miércoles, 12 de junio de 2019

VI Trail Riaza Challenge

El pasado 01 de junio volví a la montaña, después de casi un año sin participar en un trail, volvía a participar en uno, haciendo un pequeño paréntesis en las carreras de asfalto, que al final es donde mejor me desenvuelvo.

Era la sexta edición del Trail de Riaza, dos años antes había hecho mi debut en la montaña en esta misma localidad, con la diferencia de que ese año participé en la distancia de 11 km 290D+, y este año me aventuraba a la distancia inmediatamente superior, 20 km 929D+. Aparte de esas dos distancias, que compartíamos la hora de salida, había dos distancias más, que empezaban antes y que cuya distancia era 42 km 2275 D+ y 63 km 3300 D+



La organización de la carrera bastante bien, el dorsal lo podías retirar el viernes o el sábado, hasta momentos antes de la salida. Yo llegué el sábado por la mañana, casi una hora antes de la salida, y pude recoger el dorsal sin ningún problema y apenas sin esperas. La bolsa del corredor tenía bastantes detalles y obsequios, aunque no tantos como en la anterior edición que participé, aunque desde luego tenía más que las que dan en las carreras de asfalto.

Respecto al recorrido, al inicio y al final, tenía cerca de un kilómetro por asfalto, luego había parte por pista de gravilla, y muchos senderos con piedras, rocas, raíces, árboles y guijarros sueltos. El recorrido era bastante duro entre los kilómetros 6 al 10, en los que salvo un tramo entre el 9 y el 10, todo el tiempo estuvimos subiendo. También duro, para mí, por lo técnico, el terreno de bajada entre el 10 y el 13, ya que apenas había un pequeño sendero para bajar, provocado por el deshielo, y donde no había terreno firme, ya que casi todo eran guijarros sueltos.


En esta carrera cometí un error, y fue al inscribirme, como he comentado anteriormente llevaba un año sin pisar la montaña, por otro lado me encuentro en un momento en el que estoy bajando el nivel de los entrenamientos, y además me dejé llevar por el buen recuerdo que tenía de mi debut dos años antes, por lo que sin pensarlo mucho me inscribí en la distancia de 20 kilómetros, cuando lo más razonable, teniendo en cuenta las circunstancias, era haber repetido, apuntándome en la de 11 kilómetros.

El primer kilómetro del trail, al hacerse por asfalto y cuesta abajo, es bastante rápido, mucha gente aprieta para colocarse delante y encarar la subida lo mejor colocado posible, para que en los tramos en los que se van en fila de a uno, no les retrasen. En mi caso como mi intención simplemente era acabar, sin preocuparme mucho por el ritmo, tampoco apreté mucho. Acabado el asfalto entramos en un sendero que poco a poco se iba estrechando e inclinando hacia arriba, poniéndonos, como he dicho, en fila de a uno. Ese primer kilómetro lo hice en 5´13”.


Los siguientes kilómetros eran de subida, la mayoría de esos kilómetros por senderos estrechos, en los que no dudé en hacerlos andando, solo corriendo en algunos tramos en los que no se notaba tanto la subida, y en los que merecía la pena correr un poco, pero en cuanto el ritmo era de trote, cambiaba, y me ponía a andar. Fue un tramo, en el que prácticamente tienes que mantener el paso del corredor que llevas delante, ya que estábamos rodeados de árboles, y el sendero era estrecho, aunque si veía que llevaba más ritmo que mi predecesor, en alguna zona más ancha intentaba adelantarle, o por el contrario, dejar paso al corredor que llevaba detrás, si veía que su ritmo era mejor. Tras coronar la subida, nos encontramos con una espectacular vista, que muchos aprovecharon para detenerse y hacerse unas fotos. Tras esa subida, encarábamos un tramo de bajada, no demasiado técnico, donde se podía correr un poco, eso sí, teniendo cuidado con alguna que otra roca, y como suele ser habitual, algún que otro corredor me pasó, dada mi poca agilidad en la bajada.

Cerca de kilómetro 4, ya en una pista de gravilla, llegamos al punto en el que se separan las dos distancias, nosotros girábamos a la izquierda, y los de 11 kilómetros a la derecha. Esos tres kilómetros los hice en 7´39” el kilómetro 2, en 9´18” el kilómetro 3, y en 7´28” el kilómetro 4.


Los siguientes dos kilómetros transcurrieron por una pista de gravilla, donde salvo algún descanso, siempre íbamos subiendo, una subida que empezó no siendo excesivamente fuerte, y donde aproveché para correr y adelantar a bastantes corredores. Ya en el kilómetro 6, junto a la Ermita de la Virgen de Hontanares, se encontraba el primer avituallamiento, donde teníamos agua, bebida isotónica, frutos secos y barritas. Paré a tomarme tranquilamente un vaso de bebida isotónica, a refrescarme la cabeza con agua, ya que el calor se empezaba a notar, y tras echarme unos frutos secos a la boca, gran error, ya que me dejo la garganta seca, continué la carrera.

Y tras dejar la ermita, empezó la verdadera subida, dura, y sin descanso, lo único bueno, es que estábamos rodeados de árboles altos, lo cual nos ofrecía bastante sombra. Esos kilómetros de subida parecía que no avanzabas, por supuesto todos íbamos andando, en fila de a uno, y adelantando a los corredores que, o bien llevaban peor ritmo, o que se echaban a un lado para tomarse un respiro. En mi caso estuve tentado un par de veces de echarme al lado, pero pensé que sería peor volver a coger el ritmo, así que pasito a pasito me fui comiendo la subida.


Pasado el kilómetro 8, los árboles desaparecían por completo, nos encontramos al sol, y ante un paisaje espectacular. También encontramos un pequeño descanso en la subida, con parte llana y algo de bajada, antes de encarar el último tramo de subida, pasado ya el kilómetro 10. Esos kilómetros de subida los hice en 14´46” el kilómetro 7, 15´17” el kilómetro 8, 11´16” el kilómetro 9, y 9´50” el kilómetro 10. Es decir, tarde 51´08” en hacer cuatro kilómetros.

Cuando llegamos a la cima, me alegré de haber pasado lo más duro, pero esa alegría duró poco, ya que un voluntario nos dijo que empezaba la bajada, y que tuviésemos cuidado que era muy técnica. No necesité ver la bajada para saber que lo iba a pasar mal, y me cercioré en cuanto empecé a bajar, caída muy pronunciada, de guijarros sueltos, y sin apenas espacios para fijar bien la pisada, así que tocaba sufrir, ya que no soy nada bueno bajando, demasiado miedo.


En la bajada iba dejando pasar corredores, unos más diestros que otros que me pasaban por ambos lados, también presencie una tremenda caída de un corredor que apenas unos segundos antes me había adelantado, junto con otro compañero, el cual me indicó que no hacía falta que me parase, que se quedaba él con su compañero. Más adelante también me encontré con otro corredor, acompañado por un compañero, y que prácticamente iba a pata coja. Así que todo esto hizo que fuese aún más precavido, y que los tres kilómetros de bajada técnica los hiciese en 9´32”, 10´48” y 9´18”, es decir casi media hora.

El terreno se fue suavizando, había zonas donde correr, pero llevaba las piernas tan cargadas que me resultaba imposible hacerlo, a pesar de que la zona se prestaba a ello. Y llego el momento tonto del día, una zona fácil, de arena, casi lisa, con pocas piedras, pero yo pisé una con el pie izquierdo, doblándome algo el tobillo, lo cual me hizo cambiar la zancada, y acabé por los suelos haciendo la croqueta, por suerte no fue nada, ni un solo rasguño, solo mi orgullo tirado por los suelos.


En torno al kilómetro 15 estaba el segundo avituallamiento, situado en Riofrío de Riaza, donde aproveché que había una fuente para refrescarme la cabeza, y limpiarme un poco del polvo de la caída. Además de tomarme un par de vasos de bebida isotónica, un trozo de naranja, y unas gominolas. También había frutos secos, pero ya había aprendido la lección del avituallamiento anterior.

Los siguientes kilómetros, tenían mucho llano, también bajada y algo de subida, había zonas para correr, y así lo hice, pero con más calma de lo habitual, las piernas estaban cansadas, y el terreno era rocoso en gran parte, por lo que tampoco se podía correr bien, o por lo menos para un inexperto como yo.


El kilómetro 19 era el último antes de volver al asfalto, y para despedirnos, teníamos una nueva subida, nada del otro mundo, pero a esas alturas cualquier cosa parecía la más alta montaña. La vuelta al asfalto después de tantos kilómetros se me hizo rara, además que evidentemente la amortiguación de las zapatillas de trail no es la misma que las que uso para el asfalto.

Unos metros antes de la meta me esperaba mi mujer con el peque, y como ya ocurrió dos años antes, le di la mano y recorrí el tramo final junto a él. Por ser un insensato, había sufrido más de lo imaginado, pero ya me encontraba cruzando una nueva meta, y eso era lo más importante de todo, ya que como indicó la organización después, las altas temperaturas que se dieron ese día, provocaron que esta fuese la edición con más abandonos de todas las que se llevan disputadas.


La meta la crucé en 2h 56´26”, puesto general 186 de 281, y en mi categoría el 60 de 91. La verdad, he de reconocer que para como sufrí, y para la cantidad de corredores que me pasaron en la bajada, me quedé bastante sorprendido, ya que pensaba que en la clasificación el resultado iba a ser bastante peor.

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