Hace
unos meses escribí la entrada Historias de superacion, en la que os contaba las
historias de distintas personas, que debido a unos u otros inconvenientes o problemas, en
principio, no estaban capacitadas para afrontar según qué determinados retos, y
que gracias al afán de superación suyo o en algunos casos, de sus padres,
habían logrado grandes retos.
Las
historias de superación que os conté en su día son solo un ejemplo, seguro que
cualquiera de vosotros buscando por la red podéis encontrar muchas más
historias que pueden ser un claro ejemplo de lo que es la superación, y de lo
que es capaz de hacer el ser humano si se lo propone, por sí mismo, o por amor
hacía un hijo.
Pero
hoy esta entrada va más dedicada a resaltar la historia de superación de cada
uno de vosotros que me estáis leyendo, puede que
para vosotros mismos vuestra historia no os parezca nada especial, puede que os
parezca una más dentro de la comunidad de corredores populares (o aficionados
al mountain bike, o al ciclismo de carretera o triatletas populares…), puede
que os parezca que no merece la pena que otros hablen de ella, pero no os
engañéis a vosotros mismos, no os infravaloréis, vuestra historia es una historia de superación, dentro de muchas, sí,
pero hay muchos otros que ni siquiera hacen el intento y no entran dentro de
las cientos de miles de historias de superación de corredores populares.
En
cada uno de nosotros hay una historia de superación, que no por ser anónima es
menos importante, y es que si nos ponemos a mirar atrás, a cuando decidimos dar
esa primera zancada, fuese por el motivo que fuese, y miramos donde estamos
ahora, seguro que la mayoría de nosotros nos encontramos en un punto en donde
nunca hubiésemos pensado que íbamos a estar, y eso es gracias a nuestra propia
historia de superación. En mi caso no me voy a ir tan lejos, hasta esa primera zancada, me basta con irme
al 10 de noviembre de 2013, cuando hice mi primera carrera de 10 kilómetros en 54:29, fue en el Derbi de las Aficiones. Para mi ese día hacer 10 kilómetros era una gran
reto, nunca había hecho tantos kilómetros, hoy, menos de tres años después he corrido dos
maratones, y he llegado a hacer los 10 kilómetros en 47:44.
Para
mí ha sido mi día a día, no le doy importancia, reconozco que me fijo y me
emociono más con las historias de superación de otras personas, pero si me paro
y hago ese viaje retrospectivo está claro que mi historia es una historia de
superación, de sufrimiento, de fuerza de voluntad, en la que poco a poco he ido
siendo más rápido y haciendo más distancia. Todos los que seguís el blog conocéis
mi historia, casado y con un hijo, con trabajo y con una gran afición por
correr, no es una historia extraordinaria, no es muy distinta de la mayoría de
vosotros, pero es mi historia de superación, y como mi historia cientos, miles,
y todas igual de importantes.
Cada
día, gracias a las redes sociales, se pueden ver muchas de esas historias de superación
anónimas, parejas con hijos que se turnan para salir a entrenar e incluso se
turnan para ir a carreras populares, y que han llegado a hacer hasta un Maratón, personas
que se pasan el día trabajando de pie y aun así, antes o después del trabajo, salen a correr, personas que ponen el despertador una hora o una hora y media
antes de ir a trabajar para salir a entrenar, personas que salen de una jornada
de trabajo interminable y que llegan a casa y se van a correr, o incluso los
hay que llevan la ropa en el maletero del coche, personas que nunca se les
hubiese pasado por la cabeza y que ahora buscan grupos de corredores para aprender más y mejorar.
Sin
duda, en nuestras historias hay mucha fuerza de voluntad, y es que detrás de
esa nueva mejor marca personal, o detrás de esa nueva distancia recorrida, hay
mucha superación personal, hay una historia de superación, que aunque nosotros
mismos no la sepamos valorar está ahí, y aunque siempre daremos con los
típicos comentarios de “¿para qué corres tanto?”, o “correr es de cobardes”, o “estoy
cansad@ de ver en facebook los kilómetros que hacen mis amig@s”, siempre habrá otros que nos
siguen, que sí admiren nuestra historia de superación, y para los que en mayor o menor medida seamos un ejemplo a seguir.
Soy de los que piensa que primero debes quererte a ti mismo, y después a los demás (bueno
eso hasta que tienes un hijo y te descuadra toda esa filosofía), en el caso de
las historias de superación lo mismo, está muy bien que valoremos las historias
de otras personas, pero sobre todo debemos valorar nuestra propia historia de superación, ya que
aunque sea anónima, para cada uno de nosotros debe ser la más importante.
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