El
pasado viernes, con el Cross Nocturno de Navacerrada, di por terminada la
temporada 2016/17, una temporada en la que he hecho una carrera de seis
kilómetros, seis carreras de diez kilómetros, tres Medio Maratones, dos Maratones,
y he hecho mi debut en el trail, lo cual ha resultado una experiencia de lo más
satisfactoria.
El
Cross Nocturno de Navacerrada es la prueba pequeña de las tres que se celebraban
ese fin de semana y que organiza la RSEA Peñalara, siendo las otras pruebas el Trail de Peñalara, de 63 km y +2700,
y el Gran Trail de Peñalara de 114 km y +5100. Indicar que el nombre de la
carrera lleva a engaño, ya que aunque lo denominan como cross, es un trail en
toda regla, pero supongo que no usan esa denominación ya que un trail tiene un tope de 30% de asfalto, y esta carrera tenía 35% de asfalto, pero por
lo demás tiene todas las características de un trail.
La
organización bastante bien, recogida del dorsal el mismo día, y de manera muy fluida, la bolsa del corredor, como viene siendo habitual, bastante pobre, camiseta técnica
y listo. Del avituallamiento en carrera digamos que bastante mejor organizado el del trail
de Riaza, ya que allí te daban un vaso, bebías in situ, y lo depositabas en unos
cubos, sin embargo en esta carrera se suponía que tú tenías que llevar el vaso
y en el avituallamiento te lo llenaban, pero casi nadie llevaba el vaso, por lo
que veías a la gente bebiendo a morro de las botellas… yo llevaba mi cinturón de
hidratación y en el avituallamiento ni paré. El avituallamiento en meta fue mejor, bebidas isotónicas, refrescos, trozos de naranja y barritas de
cereales.
El
recorrido era de 11,800 km +480, y estaba compuesto por 4,1 km de asfalto, 2,3 km
de pistas forestales y 5,4 km de senderos. Respecto a la dureza, un recorrido
bastante duro, con una subida larga y constante entre el PK 4,17 y el PK 5,68, otra
subida más corta y suave entre PK 5,94 y el PK 6,23, y lo más duro de todo era una
subida entre el PK 6,70 y el PK 7,16, en la que en 460 metros ascendíamos 137
metros, con una pendiente media del 29,78%. Una vez coronada esta subida el resto del
recorrido era de bajada, salvo una pequeña subida en los últimos 800 metros.
Recorrido CNN |
En
la carrera coincidí con el grupo de corredores con el que últimamente suelo ir
a correr, por lo que me sentía bastante arropado, y sobre todo relajado, a pesar de mi inexperiencia y
de que se trataba de una carrera de montaña nocturna.
Si en Riaza en la
salida no me coloqué muy adelante, en esta ocasión entramos muy pronto al
cajón, por lo que nos situamos muy adelantados, apenas teníamos cuatro o cinco
filas de corredores delante, y creo que ese fue un pequeño error, ya que el primer kilómetro era prácticamente en bajada, y de ese kilómetro 800 metros se hacen por asfalto, por lo que al estar situado tan adelante el ritmo de salida fue muy rápido, y a
ello debo añadir que me dejé llevar y que no controlé el ritmo, lo que supuso
que hiciese el primer kilómetro en 4´29”, sin duda un ritmo alto
para mí.
Altimetría CNN |
Los tres kilómetros siguientes eran prácticamente llanos, con alguna pequeña
subida y bajada, y en ellos bordeábamos el embalse de Navacerrada, un paisaje
precioso el que atravesábamos en ese momento. En esta parte del recorrido mezclábamos
asfalto y pista, y salvo alguna zona más estrecha, el camino era ancho, e
invitaba a seguir a ritmo fuerte, aunque yo decidí ir más calmado, porque sabía
que si seguía al ritmo del primer kilómetro, la carrera se me iba a hacer muy
larga. Estos tres kilómetros los hice en 5´16” el kilómetro 2, en 5´17” el
kilómetro 3, y en 5´35” el kilómetro 4.
Pasado
el kilómetro 4, empezamos una constante subida de 1,5 km, en la que ascendíamos
110 metros, con una pendiente media de 7,28%, en este tramo, aunque la subida la
empecé corriendo, pronto opté por andar y reservar fuerzas para lo que quedaba. Terminada la subida teníamos una pequeña bajada, para encarar una nueva subida,
en esta ocasión más corta, de apenas 300 metros, y con una pendiente media del 6,90%.
El kilómetro 5 lo hice en 6´43”, y el kilómetro 6 en 6´56”.
Lo
siguiente fue un momento increíble, una bajada de 450 metros, con un desnivel medio del 10%, por un pequeño sendero, en el que a veces apenas era más ancho que mi
pie. No es que yo bajase excesivamente rápido, según el Garmin a 5:15 min/km, pero la
sensación era completamente distinta, tenía la sensación de ir volando, y de
que no podría frenar, ni rectificar ante cualquier imprevisto. Fue algo muy
raro, una sensación de “miedo” ante lo imprevisible del terreno, pero a la vez
de querer correr más y más.
La
bajada terminaba en un pequeño muro de piedra que tuvimos que saltar, me tocó
casi frenar en seco para no chocarme contra él. Tras saltar el muro empezaba la parte más dura de la
carrera, poco menos de 500 metros de ascensión casi al 30% de inclinación. Como
os podéis imaginar, desde el principio la subida la hice andando, bueno la hice
andando yo, y todos los que tenía alrededor, así como, supongo, la gran mayoría
de los que hicimos la carrera, y es que me cuesta imaginar, que haya alguien
capaz de subir esa cuesta corriendo. El ritmo bajó tanto en esa subida, que
hasta el Garmin que lo llevaba en parada automática en caso de pararme, se
detuvo cuando el ritmo era de 14:10 min/km, y no se puso en marcha hasta que
acabé la subida.
Cuando
llegamos a la cumbre ya había caído la noche, por lo que empezaba una nueva
experiencia, la de correr con el frontal, y además cuesta abajo, lo cual
complicaba más las cosas. Teníamos por delante más de tres kilómetros de
bajada, por senderos, por lo general anchos y de arena, aunque en algún caso,
ni era tan ancho, ni era solo arena, ya que había algunas piedras y ramas. La
bajada la empecé junto a un grupo, que nos pusimos en fila de a uno, pero del
que pronto decidí descolgarme, el motivo era que la mezcla del polvo que se
levantaba, con la oscuridad y la luz del frontal, hacía muy difícil la visibilidad.
Al descolgarme del grupo lo hice en demasía por lo que me vi durante unos cientos de metros entre dos grupos, y sin tener referencia de ninguno de ellos, ya que los
de delante se me habían escapado, y los de atrás no llegaban a cogerme. Ese
momento fue de una libertad absoluta, corriendo por la montaña, de noche y “solo”,
un momento increíble que solamente estropeaba el “miedo” a perder el camino y
terminar perdido.
Tras
la bajada, volvimos al asfalto y entramos de nuevo en el pueblo, en ese momento
acabó mi soledad, ya que se me unieron varios corredores. Tras hacer poco más
de un kilómetro por asfalto, volvíamos a salir a hacer 500 metros por senderos,
bordeando de nuevo el embalse, aunque en esta ocasión al ser de noche no se
disfrutaba de la misma vista.
Volvimos
de nuevo al asfalto cuando apenas quedaban 800 metros, quedaba subir lo que
bajamos en la salida, con menos fuerzas, pero con más ánimo. Fui chocando las
manos de los niños, a la vez que buscaba entre la gente a mi mujer y a mi hijo.
Cuando llegué a ellos, cogí al peque de la mano, y con él recorrí los últimos
metros, cruzando una nueva meta.
La
carrera la hice en 1 h 12´12”, puesto general 202 de 412, y en mi categoría el
71 de 143. Y gracias a un tiempo de paso que tenía la organización al poco de
empezar la bajada, pude comprobar que la bajada sigue siendo un
punto débil, ya que en la bajada perdí 11 puestos.
En
este segundo trail he podido comprobar que el cinturón de hidratación para
ritmos lentos no incomoda, pero si el ritmo es más rápido, bota demasiado y
resulta incómodo, por lo que creo para el futuro deberé invertir en una mochila
de hidratación. Lo mismo que el frontal, el que usé es un frontal de travesía,
que funciona muy bien si vas andando, pero en zonas de montaña, sin iluminación
y corriendo, se queda bastante corto, y puede hasta resultar peligroso, por lo
que también deberé invertir en un frontal mejor. Las zapatillas usé el mismo
modelo que en Riaza, y al igual que allí, también me funcionaron bien, por lo
que en principio seguiré dándoles uso.