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miércoles, 22 de julio de 2015

Corriendo en la playa

Con la llegada del verano y de las vacaciones, muchos serán los que se marchen a pasar unos días a la playa, y estando allí algunos sentirán esa extraña atracción de tener que salir a correr por la arena, de sentir la brisa del mar, de hacer ejercicio y quemar calorías, y como no de broncearse mientras corren. En esos días de vacaciones muchos serán los que se inicien en este deporte/afición, corriendo por la arena, y también, serán muchos los runners que decidan cambiar el asfalto por la arena de la playa, a sabiendas que ese ejercicio les ayudará a ejercitar y mejorar los músculos de las piernas.


En general, a todos nos parecerá que la playa es un lugar ideal para correr y ejercitarnos, pero por el tipo de superficie inestable que es, la playa puede ser un paraíso para el corredor, y también un infierno, ya que correr por la playa puede tener más riesgos de los que podemos pensar. Hasta tal punto que en algunas webs de runners, he llegado a leer que aconsejan no correr por la playa.

Opiniones al respecto, como en todo, habrá muchas, la mía es que no creo que haya que ser tan drástico. Cierto que la playa es una superficie inestable, que tiene zonas, sobre todo la orilla, con excesiva inclinación, y esto nos puede provocar alguna lesión, pero aplicando un poco de sentido común y siguiendo algunos consejos, podemos hacer que correr por la playa no sea para nosotros una experiencia infernal.

Lo primero, es verano, y aunque la humedad y la brisa nos hagan pensar lo contrario, los rayos de sol pegan muy fuerte. Está muy bien que aprovechemos la carrera para ir bronceándonos, pero no nos debemos de olvidar de ponernos protección solar y de proteger nuestra cabeza con una gorra.

También debemos ser conscientes de que no todas las horas del día son buenas para correr, ya no solo por las altas temperaturas, también porque en nuestro recorrido podemos encontrarnos con bañistas que entran y salen, niños haciendo castillos, y gente jugando a las palas. Por lo que lo ideal es salir a correr a primerísima hora, cuando aún la playa no se ha empezado a llenar de sombrillas y toallas, y la temperatura es aún baja, o a última, cuando la playa empiece a quedarse desierta, y la temperatura haya bajado.

El correr por la playa nos va a dar la posibilidad de correr descalzo, esto es muy beneficioso, ya que los dedos de los pies harán por aferrarse a la arena para impulsarse, y esto hará que trabajen con más intensidad nuestros gemelos y cuadriceps. Pero hazlo con cabeza, ya que si no estás acostumbrado más que beneficioso puede ser perjudicial. En la playa la superficie es irregular y poco estable, por lo que corremos el riesgo de tener sobrecargas en los isquiotibiales, los gemelos, y sufrir torceduras o esguinces. Lo ideal, ir aumentando las sesiones poco a poco, y buscar zonas de la playa los más lisas y limpias posible.

Si optas por usar zapatillas, ten en cuenta que se llenaran de arena y que si corres por la orilla, se mojaran y llenaran de sal, por lo que lo mejor es usar esas zapatillas que tienes viejas y que ya no usas para tus sesiones habituales, pero que aún pueden ser útiles para correr por la playa.

En la playa tenemos dos zonas diferenciadas, la zona seca y más irregular, y la zona más compacta y húmeda, cerca de la orilla. La mejor zona para correr es la zona compacta, sobre todo si aprovechamos la bajada de la marea, ya que tendremos un terreno más uniforme, que nos ayudará a fortalecer los tobillos, pero debemos correr con precaución, ya que tened en cuenta una cosa, en esta zona siempre hay un desnivel, y por pequeño que sea, hará que al correr forcemos la pisada de forma antinatural, una zona de nuestro cuerpo irá más alta que la otra, y esto podría ocasionarnos molestias en las rodillas y la cadera. En el caso de que optemos por correr en la zona seca, trabajaremos las piernas con mayor intensidad, pero debemos tener en cuenta que el terreno será más inestable, nuestras articulaciones sufrirán más, y habrá más riesgo de tener lesiones. El terreno, respecto al asfalto beneficiará a nuestras articulaciones, ya que el impacto en cada zancada es menor, pero a pesar de ello, si tienes problemas en las articulaciones, en los tendones o acabas de salir de una lesión, olvídate de correr por la playa.

Correr por la playa nos va a ayudar a mejorar nuestra respiración, debido a la humedad, y, que al estar al nivel del mar la presión es menor. También nos ayudará a quemar más grasas y más calorías, lo primero, porque al tratarse de una superficie blanda e inestable nuestro esfuerzo es mayor, y lo segundo, debido a que el yodo estimula a la glándula tiroides que favorece la quema de calorías.

Por otro lado, como he dicho, debemos tener en cuenta que al correr por la playa la sesión será más intensa, por lo que debemos olvidarnos de intentar llevar los ritmos que llevamos cuando corremos por asfalto, y también de hacer sesiones tan largas como las que podemos hacer en otras superficies más duras. El trabajo muscular en la playa es mucho mayor, por lo que lanzarnos a un exceso en la sesión nos puede traer de regalo una importante sobrecarga muscular.

También, importante tener en cuenta el tema de la hidratación. Es verano, las temperaturas y la humedad son altas, vamos a sudar más que en condiciones normales, por lo que no estaría demás llevar alguna botella con nosotros para estar bien hidratados en todo momento.

Y para terminar, ¡aprovecha que estás en la playa y termina tu sesión de entrenamiento dándote un buen baño en el mar para refrescarte!

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