El pasado domingo
tocaba test de Medio Maratón, tocaba hacer un entrenamiento en competición, el
plan marcaba este test para ver cómo iban asimilando las piernas los
entrenamientos, pero claro esa era la idea inicial del plan, cuando lo monté a
finales de mayo. Después, tras el cambio obligatorio del plan para adecuarme al
Maratón de Berlín, el test ha sido más para ver como tenía las piernas tres
semanas después del Maratón, y comprobar si estaban recuperadas y con ritmo.
Aún así, mantuve la idea inicial del plan, que era estar entre 1h 44´y 1h 47´,
si el crono al cruzar la meta marcaba más de ese tiempo, no sería una buena
noticia.
La carrera,
denominada Maratón y Medio Maratón internacional Ciudad de Logroño, tenía tres
distancias, 10 kilómetros que compartía meta, pero no salida con las otras dos
distancias. Medio Maratón, sobre un circuito homologado, y Maratón, que era de
dos vueltas al circuito de 21,097 km. He de decir que con ese nombre uno se
espera algo más, por ejemplo en la feria del corredor, que eran unas simples
carpas en el parking de unos cines, o en el número de corredores, que no
llegaba a los 750 entre las tres distancias, o en el detalle final,
donde solo había medalla para los corredores del Maratón. Por suerte los
avituallamientos en carrera y en meta sí eran aceptables.
El recorrido era
un poco rompepiernas, con muchas rectas largas, zonas de ida y vuelta, muchos
kilómetros por fuera de la ciudad, con avenidas anchas y abiertas, además la climatología
lo hacía bastante desagradable, porque soplaba mucho el viento, y en esas zonas
desangeladas se notaba mucho. Solo al final del recorrido se hacían kilómetros
por el centro de la ciudad, que se agradecía, ya que pegaba menos el viento, y
además había gente animando, que en el resto del recorrido apenas había.
Hasta Logroño me
desplacé con mi mujer y el peque, en esta ocasión no coincidí con ningún
conocido, y por primera vez, me salté todas las normas que me impongo antes de
una carrera, hicimos turismo, andando algo más de lo normal, y sobre todo
disfrutamos de la famosa calle Laurel y sus aledaños, probando su gastronomía y
los vinos de la región. Por lo que el día previo a la carrera, más que cuidarme
y descansar, me castigué.
La mañana de la
carrera me levanté con pocas ganas y mucha pereza, y a ello se unió que el día
amaneció frío, nublado y con amenaza de lluvia, lo cual restaba ganas, aún así
seguía con la idea de ritmo que me había marcado, y así lo marqué en el Garmin,
ritmo rápido 4´55” y ritmo lento 5´05”, y es que si no era capaz de llevar el
ritmo rápido, si esperaba cumplir con el ritmo lento.
En la salida
estaba cerca del globo de 1h 45´, y pensé en salir junto a él para que me
ayudase a marcar el ritmo, pero salió bastante rápido y no pude seguirle, así
que desestimé inmediatamente la idea de ir junto a él, entre otras cosas porque
no conseguí ir cómodo de primeras, no terminaba de coger un buen ritmo, y
sentía bastante frío, y el recorrido empezaba a no ayudar, ya que empezábamos a
correr por grandes avenidas de ida y vuelta, donde soplaba bastante el viento.
Todo esto cambio
pasado el kilómetro 4, un grupo de seis corredores me pasó, teniendo en cuenta
el viento, pensé que sería bueno correr en grupo, eso me ayudaría a
resguardarme más que yendo solo, y además si conseguía adecuarme a su ritmo,
esto también me ayudaría. Así que desde ese momento me uní a ellos, y fui uno
más del grupo. En el crono se notó esa decisión, ya que hasta ese momento había
hecho el PK1 en 5´02”, el PK2 en 5´11”, el PK3 en 5´09” y el PK4 en 5´07”,
mientras que el PK5 lo hice en 4´48”, pasando por el kilómetro 5 en 25´17”, a
un ritmo de 5´03”.
Desde el momento que me uní al grupo me encontré bastante cómodo, el ritmo que llevaban me iba muy bien, y eso lo notaba, los kilómetros pasaban, y no me daba ni cuenta, además en algunos momentos incluso me permitía charlar con mis compañeros, que me iban anticipando la altimetría del recorrido y adecuaban muy bien el ritmo al tramo que pasábamos, ya fuese subida, llano o bajada, y sobre todo ayudaban a hacer más ameno el recorrido, que seguía siendo bastante triste, tanto por los lugares que pasábamos, como por el poco público que había. Y entre ese poco público, un poco antes del kilómetro 10 se encontraban mi mujer y mi hijo, como siempre animándome y siendo una inyección de adrenalina. Esos 10 primeros kilómetros los hice en 49´41”, a un ritmo de 4´58”.
Los siguientes
kilómetros se empezaron a notar en dos de los miembros del grupo, que se fueron
quedando poco a poco, hasta retrasarse, y no volverlos a ver en lo que quedaba,
mientras que otro de los miembros se vio fuerte y aceleró el ritmo yéndose por
delante nuestra, quedándonos un grupo de cuatro, incluido yo. También pasamos
por una larga recta, que parecía no acabar nunca, y en la que nos fuimos
alternando en parejas para llevar el ritmo del grupo. A pesar de llevar un
ritmo por debajo de 5´, las conversaciones con los miembros del grupo seguían,
lo cual significaba que aún podría llevar un ritmo más bajo. Pasamos por el
PK15 con el reloj marcando 1h 14´01”, a un ritmo de 4:56 min/km.
El kilómetro 16
fue el más duro del recorrido, aunque ya iba avisado por mis compañeros, en ese
kilómetro hubo un par de subidas, una de ellas, cuando pasamos junto al río, de
bastante desnivel, cuando pasábamos bajo el puente de hierro. Esto se notó en
el ritmo, que en ese kilómetro fue de 5´18”. A partir de ese momento el
recorrido alternaba subidas y bajadas, siendo más las primeras que las
segundas, volviéndose a notar en el ritmo del kilómetro 19, que fue de 5´10”.
Poco antes del
kilómetro 20, uno de los miembros del grupo se vio fuerte, y aceleró el ritmo,
yo me encontraba bien, y por un momento pensé en irme con él, pero finalmente me quedé con los otros dos miembros. Pasamos por el PK20 con
un tiempo de 1h 39´04”, a un ritmo de 4:57 min/km. En ese punto se encontraba
mi mujer con el peque, momento que aproveché para acercarme y darles un beso.
Los últimos 1.097
metros se hacían callejeando por la ciudad, como suele ser habitual en estos
casos, zonas más estrechas, adoquines, giros cerrados, pero zonas más bonitas
que las largas avenidas que habíamos pasado.
Encaramos la
línea de meta y agradecí a mis compañeros la compañía, la conversación, y que
me fuesen explicando el recorrido, avisándome lo que llegaba en cada momento. La verdad es que gracias a ellos la carrera se me hizo bastante más amena, y
creo que conseguí un mejor tiempo del que hubiese hecho yo solo, o por lo menos
eso parecía al principio.
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