jueves, 27 de junio de 2019

Carrera Norte vs Sur 2019

El domingo 16 de junio, cerré la primera parte de la temporada, lo hacía en la carrera Norte vs Sur, una carrera de 10 kilómetros con un perfil bastante favorable, en la cual había participado en los años 2015, 2017 y ahora en 2019, curiosamente siempre en años impares. También es curioso que en cada año que he participado el recorrido ha sido distinto, aunque el de este año, se parecía mucho al del 2015. También comentar que en esta carrera, en el año 2015, conseguí por primera vez bajar de los 50 minutos en un recorrido de 10 kilómetros.


En esta carrera la retirada del dorsal es muy cómoda, ya que empiezan a entregar dorsales desde principio de semana, lo cual evita posibles aglomeraciones. Yo fui a retirar el dorsal el viernes por la tarde, y no tuve que hacer nada de espera. Otra cosa que me gusta de la organización es que cada uno es responsable de la talla de camiseta que solicita en la inscripción, sin posibilidad de cambio el día de la entrega del dorsal. La bolsa del corredor llevaba una bolsa de pistachos, y una crema para masaje de piernas, obsequio de los patrocinadores. El avituallamiento en meta está bien, ya que te dan tres botellas, y una barrita de cereales.

El recorrido, como he comentado es bastante favorable, aunque los primeros kilómetros tienen bastantes curvas, y hay zonas estrechas, lo cual siempre dificulta a la hora de correr. Pasado el kilómetro 3 hay un repecho, y a partir del kilómetro 4 empieza una zona de toboganes, donde siempre se baja más que se sube, hasta la calle Alcalá, donde nos esperaba otro repecho. La carrera, he de decir que bonita, no es, en lo que a zonas de paso emblemáticas se refiere, salvo el tramo final, que pasamos junto a la Puerta de Alcalá, Parque del Retiro, y Plaza de Cibeles, con sus maravillosos edificios que la rodean.


La salida estaba marcada por cajones de tiempos, pero la entrada era libre, por lo que cada uno se colocaba donde quería, aunque su marca no se pareciese en nada. En lo que a mí respecta, aunque era la última carrera de la temporada, y en los entrenamientos había bajado mucho el volumen y la intensidad, me encontraba con confianza de estar en torno a los 45´, o por lo menos intentarlo, así que ese fue el cajón en el que decidí meterme.

Como en el Derbi de las Aficiones, la salida tenía dos arcos, uno para los corredores del Norte, y otro para los corredores del Sur, ya que esta carrera está enfocada como un duelo entre Norte y Sur, eligiendo en la inscripción el bando al que quieres representar. Yo elegí Sur, y cerca de mí, en el lado del Norte, se encontraba el globo de los 45´, al que pensé que sería bueno seguir.




El primer kilómetro es bastante estrecho, además de que nada más salir hay un giro a la derecha, de manera que se hace más apelotonamiento al llegar a él. En ese tramo decidí no obsesionarme con el globo, y me limité a tenerlo a la vista, a una distancia prudencial. Ya en el segundo kilómetro, empezó a haber más espacio para correr, y durante todo el kilómetro me limité a intentar mantener la distancia con el globo de los 45´. Tras la locura de los dos primeros kilómetros, en el que todos los corredores van buscando su sitio, en el kilómetro 3 empecé a correr más cómodo, el perfil era más llano, y además empecé a mantener constante la distancia con el globo. Esos tres primeros kilómetros los hice en 4´33” el primero, en 4´38” el segundo, y en 4´29” el tercero.

Antes de pasar por el PK4 vi en la distancia a un compañero de Adidas Runers, con el que suelo compartir entrenamientos, tiene mejor ritmo que yo, pero pensé que podía ser una buena liebre, así que decidí, en lo que pudiese, intentar mantener el ritmo de mi compañero aunque fuese en la distancia.

Al comienzo del kilómetro 4 nos encontramos con el primer repecho de la carrera, ya conocido, puesto que por ahí se pasa en el Medio Maratón de Madrid, fue momento de acortar la zancada, intentando no perder mucho el ritmo, y sobre todo la distancia con el globo, lo cual conseguí. A lo largo de ese kilómetro fui recortando la distancia con el globo hasta ponerme en paralelo a él, momento en el que sorprendentemente pasamos al globo de 50´, que no sé muy bien porqué, iba por delante nuestra.



Y con esa liebre en la distancia, y con el globo de los 45´detrás de mí, encaré el kilómetro 5, donde aproveché que había bastante terreno favorable para acelerar el ritmo, y comprobar que tenía buen ritmo en las piernas.

Por mitad de carrera pasé con un tiempo de 22´35”, haciendo el kilómetro 4 en 4´40”, y el kilómetro 5 en 4´15”. Por lo tanto mi idea inicial que era estar en torno a 45´, se estaba cumpliendo, e incluso si las piernas respondían, podía intentar estar por debajo.

Llegado al avituallamiento, me coloqué a la izquierda y tras dos pasar junto a dos voluntarios que no tenían agua en las manos preparadas, no di opción a un tercero, y yo mismo me serví, cogiendo una botella de la mesa. Como es habitual en esta época, el agua la usé más para refrescarme cara, nuca y piernas, que para beber, ya que apenas le di un sorbo. Esto se notó en dos cosas, por un lado, perdí de vista a mi liebre, y por otro lado, que a pesar de ser el kilómetro más favorable de la carrera, en el ritmo no se notó como podía haberlo hecho, haciendo el kilómetro en 4´30”.



Ya sin mi liebre a la vista, pero sabiendo que el globo de 45´ seguía por detrás mía, afronté lo que quedaba de carrera, disfrutando de ella, y sobre todo con buenas sensaciones de piernas, lo que me llevó a hacer el kilómetro 7 en 4´16”, y el 8 en 4´22”.

En ese punto de la carrera se encontraba el último repecho, llegamos a la Puerta de Alcalá, dejando atrás la calle Serrano, y girábamos a la derecha, bajando a la Plaza de Cibeles, y justo antes de llegar a ella, hacíamos un giro de 180º, subiendo de nuevo hacía la Puerta de Alcalá. En ese tramo, cuando yo bajaba, por el otro lado subía mi compañero de Adidas Runners, lo que me inyectó más energía al ver que no le había perdido mucho en la distancia. Por otro lado, cuando yo subía, el que bajaba era el globo de 45´, al que había conseguido mantener detrás de mí.




Tras el repecho, encaramos la calle de Alfonso XII, donde me costó un poco recuperar ritmo, haciendo el kilómetro 9 en 4´31”, y a partir de pasar por el PK9, decidí apretar, del terreno que quedaba, más de la mitad era favorable, sabía que estaba en tiempo de bajar de 45´, pero no quería mirar el reloj.

Giramos a la derecha, dejando la calle Alfonso XII, encaramos la pequeña y empinada calle de Claudio Moyano, donde aproveché la bajada, para apretar más, y de nuevo giramos a la derecha, para encarar el Paseo del Prado, donde se encontraba la línea de meta, a unos 400 metros.

En esa recta estaba mi mujer con el niño, saludo, guiño y pulgar hacia arriba, y a seguir, ahora la mirada era al crono, que marcaba 44 minutos largos desde que salió la carrera, yo salí más tarde, pero no sé cuánto. Pasó un primer arco, de uno de los patrocinadores, el crono sigue, se acerca a 45 minutos, lo pasa, mientras yo paso un segundo arco de los patrocinadores, me voy acercando a la meta, el crono ya marca más de 45´, cuando yo cruzo la meta, pero ese no es mi tiempo, mi tiempo me lo marca el Garmin (y luego me lo ratificó la clasificación de la carrera), y es 44´29”. Lo había conseguido, había bajado de 45 minutos, y con más margen del que pensaba.



Al final de la carrera me encontraba feliz, a pesar de haber bajado el volumen y la intensidad de los entrenamientos, había tenido chispa en las piernas y un ritmo bueno, hasta el punto que no solo conseguí bajar de 45´, sino que me había quedado a un segundo de mi mejor marca, que la hice en el Derbi de las Aficiones del 2017, con una importante diferencia, en esa ocasión estaba en pico de forma, a una semana del Maratón de Valencia, y en esta ocasión estaba lejos del pico de forma que logré en abril para correr el Medio Maratón de Madrid.

La conclusión de estos primeros seis meses del 2019, es que he acertado al cambiar el método de entrenamiento, dejando de lado los kilómetros basura a ritmo lento, haciendo menos kilómetros (a estas alturas de año, casi cien kilómetros menos que en 2018), pero con mayor intensidad, pero sobre todo, no podría hacerlo sin el apoyo de mi familia.



miércoles, 19 de junio de 2019

15K Nocturna de Valencia

Este año descubrí esta carrera, la cual compaginaba la posibilidad de pasar un fin de semana en Valencia, presumiblemente con buen tiempo y posibilidad de playa, y hacer unos kilómetros, por una ciudad enamorada del running. Así que le propuse el plan a mi mujer, y me inscribí en la carrera.


Esta era la sexta edición de la carrera, un compañero de Adidas Runners la había corrido el año anterior y me había hablado bastante bien de ella. Tiene un recorrido bonito por la ciudad de Valencia, pasando por el Palau de la Música, Torres de Serrano, Ayuntamiento, Puerta del Mar, Plaza de toros, Puente del Reino, Ciudad de las Artes y las Ciencias, y el Edificio del Reloj. Además es un recorrido bastante llano, y con zonas ya conocidas, después de haber corrido allí el Maratón del 2017 y Mundial de Medio Maratón de 2018.

Respecto a la recogida del dorsal, la realicé el viernes, fuimos directos desde Madrid a la feria del corredor, la pena es que se hacía en una zona cercana al puerto, con poca posibilidad para aparcar, así que tuve que entrar solo, mientras mi mujer se quedaba en doble fila, y a pesar de que era una feria con bastantes stands, no pude pararme a mirar.


Otro detalle malo fue la entrega de camisetas, pides una talla S, unas semanas más tarde te mandan un mail para que reconfirmes tu talla o pidas cambio, la reconfirmo, y llego a recoger mi camiseta y me dicen que solo queda a partir de la talla L, y eso que era el primer día de entrega de dorsales y bolsa del corredor. Me dicen que vaya a quejarme a incidencias, y en incidencias me dicen que ha sido problema de Joma, que no ha llevado el número de camisetas por talla que habían pedido, y que me pueden dar una talla M, educadamente les contesto que es increíble, que es la tercera carrera que hago en Valencia, y va a ser la segunda vez que me vaya sin camiseta de mi talla (ya me pasó en el Medio Maratón), y entonces de repente, me dan una talla S… ¿por qué en la zona de entrega de camisetas solo había desde la talla L, y en incidencias tenían S y M?, pues no lo sé, solo sé que gracias a quejarme en incidencias conseguí camiseta de mi talla en vez de irme con una camiseta dos tallas más grande.

Esta carrera me la había tomado para disfrutar, habiendo bajado ritmo en los entrenamientos, teniendo en cuenta que había pasado el día en la playa, y que además se corría a una hora bastante tardía, las 22:30, no me encontraba con ganas de ir a darlo todo, por ello, aunque pude cambiar en la feria del corredor el cajón que tenía asignado, al de menos de 70´, gracias a mi marca en la Met life Madrid Activa, preferí quedarme con el que tenía de menos de 90´.


En la salida tenía muy claro que quería ir tranquilo, disfrutar de los kilómetros, pero también tenía claro que no quería que la carrera se me hiciese eterna, por lo que la idea era ir a un ritmo en torno a los 5 min/km, suficiente para que la carrera no se fuese más allá de la hora y cuarto, y poder disfrutar.

Los tres primeros kilómetros prácticamente eran una recta, sin casi cambios en la altimetría, y que se me hicieron muy pesados, era como correr en cinta, ya que el paisaje alrededor tampoco variaba mucho, y donde los tiempos estaban en lo que me había marcado, ya que los hice en 4´53, 4´59” y 4´59”.

En esos kilómetros me encontraba bien, pero me di cuenta que las piernas no tenían la suficiente chispa como para ir más rápido, intenté acelerar un poco, pero no, notaba las piernas pesadas, así que preferí mantenerme en la línea que llevaba y no apretar el ritmo. Por el PK5 pasé en 24´58”, haciendo los kilómetros 4 y 5 en 5´02” y 5´05” respectivamente. En torno a ese punto se encontraba el primer avituallamiento, y no lo dudé, me fui directo a coger una botella de agua, había bastante humedad, estaba sudando mucho, y había que reponer líquido.


En esos momentos empezábamos a dejar el Paseo de la Alameda, y nos adentrábamos en el centro de la ciudad, dejábamos atrás las largas rectas, y empezábamos a correr por zonas más estrechas y más viradas, y a la vez pasando por zonas muy atractivas. Fueron cinco kilómetros, en los que estaba más pendiente de disfrutar del entorno que del ritmo de la carrera, y aún así me mantuve cerca del ritmo que me había propuesto, pasando por el PK10 en 50´22”, con un ritmo de carrera de 5´02”. En ese punto estaba el segundo avituallamiento, en este caso había bebida isotónica, de la que bebí, y también cogí una botella de agua, que en este caso no usé para beber, sino que la use para refrescarme la cara, cabeza y piernas, ya que a esas alturas de carrera la humedad se notaba mucho, y necesitaba refrescarme.

Del kilómetro 10 al 11, de nuevo encaramos una larga recta, con la que dejábamos la zona centro, para volver a salir a la zona de los Jardines del Turia, en donde volvíamos a encarar una recta de más de un kilómetro de largo.

Nos acercamos a la Ciudad de las Artes y las Ciencias, y antes de llegar a ella, giramos a la izquierda, cruzando por el Puente de Monteolivete, el cual me es conocido, ya que es desde donde salí en mis dos anteriores carreras en Valencia. En ese momento, a nuestra izquierda dejábamos el Palacio de las Artes, y a la derecha la Ciudad de las Artes y las Ciencias.


Al acabar el puente encarábamos los dos últimos kilómetros de carrera, y en ese momento decidí apretar un poco el ritmo, nada del otro mundo, pero si algo más del ritmo que había llevado a lo largo de la carrera, que había sido cómodo.

Antes de encarar la recta de meta se encontraba mi mujer y mi hijo, dándome el último aliento, y ese chute de energía necesario para encarar los metros finales con una sonrisa.

Crucé la meta con un tiempo de 1h 15´17”, a un ritmo algo superior a los 5 min/km, que era lo planeado al empezar la carrera, un ritmo que me había permitido disfrutar mucho de la carrera y del recorrido.


miércoles, 12 de junio de 2019

VI Trail Riaza Challenge

El pasado 01 de junio volví a la montaña, después de casi un año sin participar en un trail, volvía a participar en uno, haciendo un pequeño paréntesis en las carreras de asfalto, que al final es donde mejor me desenvuelvo.

Era la sexta edición del Trail de Riaza, dos años antes había hecho mi debut en la montaña en esta misma localidad, con la diferencia de que ese año participé en la distancia de 11 km 290D+, y este año me aventuraba a la distancia inmediatamente superior, 20 km 929D+. Aparte de esas dos distancias, que compartíamos la hora de salida, había dos distancias más, que empezaban antes y que cuya distancia era 42 km 2275 D+ y 63 km 3300 D+



La organización de la carrera bastante bien, el dorsal lo podías retirar el viernes o el sábado, hasta momentos antes de la salida. Yo llegué el sábado por la mañana, casi una hora antes de la salida, y pude recoger el dorsal sin ningún problema y apenas sin esperas. La bolsa del corredor tenía bastantes detalles y obsequios, aunque no tantos como en la anterior edición que participé, aunque desde luego tenía más que las que dan en las carreras de asfalto.

Respecto al recorrido, al inicio y al final, tenía cerca de un kilómetro por asfalto, luego había parte por pista de gravilla, y muchos senderos con piedras, rocas, raíces, árboles y guijarros sueltos. El recorrido era bastante duro entre los kilómetros 6 al 10, en los que salvo un tramo entre el 9 y el 10, todo el tiempo estuvimos subiendo. También duro, para mí, por lo técnico, el terreno de bajada entre el 10 y el 13, ya que apenas había un pequeño sendero para bajar, provocado por el deshielo, y donde no había terreno firme, ya que casi todo eran guijarros sueltos.


En esta carrera cometí un error, y fue al inscribirme, como he comentado anteriormente llevaba un año sin pisar la montaña, por otro lado me encuentro en un momento en el que estoy bajando el nivel de los entrenamientos, y además me dejé llevar por el buen recuerdo que tenía de mi debut dos años antes, por lo que sin pensarlo mucho me inscribí en la distancia de 20 kilómetros, cuando lo más razonable, teniendo en cuenta las circunstancias, era haber repetido, apuntándome en la de 11 kilómetros.

El primer kilómetro del trail, al hacerse por asfalto y cuesta abajo, es bastante rápido, mucha gente aprieta para colocarse delante y encarar la subida lo mejor colocado posible, para que en los tramos en los que se van en fila de a uno, no les retrasen. En mi caso como mi intención simplemente era acabar, sin preocuparme mucho por el ritmo, tampoco apreté mucho. Acabado el asfalto entramos en un sendero que poco a poco se iba estrechando e inclinando hacia arriba, poniéndonos, como he dicho, en fila de a uno. Ese primer kilómetro lo hice en 5´13”.


Los siguientes kilómetros eran de subida, la mayoría de esos kilómetros por senderos estrechos, en los que no dudé en hacerlos andando, solo corriendo en algunos tramos en los que no se notaba tanto la subida, y en los que merecía la pena correr un poco, pero en cuanto el ritmo era de trote, cambiaba, y me ponía a andar. Fue un tramo, en el que prácticamente tienes que mantener el paso del corredor que llevas delante, ya que estábamos rodeados de árboles, y el sendero era estrecho, aunque si veía que llevaba más ritmo que mi predecesor, en alguna zona más ancha intentaba adelantarle, o por el contrario, dejar paso al corredor que llevaba detrás, si veía que su ritmo era mejor. Tras coronar la subida, nos encontramos con una espectacular vista, que muchos aprovecharon para detenerse y hacerse unas fotos. Tras esa subida, encarábamos un tramo de bajada, no demasiado técnico, donde se podía correr un poco, eso sí, teniendo cuidado con alguna que otra roca, y como suele ser habitual, algún que otro corredor me pasó, dada mi poca agilidad en la bajada.

Cerca de kilómetro 4, ya en una pista de gravilla, llegamos al punto en el que se separan las dos distancias, nosotros girábamos a la izquierda, y los de 11 kilómetros a la derecha. Esos tres kilómetros los hice en 7´39” el kilómetro 2, en 9´18” el kilómetro 3, y en 7´28” el kilómetro 4.


Los siguientes dos kilómetros transcurrieron por una pista de gravilla, donde salvo algún descanso, siempre íbamos subiendo, una subida que empezó no siendo excesivamente fuerte, y donde aproveché para correr y adelantar a bastantes corredores. Ya en el kilómetro 6, junto a la Ermita de la Virgen de Hontanares, se encontraba el primer avituallamiento, donde teníamos agua, bebida isotónica, frutos secos y barritas. Paré a tomarme tranquilamente un vaso de bebida isotónica, a refrescarme la cabeza con agua, ya que el calor se empezaba a notar, y tras echarme unos frutos secos a la boca, gran error, ya que me dejo la garganta seca, continué la carrera.

Y tras dejar la ermita, empezó la verdadera subida, dura, y sin descanso, lo único bueno, es que estábamos rodeados de árboles altos, lo cual nos ofrecía bastante sombra. Esos kilómetros de subida parecía que no avanzabas, por supuesto todos íbamos andando, en fila de a uno, y adelantando a los corredores que, o bien llevaban peor ritmo, o que se echaban a un lado para tomarse un respiro. En mi caso estuve tentado un par de veces de echarme al lado, pero pensé que sería peor volver a coger el ritmo, así que pasito a pasito me fui comiendo la subida.


Pasado el kilómetro 8, los árboles desaparecían por completo, nos encontramos al sol, y ante un paisaje espectacular. También encontramos un pequeño descanso en la subida, con parte llana y algo de bajada, antes de encarar el último tramo de subida, pasado ya el kilómetro 10. Esos kilómetros de subida los hice en 14´46” el kilómetro 7, 15´17” el kilómetro 8, 11´16” el kilómetro 9, y 9´50” el kilómetro 10. Es decir, tarde 51´08” en hacer cuatro kilómetros.

Cuando llegamos a la cima, me alegré de haber pasado lo más duro, pero esa alegría duró poco, ya que un voluntario nos dijo que empezaba la bajada, y que tuviésemos cuidado que era muy técnica. No necesité ver la bajada para saber que lo iba a pasar mal, y me cercioré en cuanto empecé a bajar, caída muy pronunciada, de guijarros sueltos, y sin apenas espacios para fijar bien la pisada, así que tocaba sufrir, ya que no soy nada bueno bajando, demasiado miedo.


En la bajada iba dejando pasar corredores, unos más diestros que otros que me pasaban por ambos lados, también presencie una tremenda caída de un corredor que apenas unos segundos antes me había adelantado, junto con otro compañero, el cual me indicó que no hacía falta que me parase, que se quedaba él con su compañero. Más adelante también me encontré con otro corredor, acompañado por un compañero, y que prácticamente iba a pata coja. Así que todo esto hizo que fuese aún más precavido, y que los tres kilómetros de bajada técnica los hiciese en 9´32”, 10´48” y 9´18”, es decir casi media hora.

El terreno se fue suavizando, había zonas donde correr, pero llevaba las piernas tan cargadas que me resultaba imposible hacerlo, a pesar de que la zona se prestaba a ello. Y llego el momento tonto del día, una zona fácil, de arena, casi lisa, con pocas piedras, pero yo pisé una con el pie izquierdo, doblándome algo el tobillo, lo cual me hizo cambiar la zancada, y acabé por los suelos haciendo la croqueta, por suerte no fue nada, ni un solo rasguño, solo mi orgullo tirado por los suelos.


En torno al kilómetro 15 estaba el segundo avituallamiento, situado en Riofrío de Riaza, donde aproveché que había una fuente para refrescarme la cabeza, y limpiarme un poco del polvo de la caída. Además de tomarme un par de vasos de bebida isotónica, un trozo de naranja, y unas gominolas. También había frutos secos, pero ya había aprendido la lección del avituallamiento anterior.

Los siguientes kilómetros, tenían mucho llano, también bajada y algo de subida, había zonas para correr, y así lo hice, pero con más calma de lo habitual, las piernas estaban cansadas, y el terreno era rocoso en gran parte, por lo que tampoco se podía correr bien, o por lo menos para un inexperto como yo.


El kilómetro 19 era el último antes de volver al asfalto, y para despedirnos, teníamos una nueva subida, nada del otro mundo, pero a esas alturas cualquier cosa parecía la más alta montaña. La vuelta al asfalto después de tantos kilómetros se me hizo rara, además que evidentemente la amortiguación de las zapatillas de trail no es la misma que las que uso para el asfalto.

Unos metros antes de la meta me esperaba mi mujer con el peque, y como ya ocurrió dos años antes, le di la mano y recorrí el tramo final junto a él. Por ser un insensato, había sufrido más de lo imaginado, pero ya me encontraba cruzando una nueva meta, y eso era lo más importante de todo, ya que como indicó la organización después, las altas temperaturas que se dieron ese día, provocaron que esta fuese la edición con más abandonos de todas las que se llevan disputadas.


La meta la crucé en 2h 56´26”, puesto general 186 de 281, y en mi categoría el 60 de 91. La verdad, he de reconocer que para como sufrí, y para la cantidad de corredores que me pasaron en la bajada, me quedé bastante sorprendido, ya que pensaba que en la clasificación el resultado iba a ser bastante peor.