprano, y aunque la carrera empezaba a las 9 de la mañana, eran las 10 del antiguo horario, lo que hizo que el calor ya se hiciese notar casi desde la salida, y no solo el calor, lo que también se notaba era la humedad.

Como os he indicado anteriormente, iba con la idea de intentar bajar de 1h 40´, pero en esta ocasión solo era una idea, no un objetivo que me “exigiese”, y esa idea se fue diluyendo según se acercaba la carrera. Por un lado, el sábado anduvimos bastante, estuvimos en el Parque Gulliver, un parque de toboganes tanto para niños como para adultos, donde no paramos ni el peque ni los papis, con lo que volvimos al hotel algo cansados. Y por otro, estaban las condiciones climatológicas, como os he comentado, calor y humedad.


La salida estaba dividida por cajones, en él mío me encontré con una compañera de Adidas Runners, ella está preparando el Maratón de Valencia e iba muy fuerte, en mi caso, yo le comenté la idea que tenía de llevar un ritmo de 4:45 min/km, pero que no estaba seguro si podría llevarlo a cabo, de hecho el ritmo del Garmin me lo había puesto para 4:50 min/km.

Salí junto a mi compañera, pero pronto la dejé ir, ella salió muy fuerte, y yo tras el maratón, no tenía la chispa suficiente como para seguirla, y prefería ir cogiendo ritmo, sin forzar. Aún así, la cantidad de gente que había en la salida, y la animación, hace que te motives, y aumentes el ritmo, dejándote llevar, haciendo el primer kilómetro en 4´49”, ritmo que incluso mejoré en el segundo kilómetro, que hice en 4´44”, aunque empeoré en el tercero, haciéndolo en 4´50”. A esas alturas de carrera, sin haber llegado aún al cuarto de hora, ya estaba empapado en sudor, y pasando bastante calor, y para empeorarlo, no había llevado pastillas de sales, por lo que en mi cabeza empezó a darle vueltas a lo malo que iba a ser a lo largo de la carrera la pérdida de sales por el sudor.

El paso por el PK5 fue en 23´57”, cuando en mi mente me había marcado pasar por ese kilómetro en 23´42”. No era mucho el desfase, era un tiempo factible de recuperar en lo que quedaba de carrera, pero no podía seguir perdiendo tiempo, si de verdad quería estar cerca de 1h40´en meta.


Las largas avenidas se sucedían, también la animación, y por supuesto los ánimos de mi mujer y el peque, que hacían que me motivase aún más, aunque por otro lado, el calor, la humedad y el ir notándome algo cargado, estaban en el otro lado de la balanza. Pasábamos por kilómetros sin zonas de sombras, y cuando llegaba a los avituallamientos, bebía algo de agua, y me echaba mucha por la cabeza, la nuca y las piernas, intentando refrescarme.

Por el PK10 pasé con un tiempo de 47´51”, la referencia que me había marcado para ese punto era de 47´24”, por lo que seguía cediendo tiempo respecto a la referencia, pero estaba a menos de 30” de mi objetivo, todavía lo tenía al alcance de la mano, si conseguía enganchar unos buenos kilómetros.

Pero el siguiente tramo fue un quiero y no puedo, y en lugar de enganchar unos buenos kilómetros, la balanza cayó del otro lado, y lo que hice fue enganchar un par de kilómetros, el doce y el trece, en los que bajé demasiado el ritmo, kilómetros que curiosamente coincidieron con una zona de sombra. Tal vez mis piernas me pedían que disfrutase de esa sombra, en lugar de seguir avanzando en busca de las zonas de sol.


Tras un nuevo avituallamiento en el que de nuevo me eché más agua por el cuerpo de la que bebí, llegué al kilómetro 15, por el que pasé con un tiempo de 1h 12´18”, cuando mi referencia era de 1h 11´05”, ya llevaba perdido 1´13”, mucho de ese tiempo en los últimos cinco kilómetros. Ese fue el momento en el que decidí que no merecía la pena seguir forzando el ritmo, como presumía en la línea de salida, no era el día, demasiados factores en contra, como para intentar el asalto al sub 1h40´, así que desde ese momento, me dejé llevar por un ritmo más cómodo, con el que no sufriese, y con el que acabar la carrera. 

Empezamos a recorrer el centro de Valencia, una zona bastante conocida, tanto de corredor, como de turista. En esa zona las calles se estrechan, hay algo más de curvas, y la animación es aún mayor. En ese momento ya iba disfrutando más de la carrera, aunque seguía con mucho calor, y completamente empapado por el sudor y el agua que me echaba encima en cada avituallamiento.

Tras ello encaramos una larga recta de dos kilómetros que te lleva hasta el kilómetro 20, por el que pasé en 1h 37´20”, con un ritmo de carrera de 4:52 min/km, habiendo hecho los últimos cinco kilómetros a un ritmo de 5 min/km, notándose en el crono la relajación que tuve desde el PK15.


En ese kilómetro 20, me encontré de nuevo el apoyo de mi mujer y del peque, una vez más se habían movido por el recorrido para verme en tres ocasiones, una sonrisa, gesto de que ya está acabado, y a seguir en dirección a la meta. En ese camino a la meta, en dirección contraria a los corredores venían miembros de la Cruz Roja, con una camilla, sin duda para atender a algún corredor, y es que el calor hizo mella, y según un artículo de prensa, hubo 187 atenciones médicas, siendo evacuadas nueve personas a centros hospitalarios, sobre todo por síncopes.

Al final crucé la meta en 1h 42´40”, a un ritmo de 4:52 min/km, y a pesar de estar “lejos” de la marca que había pensado, dadas las circunstancias estaba contento, había cruzado una nueva meta, la de mi vigésimo medio maratón.


martes, 29 de octubre de 2019

Conclusiones tras mi octavo maratón

Tras contar como fue la experiencia en el Maratón de Chicago (parte I y parte II), es el momento de sacar conclusiones de toda la experiencia vivida, desde el primer entrenamiento del maratón hasta cruzar la meta de mi octavo maratón, y tercer major. 

Lo primero es el plan de entrenamientos y el cambio que he realizado en este maratón, respecto a anteriores planes de entrenamiento. Para este maratón tomé como base un plan para bajar de 3h 45´ en un maratón, el plan constaba de 12 semanas de entrenamiento, con 3 semanas de 4 días de entrenamientos a la semana, seis semanas de cinco entrenamientos, dos semanas de seis entrenamientos, y una semana de tres entrenamientos, en total 57 sesiones. Como he indicado, yo lo tomé como base para tener referencias de ritmos, ya que mi plan ha consistido en 14 semanas con tres días de entrenamiento por semana, es decir 42 sesiones, a las que podemos sumar las tres sesiones de rodajes suaves en la playa, es decir 45 sesiones en total, en 15 semanas. 

 
Otro cambio que le hice al plan fueron las tiradas largas, según el plan base, había que hacer tiradas de hasta 27 y 31 kilómetros, pero en mi caso el máximo fue de 22 kilómetros. Y en este caso en lugar de hacer las sesiones progresivas con un ritmo entre 5´57” y 5´21”, como indicaba el plan, yo las hice progresivas entre 5´55” y 5´. 

Además de los entrenamientos de correr, como en anteriores ocasiones he complementado con ejercicios de fortalecimiento, core, sesiones de estiramiento, y foam roller, y después de las sesiones intensas he tomado un suplemento recuperador, que ya utilice el año pasado cuando preparé Berlín y Nueva York.

Con esos cambios, a pesar de hacer doce sesiones menos y de hacer tiradas largas de menos kilómetros que el plan original, he logrado bajar de 3h 45´.

Desde primeros de año, hice un cambio en mi forma de entrenar, sesiones más cortas, menos kilómetros, pero más intensos, buscando de esta manera restar kilómetros basura, y meter más kilómetros de calidad. Al principio me costó, pero según fueron pasando los meses fui notando la mejoría, que he notado tanto en las buenas sensaciones en carrera, como en las marcas, ya que no solo he mejorado mi marca en el maratón en más de siete minutos, también he mejorado en medio maratón casi dos minutos y medio, y casi seis minutos en el 15K. 

 
Otra modificación que he hecho, y que he notado que ha sido muy positiva, ha sido el masaje de descarga. Normalmente me lo suelo dar antes de empezar el plan de entrenamiento, pero en esta ocasión me lo di durante el plan de entrenamiento, unas tres semanas antes del maratón, y resultó milagroso, ya que pasé a notar las piernas mucho más ligeras, y molestias que empezaba a notar por la carga de kilómetros, me desaparecieron, llegando al día del maratón mucho más fresco que en otras ocasiones. 

El preparar un maratón en los meses de verano, con el calor, y con sesiones a más de 30 grados, suponía un inconveniente, ya que no me terminaba de notar del todo bien, los ritmos no me salían como estaban en el plan, y las sensaciones no eran buenas, pero en este caso la experiencia es un grado, ya había pasado por ello el año anterior, al preparar el Maratón de Berlín, por lo que sabía que no tenía que darme por vencido, y que una vez bajasen las temperaturas las sensaciones serían mejores, sin necesidad de bajar la intensidad del plan. 

Otro aspecto nuevo a destacar en el plan, ha sido el meter en algunos de los rodajes, series en cuestas, creo que han sido una buena decisión, me han ayudado a fortalecer las piernas, y a evitar, o por lo menos retrasar, la fatiga en un maratón. La mezcla de rodaje más cuestas se hacía dura, pero internamente, me encontraba muy bien con ese tipo de entrenamiento, y creo que han dado el fruto deseado.

El Maratón de Chicago ha supuesto, a día de hoy, mi mejor maratón, ya no solo por la marca, sino por las sensaciones a lo largo de toda la carrera. A él llegaba con muy buenas sensaciones, sin molestias de ningún tipo, con la mente muy despejada, y muy ilusionado y optimista, tanto, que no podía creérmelo, y esperaba que en cualquier momento algo se torciera, pero por suerte no fue así. El llegar bien física y mentalmente, me hizo superar los pocos malos momentos del maratón, como fue el fallo del GPS, o el sufrimiento que pasaba cada vez que me tocaba tomar las gominolas. En otro maratón, en otras circunstancias, posiblemente me hubiese desconectado, pero en esta ocasión supe abstraerme de todo y seguir comiéndome los kilómetros. Eso sí, lo que he sacado en claro de este maratón, es que no volveré a usar las gominolas en un maratón. 

 
Como es habitual, antes del maratón me propuse varios objetivos: 

- El primero, cruzar la meta de mi octavo maratón, lo conseguí. 
- El segundo, sufrir lo menos posible y disfrutar al máximo. Puedo decir que es el maratón en el que menos he sufrido y que he disfrutado mucho, aunque ha sido de una manera diferente al de Nueva York. 
- El tercero, mejorar la marca de Valencia de 3h 49´30”, también lo logré. 
- El cuarto, lograr la marca para la que había entrenado, 3h 45´, lo conseguí de sobra, ya que incluso lo bajé a 3h 42´17”. 

El fallo en el GPS, me hizo correr casi sin referencias, solo las que sacaba cada 5 km, lo cual podía ser malo, ya que podía dejarme llevar en exceso, sobre todo por un ritmo cómodo, y echar al traste todo lo entrenado, pero la verdad que fue como si las piernas estuviesen ya hechas a un ritmo de 5:15 min/km, y prácticamente fue el ritmo que fui llevando durante todo el maratón. Es posible, que hubiese podido llevar algo más de ritmo durante la carrera, pero teniendo en cuenta la situación, estoy muy contento con el resultado. 

 
Con este, ya son tres los majors que llevo hechos, la experiencia vivida en cada uno de ellos ha sido increíble, y aunque en un principio nunca me había propuesto correr los seis majors, estando ya a mitad de camino, si empiezo a vislumbrar la posibilidad, con tiempo, de completarlos todos.

miércoles, 23 de octubre de 2019

Maratón de Chicago 2019. Parte II

Puedes leer la primera parte pinchando aquí.

Pasado el medio maratón, ya de nuevo entre rascacielos, chute de energía al ver a mi mujer y al peque, aunque bueno, en esta ocasión si no me avisan ellos, yo nos los hubiese visto, ya que justo me pillaron mirando el GPS, y haciendo cálculos mentales de mi paso por el medio maratón. Poco después de nuevo me encontré con el espectador español, que en esta ocasión me grito “vamos Manu!!”. Y tras estos momentos de emoción y ánimos, cruzábamos nuevamente un puente, la quinta vez, y todavía nos quedaba un sexto paso sobre el río. Los puentes como indiqué en la parte I, son de rejilla abierta y la organización había puesto una alfombra para que la pisada no fuese tan molesta, aunque eso solo conseguía mitigarlo en parte. 


Encarábamos una larga recta, dejando atrás los rascacielos y entrando en una zona más residencial. De nuevo, un momento de la carrera en la que, aunque había gente animando, no era tanto como en la zona que acabábamos de dejar atrás. 

En torno a las dos horas de carrera tocaba tomar un nuevo paquete de gominolas, y de nuevo llegaba el sufrimiento, nariz taponada, vaso de agua helada, cuatro gominolas, había que masticarlas de una en una, a la vez que mantienes el ritmo y respiras por la boca… una verdadera odisea, que salvé como pude, intentando no perder mucho ritmo, y jurándome a mí mismo que era el último maratón en el que tomaba gominolas, para el próximo volvería a los geles. 

Al final de la larga recta girábamos a la izquierda y nos encontrábamos con el PK25, por el que pasé con un tiempo de 2h 10´46”, a un ritmo de 5:14 min/km, haciendo el tramo desde el kilómetro 20 al 25 en 26´07”. En ese momento llevaba ya tres parciales de 5 kilómetros corriendo por sensaciones, olvidándome del GPS, y la verdad es que no me estaba yendo nada mal, ya que mantenía un ritmo regular, en el que me encontraba bastante cómodo, aunque también es verdad, que quedaban por delante los kilómetros más duros de un maratón, donde el ritmo suele resentirse. 


Pasado el kilómetro 25, volvimos a encarar una larga recta de más de una milla, seguíamos corriendo por la zona residencial, deshaciendo el camino que habíamos hecho anteriormente, volviendo hacia el río. En ese momento del maratón son tan importante las piernas como la cabeza, y yo intenté motivarme con recuerdos, como los entrenamientos que hice por mi pueblo con altas temperaturas, o también venían a mi mente las dos últimas tiradas largas, de 18 y 16 kilómetros, que había compartido con mis compañeras de Adidas Runners Madrid, que tan amenas me resultaron, y que en ese momento me ayudaban a seguir recorriendo kilómetros. 

Y llegaba la hora de tomar una un nueva referencia, el kilómetro 30, en ese momento llevaba 2h 37´04”, el ritmo de carrera hasta ese punto era de 5:14 min/km, y ese intervalo de 5 kilómetros lo había hecho en 26´18”. 

Llegaba el momento en el que se dice que empieza el maratón, estás a solo doce kilómetros de la meta, pero ya llevas treinta kilómetros en las piernas, aunque en lo que a mí respecta, me encontraba bastante bien, tanto física como mentalmente, además, en los últimos kilómetros llevaba la referencia de un corredor de Costa Rica, que unos metros por delante de mí, iba marcando un ritmo que se adecuaba al mío. 


En este nuevo intervalo de cinco kilómetros, llegó un nuevo momento malo, tocaba tomar el tercer paquete de gominolas, en este caso con cafeína, misma operación que anteriormente, y mismo sufrimiento, hasta el punto que de las cuatro gominolas decidí tomarme solo dos. 

La verdad es que es muy curioso, el correr sin GPS no me había afectado mentalmente, tampoco los tramos de viento, y sin embargo, el tener que tomar las gominolas estaba logrando sacarme del maratón, así que siendo consciente de que era una decisión arriesgada, opté por no tomar nada más en lo que quedaba de carrera. Este trance, también supuso que perdiese la referencia del corredor de Costa Rica, ya que tuve que bajar el ritmo, y el otro corredor se me fue. 

Tras ello cruzamos por sexta y última vez el río, de nuevo los espectadores empezaban a agolparse a ambos lados, más según nos acercábamos a Chinatown, donde entre los espectadores se encontraban mi mujer y el peque. En esta ocasión los vi mientras girábamos, y pude saludarles y sonreírles, transmitiéndoles que todo iba bien. 

Una vez dejamos atrás Chinatown, nos encontramos con el PK35, que hice en un tiempo de 3h 03´37”, ritmo de carrera 5:15 min/km, siendo ese el peor parcial de todo el maratón, ya que lo hice en 26´33”. No me encontraba mal de piernas, así que entendí que esa bajada de ritmo fue debida al momento de comerme las gominolas, en el que desconecté un poco de la carrera. 


Ahora corríamos de nuevo por una zona residencial, de edificios bajos, en paralelo a la carretera, y sin apenas animación. Me habían hablado de la animación del público en el Maratón de Chicago, que congrega más de millón y medio de espectadores, y la verdad es que en ese aspecto, comparado con Nueva York o con Berlín, se queda un poco atrás. Es cierto que hay mucho público, pero se concentra en determinados puntos del recorrido, existiendo tramos de la carrera en los que la presencia de público es testimonial. 

En mi mente ya solo pensaba en el kilómetro 40, y pasada la milla 24 (38,4 km), encaramos una larga recta que llegaba casi hasta la milla 26, y desde el comienzo de la recta, a lo lejos se podía ver el gran cartel azul que marcaba el kilómetro 40. 

En esta recta de nuevo la gente se agolpaba a ambos lados, los gritos de ánimo iban en aumento según ibas avanzando por ella, y veías como poco a poco se acercaba el cartel azul, hasta que te veías junto a él, y a tu mente solo te viene la idea de que el maratón ya está hecho. 


Por el cartel que marcaba el PK40 pasé con un tiempo de 3h 29´53”, a un ritmo de 5:15 min/km, haciendo el intervalo del 35 al 40 en 26´16”. Eso suponía mejor ritmo que en el intervalo anterior, y sobre todo, era el primer maratón en el que había conseguido llevar un ritmo más o menos constante en la carrera. 

Había quedado con mi mujer en que iría a verme a ese punto, para darme la bandera de España, y así entrar con ella en meta. Ella llevaba un cortavientos fosforito que nos había regalado la agencia con la que viajamos, por lo que me fue fácil verla desde lejos, emocionado me fui hacia ellos, les di un abrazo, un beso, mi mujer me dio la bandera, y le di voz a la idea que me había venido al pasar por el PK40, y le dije “ya está hecho”. 

Desde ese momento, decidí dejar de abstraerme, y disfrutar de lo que quedaba de maratón, bajaba el ritmo, me acercaba al público, chocaba las manos, saludaba a los españoles, que ondeaban la bandera, y me animaban al grito de “vamos España”, y entre los espectadores, me encontré de nuevo con el espectador que conozco virtualmente por instagram. Quedaba solo una milla para meta, y él me animó al grito de “solo queda una milla”, yo me acerqué a él, le choque la mano, y le di las gracias por los ánimos que me había dado hasta en tres puntos del maratón. 



Continué haciendo el último tramo del maratón de la misma forma, pasé por un cartel que indicaba 800 metros, menos de un kilómetro para meta pensé. Seguí saludando y corriendo, encaraba el final de la larga recta, cartel de 400 metros, momento en el que me até la bandera al cuello. Desde que me la dio mi mujer la había llevado sobre los hombros, y en ese tramo, en el que cruzábamos un nuevo puente, en esta ocasión sobre las vías del tren, me la até al cuello a modo de capa. 

Giramos a la izquierda, y encaramos la recta de meta, cartel de 200 metros, y llegó el momento del ritual, mirada al cielo, con los dos dedos índices señalándolo, di las gracias a mi abuela, por supuesto, mientras me acercaba a la línea de meta aplaudía y daba las gracias al público que había en esa zona, y sobre todo disfruté de cruzar una nueva meta de un maratón, la octava, la de mi tercer major. 

El tiempo en meta fue de 3h 42´17”, a un ritmo de 5:16 min/km, siendo mi mejor marca en un maratón, mejorando hasta mis perspectivas más optimistas, y lo más positivo de todo, es que física y mentalmente, durante toda la carrera me había encontrado muy bien, sin duda los entrenamientos, habían dado su fruto. A título informativo, decir que el GPS al final del maratón me marcó 44,370 km, es decir, acumuló un error de más de dos kilómetros. 

De la organización del maratón, me quedó un gran sabor de boca, los avituallamientos, la cantidad de voluntarios que hay, el trato al corredor tanto antes, durante y después de cruzar la meta, siempre sonriéndote, animándote, felicitándote, siempre atentos. El público, una pena las zonas en las que corres prácticamente solo, pero en las zonas en las que se congregaban siempre están animando y tirando de ti, y al igual que en Nueva York, te felicitan cuando te ven con la medalla colgada tras el maratón. 

En comparación con Berlín y Nueva York, indicar que en Chicago tanto el acceso a la línea de salida, como después cuando acabas y quieres salir de la zona, es mucho más fluido y cómodo. En resumen, un maratón muy recomendable. 


lunes, 21 de octubre de 2019

Maratón de Chicago 2019. Parte I

El viernes a las 15 horas, ya estábamos en Chicago, que nos recibió con una temperatura fresquita, y algo de lluvia. Tras ir al hotel, y dejar las maletas, salimos a dar una vuelta por los alrededores del hotel, para ir descubriendo un poco la ciudad, y sobre todo, estirar las piernas tras las nueve horas de vuelo. 

El sábado amanecimos temprano, efecto del jet lag, el cual quería mantener hasta el día siguiente, ya que teniendo la salida del maratón para las siete y media de la mañana, me tocaría levantarme en torno a las cinco. Tras desayunar en el hotel, nos reunimos con el grupo de la agencia, que nos acompañaría a la feria del corredor a retirar el dorsal. 

 
Para acudir hasta la feria del corredor, la organización había dispuesto varios puntos en la ciudad, donde coger un autobús que te llevaba hasta la feria, eran los típicos autobuses amarillos, de los escolares, que tantas veces hemos visto en las películas. Esto me recordó a cuando hice el Maratón de San Francisco, ya que la organización en ese maratón hizo lo mismo. 

Ya en la feria del corredor, al entrar pasas por un punto donde una persona te pide la confirmación del dorsal que te han mandado por mail, y un documento oficial con foto, que demuestre que eres el corredor dueño de ese dorsal, y tras pasar el código QR por la tablet que tienen, te muestran los datos que le salen, les confirmas que son correctos, y te dicen el número de stand en el que recoger el dorsal. Vas al stand indicado, donde ya tienen listo tu dorsal, y tras mostrar el pasaporte, te lo dan, y te indican donde retirar la bolsa del corredor, con tu camiseta, publicidad, y alguna muestra gratuita. Tras ello, dimos una vuelta por la feria del corredor, a mi parecer más pequeña que la de Berlín y Nueva York, y bastante parecida a la de Madrid, por tamaño, y por que se celebraba en un pabellón estilo a los de IFEMA. Allí, en uno de los stands, te daban una pegatina para que indicases tu marca deseada en el maratón, y aunque iba con la idea de 3h 45´, en la pegatina fui algo más osado y puse 3h 43´30”, que era la marca que tendría que hacer, según el test del Medio Maratón de Valladolid. 

 
Ya de vuelta en el hotel, decidimos dar un paseo por Millenium Park, que estaba justo enfrente del hotel, y ahí cometimos un fallo, la idea es que fuese un día tranquilo, de no andar mucho, pero en el parque vimos un cartel que indicaba 15 minutos al Navy Pier, así que pensamos ir andando tranquilamente y comer allí, pero los 15 minutos, no sé como estaban medidos, ya que el paseo fue de bastante más tiempo, y luego quedaba la vuelta, así que al final terminamos andando bastante más de lo que queríamos. 

Como os he indicado antes, la salida del maratón la tenía para las 7:30, y la agencia nos había citado en el hall del hotel a las 6:15, por lo que a las 5 de la madrugada ya estaba despierto, me vestí, y bajé a desayunar tranquilamente. En el desayuno como es habitual algo suave, un té, un yogurt, una tostada, y me cogí un plátano, para comerlo antes de la salida del maratón. 



Andando nos dirigimos hacía la salida, y a la entrada del parque nos dividimos para irnos cada uno a nuestra puerta de acceso siendo yo el único que tenía el cajón E, por lo que ya en solitario me dirigí a pasar el control de entrada, que no es como el de Nueva York, donde pasabas por un arco como el de los aeropuertos, pero sí que te pasaban un detector de metales, y en caso de llevar bolsa para el ropero, la revisaban, eso sí, a partir de ahí solo podías llevar la bolsa transparente del ropero que te daba la organización. 

La salida se hace en tres oleadas, roja (en la que yo iba), azul, y naranja, y cada oleada tenía distintos cajones divididos por letras. 

Poco antes de las siete ya estaba en mi cajón el E, en ese momento me encontraba más tranquilo, llevaba varios días bastante nervioso, pero el verme ya tan cerca del momento de la salida, me relajó bastante. Tras sonar el himno americano, llegó el momento de que diesen el pistoletazo de salida. 

 
De salida, intenté no dejarme llevar por la emoción del momento, a eso me ayudó que salíamos con una ligera subida, que no me pilló de sorpresa, ya que el día anterior habíamos estado por la zona de la salida y ya la había visto. Poco después nos adentramos en un largo túnel, en el que ya vi una imagen típica en los maratones, y es ver a una persona andando desde el primer kilómetro, solo pude pensar “que largo se le va a hacer el maratón”. 

Tras salir del túnel, de 650 metros, nos encontramos ante un puente, por el que cruzaríamos por primera vez el río Chicago. Estos puentes se levantan para dejar pasar el tráfico marino, por lo que el suelo no es de hormigón, sino que es de rejilla abierta. La organización había puesto sobre ellos alfombras, pero aún así, al pisar, se notaba la rejilla, siendo algo incómodo. 

Y tras el puente, nos vimos rodeados por la inmensidad de los rascacielos, y el público que a ambos lados se agolpaba animando al paso de los corredores, y en ese momento, me di cuenta que el GPS se había vuelto loco, tras marcarme el primer kilómetro en 5:22 min/km, algo razonable, empezó a no dejar de pitar, le había marcado ritmo rápido 5:10 min/km y ritmo lento 5:25 min/km, y lo mismo me pitaba por ir a un ritmo superior a 7 min/km, que me pitaba por que iba a menos de 4 min/km, sin duda, el largo túnel y los rascacielos, estaban haciendo que no tomase bien las distancias. En ese momento decidí olvidarme un poco del reloj, y centrarme en disfrutar del momento, corriendo entre rascacielos y con el apoyo de la gente. 

 
Pasamos por el primer avituallamiento (estaban situados más o menos cada dos millas, algo más de tres kilómetros), los voluntarios se situaban a ambos lados de las calles, primero con vasos de bebida isotónica, y luego con vasos de agua. En este primer avituallamiento tomé un vaso de bebida isotónica, pero apenas un par de sorbos, ya que tienen más sales que la bebida isotónica de España, y es más fuerte para el estómago. 

En ese punto estábamos serpenteando alrededor del río Chicago, ya habíamos pasado en dos ocasiones por los puentes que lo cruzan, y aún nos quedaba una tercera antes del kilómetro 5. Seguíamos entre rascacielos y con la gente animando a ambos lados de la calle, con los famosos cencerros que ya conocí en Nueva York, y con banderas de diferentes países. 

 
Pasada la milla 2, primer punto en el que estaban mi mujer y el peque animando bandera de España en mano, y un poco más adelante, me sorprendo ante el grito de un espectador de “Vamos A mis 40”, es lo que tienen las redes sociales, que estás corriendo a miles de kilómetros de tu país, pero alguien te anima por tu nick, y es que el espectador era español, nos conocemos virtualmente por instagram, y había ido a Chicago junto un grupo de corredores. 

El maratón de Chicago está medido en millas, 26,2 millas, marcando cada milla a lo largo del recorrido, respecto a los kilómetros están marcados cada 5 kilómetros, y aparte podías ver de vez en cuando algún kilómetro salteado, que no era múltiplo de 5. Llegados al PK5, miré el reloj, marcaba 26´25”, a un ritmo de 5:17 min/km, para haber corrido sin GPS, había logrado estar dentro del ritmo marcado. Para que os hagáis una idea del desfase que llevaba en el GPS, el kilómetro 5 me lo había marcado en 23´57”, a un ritmo de 4:47 min/km, es decir llevaba un desfase de casi dos minutos y medio, en solo 5 kilómetros. 

Con el desayuno, me tomé una pastilla de sales, y aunque a pesar del río Chicago, y del lago Michigan, no se notaba humedad, además de que por lo fresquito de la mañana, no estaba sudando, decidí ser previsor y a los 45 minutos, me tomé otra pastilla de sales. 



En este tramo del maratón, nos dirigimos hacia el norte, entrando en una zona de edificios más bajos, hasta que a la altura de la milla 5 (más o menos kilómetro 8), giramos a la derecha, y empezamos a correr en paralelo al lago Michigan, sin ningún edificio alrededor, y empezando a notar por primera vez desde que tomamos la salida, el viento, que en este punto nos venía de lateral. 

Durante estos kilómetros, fui comprobando el ritmo que me marcaba el GPS, pero seguía sin fiarme, y no me guiaba mucho por lo que me iba marcando. Por el kilómetro 10, pasé con un tiempo de 52´32”, a un ritmo de 5:15 min/km, haciendo ese tramo del 5 al 10 en 26´07”. El GPS seguía con un importante margen de error, ya que me marcó el kilómetro 10 en 49´07”, siendo ya la diferencia de casi tres minutos y medio. 

 
Después de tomar la referencia del kilómetro 10, decidí olvidarme del GPS, no tenía sentido fijarme, ya que el desfase iba en aumento, así que empecé a correr por sensaciones, para ello debía intentar no dejarme llevar y poner un ritmo alto, ni ser muy comedido y que el ritmo fuese muy lento, así que decidí abstraerme de todo, centrarme solo en correr, y en mantener un ritmo constante, más o menos parecido al que había llevado a este ese momento, y es que no estaba dispuesto a tirar semanas de entrenamiento, por culpa del GPS. 

Aún hicimos más de una milla junto al lago, y sin ningún tipo de resguardo, en ese momento giramos a la izquierda, y cerca de la milla 8 (12,8 km aproximadamente) volvimos a girar a la izquierda, corriendo ahora hacia el sur, y de nuevo al resguardo de los edificios. 

Poco antes del kilómetro 15 me tomé el primer paquete de gominolas. Tenía la nariz muy taponada, y solo podía respirar por la boca, en los avituallamientos no daban botellas si no vasos, y eso complicaba comerme las cuatro gominolas y beber agua, a la vez de mantener la respiración, sin duda fue un sufrimiento. A todo esto, decir que el agua que daban en los avituallamientos estaba helada, y con el fresquito que hacía, no apetecía nada, aparte del miedo que me daba que me cortase el estómago, como ya me pasó en el Maratón de SanFrancisco. 

El paso por el kilómetro 15 fue en 1h 18´40”, a un ritmo de 5:15 min/km, haciendo el parcial en 26´08”, calcando prácticamente el tiempo del anterior parcial. 

 
Seguimos dirigiéndonos hacia el sur, en dirección al río Chicago, corriendo por barrios de edificios más bajos, donde de vez en cuando el viento se dejaba sentir, una zona en la que el público volvía a situarse a ambos lados de la calle, después de haber hecho todos los kilómetros en paralelo al lago, prácticamente sin animación. En este tramo, volvían las banderas, la animación, y una cosa que ya vi en el maratón de Nueva York, espectadores dando plátanos, agua y papel de cocina para secarte el sudor, aunque en mi caso no me hacía falta, ya que la fresca temperatura, hacía que prácticamente no fuese sudando. 

Antes de cruzar el río Chicago por cuarta vez, pasamos por el PK20, en ese momento llevaba 1h 44´39”, a un ritmo de 5:14 min/km, haciendo el parcial en 25´59”, seguía centrado en mi ritmo, y de nuevo veía que iba haciendo los parciales a un ritmo muy parecido. 

El medio maratón se encontraba situado tras cruzar, por cuarta vez, el río Chicago, y lo pasé en 1h 50´17”, a un ritmo de 5:14 min/km. A esas alturas de carrera, mejorar mi marca de Valencia (3h 49´30”), salvo hecatombe, lo tenía en la mano, la meta que me había puesto de 3h 45´, también era bastante factible, y empezaba a pensar que el tiempo de 3h 43´30” que había marcado en la feria del corredor podía ser factible.

Puedes leer la segunda parte pinchando aquí.