miércoles, 25 de octubre de 2017

V Medio Maratón de Ávila

El domingo fue día de test, el plan tenía marcado hacer un entrenamiento en competición, a modo de test en la distancia del Medio Maratón, y de esta manera comprobar si el ritmo se adecuaba al plan de entrenamiento que estoy llevando, y que era estar en un tiempo entre 1 hora 44 minutos y 1 hora 47 minutos. Lo ideal hubiese sido hacer el Medio Maratón de Valencia, que obviamente supondría hacer el test en las mismas condiciones de altitud y desnivel que tendré en el Maratón, pero me decanté por el Medio Maratón de Ávila, el cual iba a suponer una prueba más dura en cuanto a altitud, 1131 metros sobre el nivel del mar, mientras que Valencia está a nivel del mar, y además el desnivel acumulado era de 199 metros, mientras que el Maratón de Valencia es uno de los más llanos.

Listo para empezar
Respecto a la organización, la verdad es que bastante bien, los dorsales se recogían en un hotel que estaba situado junto a la salida, en el que además te hacían un precio especial por dormir allí si corrías el Medio Maratón. Además de esa promoción, la bolsa del corredor en este caso no era solo propaganda, ya que incluía además de la camiseta, una barrita energética, gofre, galletas y chorizo envasado al vacío. Y a esto había que añadir el avituallamiento final, donde se podían degustar más productos de la tierra, además de fruta, agua y bebida isotónica.

Altimetría Medio Maratón de Ávila
El recorrido tenía dos partes bien diferenciadas, una primera parte más llana, que llegaba hasta el kilómetro 9, aunque eso sí, había una trampa en forma de una terrible cuesta pasado el kilómetro 5, poco más de cien metros de subida, pero con una inclinación bastante importante. A partir del kilómetro 9 el recorrido se endurecía, constantes subidas y bajadas (con más ascenso que descenso). Un auténtico rompepiernas donde lo peor estaba en los kilómetros finales, algo más de dos kilómetros, que se hacen por dentro de la muralla de Ávila, recorriendo el casco histórico, donde a las constantes subidas y bajadas se sumaban los adoquines, y para acabar, una bajada de un kilómetro, en su mayor parte por adoquines que te castigaba bastante las piernas. En resumen, un recorrido bastante bonito, sobre todo en la parte cercana a la muralla y al casco histórico, pero bastante exigente para los corredores.

Recorrido Medio Maratón de Ávila
En esta ocasión, a pesar de que me encontraba fuera de Madrid, también coincidí con un par de conocidos de Instagram, con los que ya he compartido kilómetros en otras carreras, además de coincidir también con un conocido de los entrenamientos con Adidas.

Debo decir que viendo como era el recorrido, pensé que iba a ser difícil estar en el ritmo rápido que marcaba el plan, 1 hora 44 minutos (4:56 min/km), pero sí esperaba poder cumplir con el ritmo lento, 1 hora 47 minutos (5:04 min/km). Lo que tenía claro es que, cualquiera de los dos ritmos suponía mejorar mi marca en el Medio Maratón, y que, cuanto más cerca del ritmo rápido, mejor para subir la moral de cara al Maratón. Teniendo en cuenta como era el recorrido, mi planteamiento fue aprovechar la zona llana y llevar el ritmo rápido los 10 primeros kilómetros, e intentar no irme muy por encima de 5 min/km en el segundo tramo, y sobre todo comprobar como tenía de fuerte las piernas para encarar esa segunda parte rompepiernas.

Con otros Instagramers
En la salida me situé junto al globo de 1h 45´ (en teoría su ritmo debía de ser 4:59 min/km) con la idea de que me ayudase a coger ritmo los primeros kilómetros, y luego apretar yo un poco y dejarle, pero curiosamente fue al revés, el PK1 lo hice en 4´59”, el PK2 en 4´51” y PK3 en 4´49”, en ese punto decidí dejarlo ir, porque estaba claro que no iban a llevar el ritmo que deberían llevar. El paso por el PK5 lo hice en 24´29” a un ritmo de 4:54 min/km, y del globo de 1h 45´ no había rastro.

Más o menos en el PK5,5 la trampa en forma de cuesta que os comentaba antes, corta, pero bastante empinada, tanto que mi ritmo pasó de ser de menos de 5 min/km a ser de más de 6 min/km, en poco más de cien metros, y se notó en el tiempo de ese kilómetro, ya que el PK6 lo hice en 5´13”, el primer kilómetro que hacía por encima de 5 min/km. Pasada esa subida, volvíamos al terreno llano que nos había acompañado hasta entonces, y así fue hasta el kilómetro 9, en ese momento corríamos en paralelo a la muralla, una zona muy bonita, en la que además se encontraban mis incondicionales fans, mi mujer y mi hijo. En este tramo teníamos casi un kilómetro de subida constante, que aunque no era muy inclinada, si se dejaba notar por la longitud. Por el PK10 pasé con un tiempo de 49´22”, a un ritmo de 4:56 min/km, lo que significaba que había logrado llevar el ritmo que me había propuesto hasta el kilómetro 10.

Corriendo por el casco histórico
A partir de este punto empezaba lo duro de la carrera, continuos toboganes, donde siempre se subía más de lo que se bajaba, donde intentar acomodar un ritmo homogéneo era imposible, y donde iba a poner a prueba las piernas por el continuo cambio de ritmo, a lo que había que sumar los kilómetros que llevaba. En esos kilómetros se notaba mucho que el ritmo variaba en función de la dificultad del recorrido, y los tiempos fueron de 4´59” en el PK11, 5´15” en el PK12, 5´15” en el PK13, 4´59” en el PK14, y 4´55” en el PK15. A estas alturas de carrera llevaba 1h 14´45” a un ritmo de 4:59 min/km. Había empeorado el ritmo por kilómetro, pero las sensaciones en las piernas eran bastante buenas, y eso era lo importante.

Tras hacer el PK16 en 4´58”, en el kilómetro 17 cometí un pequeño fallo de concentración, después de tanto tiempo pendiente del ritmo, me dejé llevar, de piernas iba bien, también de sensaciones, pero inconscientemente desconecté, y eso supuso que frenase en exceso el ritmo en un kilómetro que tampoco fue excesivamente complicado, haciéndolo en 5´14”, por suerte no me costó de nuevo engancharme al ritmo, y el PK18 lo hice en 4´44”, coincidiendo con que volvíamos a correr junto a la muralla, y pasando por una zona con mucho más ambiente. Fue el momento en el que pasamos a correr por dentro de la muralla, por el casco histórico, kilómetros muy bonitos, pero donde correr se complicó, por un lado seguíamos con los toboganes, por otro lado el asfalto dejó paso a los adoquines, y además nos encontrábamos con calles más estrechas, y alguna bajada complicada, ya que acababan en giros de 90º, además de que lo mejor era optar por correr por la acera, y así lo hicimos todos, y al ser aceras estrechas, dependías del ritmo del corredor que llevases delante de ti. Todo ello se notó en el crono, haciendo el PK19 en 5´16” y el PK20 en 5´19”, pasando por este punto en 1h 40´16”, a un ritmo de 5:01 min/km. Pero dejando de lado el ritmo, lo importante es que me seguía encontrando muy bien de piernas.

Feliz con la muralla de fondo
Salimos de la muralla, y tras un pequeño repecho en subida, tocaba un terreno muy favorable, ya que todo era en bajada, pero bajada con trampa, ya que el terreno era de adoquines, y lo peor de todo es que como estábamos cerca de la meta, la acera estaba ocupada por gente animando, por lo que no quedaba otra que correr por los adoquines, con el riesgo que ello supone, ya que suele ser un terreno muy irregular, y estando tan cerca del Maratón… la verdad es que fue una pena, porque andaba muy bien de piernas y la bajada ayudaba, hasta el punto que el PK21 lo hice en 4´35”, así que si en lugar de ser adoquines hubiese sido asfalto, habría podido acabar bastante mejor.

La meta la crucé con rabia, había conseguido estar dentro del ritmo, y más cerca del ritmo rápido que del lento, pero sabía que podía haber bajado de 1h 45´ sino llega a ser por la desconexión del kilómetro 17, y sobre todo por esos kilómetros de adoquines que tan mal me vinieron. Pero por otro lado, muy contento, por las buenas sensaciones durante toda la carrera, y por haber conseguido MMP en el Medio Maratón, bajando del 1h 48´15” a 1h 45´21”.


Para terminar, comentaros que al acabar la carrera tuve el placer de conocer y tener una pequeña charla con Ramón Arroyo, una persona que es todo un ejemplo de superación personal. A Ramón le diagnosticaron esclerosis múltiple, y le dijeron que no sería capaz de andar 100 metros, y no solo consiguió eso, sino que ha llegado a hacer un Iron Man. Su historia ha llegado al cine en la película 100 metros pero si quieres saber de su historia real, sin las libertades del guión, aquí te dejo un documental.

Junto a Ramón Arroyo

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