Una año más, y ya son seis, volvía a correr el Derbi de las Aficiones, carrera que supuso mi debut en la distancia de los 10 kilómetros en el año 2013, y este año me enfrentaba a ella solo una semana después de haber cumplido uno de mis mayores sueños como corredor, correr el Maratón de Nueva York, por lo que no sabía muy bien como me iba a encontrar de piernas.
La organización para la retirada del dorsal es muy buena, se puede hacer desde varios días antes, por lo que no hay casi espera el día que vas a retirar el dorsal, eso sí, la bolsa del corredor como viene siendo habitual rácana, solo la camiseta, y el día de la carrera en el avituallamiento final es cuando te dan algo más, isotónico, agua, una pieza de fruta y una bolsa de snacks. El ropero como ya pasó el año pasado de nuevo, si lo querías dejar en la salida y recogerlo en meta, era de pago, gratuito si te ibas a la meta lo dejabas, y luego te ibas a la salida, lo cual suponía un importante paseo, y un mayor madrugón.
Como es habitual, en esta carrera me encontré con muchos conocidos de instagram, a los que pude saludar antes y después de la carrera, y además de coincidir, después de bastante tiempo, con el grupo Forrest Gump Team.
Este año repetíamos salida como el año pasado en la calle Padre Damián, paralela al Paseo de la Castellana, accediendo a ella en torno al kilómetro 1. Como en años anteriores, había dos arcos de salida, uno para cada afición, y también con cajones de salida, que una vez más, la gente no tiene en cuenta, lo que hace que el primer kilómetro hasta que llegas al Paseo de la Castellana se convierta en una carrera de obstáculos, en la que tienes que ir evitando y adelantando a los corredores maleducados que salen para la foto, pero fuera de su ritmo. Algún día, alguien tropezará, se producirá una montonera de corredores, y habrá más que palabras.
El resto del recorrido el mismo que en ediciones anteriores, bajar por el Paseo de la Castellana, Plaza de Colón, Paseo de Recoletos, Plaza de Cibeles, Neptuno, Plaza de las Cortes, Carrera de San Jerónimo, Puerta del Sol, Calle Mayor, Plaza de la Villa, calle Bailén, Viaducto de Segovia, Gran Vía de San Francisco el Grande, Puerta de Toledo, Pirámides y Vicente Calderón. Como siempre, una carrera con un recorrido muy asequible.
Si el año pasado a esta carrera llegué con la idea de hacer marca, este año tras el maratón, los días de turismo por Nueva York, y el jet lag, solo tenía un pensamiento en mente, dejarme llevar por las sensaciones y por las piernas, por eso en el Garmin no me marqué ningún aviso de ritmo, aunque eso sí, iba con la esperanza de acercarme, si no a la marca del año pasado, si a los 45 minutos.
Como ya he comentado antes, el primer kilómetro tiene la complicación de que es una zona estrecha, y que hay muchos corredores que salen por encima de su ritmo, lo que significa que te lo pasas esquivando corredores, retrovisores de coches, e intentando coger algo de ritmo, lo cual es complicado. Después de todo eso, el primer kilómetro me salió en 4´59”.
Una vez salimos al Paseo de la Castellana todo cambió, se hace mucho más ancho, con lo que es más fácil adelantar, y además pasamos de un falso llano en subida, que es el primer kilómetro, a un terreno en bajada bastante favorable, momento de empezar a probar las piernas, apretar el ritmo, y tratar de aprovechar el terreno que teníamos hasta que llegásemos a Neptuno, donde tendríamos la subida de la Plaza de las Cortes. Los cuatro kilómetros siguientes los hice en 4´21” el PK2, 4´26” el PK3, 4´25” el PK4 y 4´29” el PK5.
Mitad de carrera, y llegaba con un tiempo de 22´40”, lo suficiente para estar dentro de esos 45´que tenía en mente al empezar la carrera
En Banco de España se encontraba el avituallamiento, otros años he decidido no coger nada, pero este año me notaba con sed, y decidí coger una botella de agua, eso sí, de las últimas mesas para evitar la aglomeración de corredores en las primeras mesas.
Pasado el avituallamiento giramos a la derecha para encontrarnos con el PK6, y encarar la subida de las Cortes, el punto más complicado de toda la carrera. Ese kilómetro 6 lo hice en 4´30”, más o menos en el ritmo del anterior, pero sí que es verdad que en este kilómetro por un lado mentalmente frené un poco, de cara a la subida, y por otro el avituallamiento también afectó.
En la subida, como es habitual el ritmo se ralentiza, y yo me eché a la izquierda buscando evitar la aglomeración del centro e intentando ponerme un ritmo cómodo. En ese punto de mayor exigencia, es donde pensaba que las piernas no me iban a dar, pero la verdad es que subí bastante bien, fue más adelante donde tuve más problema, ya que nos encontramos con una zona de obras, antes de llegar a la Puerta del Sol, y luego toda la zona de la calle Mayor se estrecha mucho, y me vi un poco encerrado, cosa habitual casi todos los años. Debido a todo esto el kilómetro 7 salió algo más lento, en 4´57”.
Una vez dejábamos atrás la calle Mayor, se volvía a ensanchar la calzada, aunque nos volvíamos a encontrar con un terreno menos asequible, ya que pasas por un terreno de toboganes con algo de subida, y en ese punto las piernas no iban tan frescas como para acelerar mucho el ritmo, el maratón y el turismo empezaba a notarse, pero tampoco es que fuese lento, ya que el kilómetro 8 lo hice en 4´33”.
Una vez llegamos a la Puerta de Toledo, el terreno es más que favorable, una larga bajada, que te lleva casi hasta el Vicente Calderón, y en ese punto aunque intenté apretar el ritmo, no lo conseguí tanto como me hubiese gustado, a pesar de la bajada, seguía con la misma sensación de que las piernas no estaban frescas, y es que el año pasado ese kilómetro lo hice en 4´09”, mientras que este año lo hice en 4´23”, catorce segundos más de diferencia.
El kilómetro que quedaba también era favorable, salvo el repecho final, que ya me lo conozco bien, por lo que sabía lo que me esperaba, aún así, intenté no bajar el ritmo, seguir apretando, y en la subida, intentar buscar el lado bueno, para que no me frenasen mucho el ritmo otros corredores más lentos, y lo conseguí.
Una vez acabamos la subida, tenemos dos giros a la izquierda y encaramos la recta de meta, la carrera ya estaba acabada, una meta más, había ido de ritmo bastante bien, y salvo al final, que no me noté tan fresco como me hubiese gustado, apenas noté la carga de haber hecho un maratón una semana antes. El kilómetro 10 lo hice en 4´17”, el más rápido de todos, entrando en meta con un tiempo de 45´20”.
También como es habitual, tras nuestra carrera, fue la carrera de los niños, y una vez más, el peque volvió a participar, y este año, no ha hecho solo la recta de 350 metros, si no que le tocó hacer una vuelta entera, unos 700 metros. Con ello ya tiene una medalla más, y como siempre, una vez la tiene, toca foto mordiendo la medalla.
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