jueves, 11 de octubre de 2018

V Medio Maratón de Logroño

El pasado domingo tocaba test de Medio Maratón, tocaba hacer un entrenamiento en competición, el plan marcaba este test para ver cómo iban asimilando las piernas los entrenamientos, pero claro esa era la idea inicial del plan, cuando lo monté a finales de mayo. Después, tras el cambio obligatorio del plan para adecuarme al Maratón de Berlín, el test ha sido más para ver como tenía las piernas tres semanas después del Maratón, y comprobar si estaban recuperadas y con ritmo. Aún así, mantuve la idea inicial del plan, que era estar entre 1h 44´y 1h 47´, si el crono al cruzar la meta marcaba más de ese tiempo, no sería una buena noticia.


La carrera, denominada Maratón y Medio Maratón internacional Ciudad de Logroño, tenía tres distancias, 10 kilómetros que compartía meta, pero no salida con las otras dos distancias. Medio Maratón, sobre un circuito homologado, y Maratón, que era de dos vueltas al circuito de 21,097 km. He de decir que con ese nombre uno se espera algo más, por ejemplo en la feria del corredor, que eran unas simples carpas en el parking de unos cines, o en el número de corredores, que no llegaba a los 750 entre las tres distancias, o en el detalle final, donde solo había medalla para los corredores del Maratón. Por suerte los avituallamientos en carrera y en meta sí eran aceptables.

El recorrido era un poco rompepiernas, con muchas rectas largas, zonas de ida y vuelta, muchos kilómetros por fuera de la ciudad, con avenidas anchas y abiertas, además la climatología lo hacía bastante desagradable, porque soplaba mucho el viento, y en esas zonas desangeladas se notaba mucho. Solo al final del recorrido se hacían kilómetros por el centro de la ciudad, que se agradecía, ya que pegaba menos el viento, y además había gente animando, que en el resto del recorrido apenas había.


Hasta Logroño me desplacé con mi mujer y el peque, en esta ocasión no coincidí con ningún conocido, y por primera vez, me salté todas las normas que me impongo antes de una carrera, hicimos turismo, andando algo más de lo normal, y sobre todo disfrutamos de la famosa calle Laurel y sus aledaños, probando su gastronomía y los vinos de la región. Por lo que el día previo a la carrera, más que cuidarme y descansar, me castigué.

La mañana de la carrera me levanté con pocas ganas y mucha pereza, y a ello se unió que el día amaneció frío, nublado y con amenaza de lluvia, lo cual restaba ganas, aún así seguía con la idea de ritmo que me había marcado, y así lo marqué en el Garmin, ritmo rápido 4´55” y ritmo lento 5´05”, y es que si no era capaz de llevar el ritmo rápido, si esperaba cumplir con el ritmo lento.


En la salida estaba cerca del globo de 1h 45´, y pensé en salir junto a él para que me ayudase a marcar el ritmo, pero salió bastante rápido y no pude seguirle, así que desestimé inmediatamente la idea de ir junto a él, entre otras cosas porque no conseguí ir cómodo de primeras, no terminaba de coger un buen ritmo, y sentía bastante frío, y el recorrido empezaba a no ayudar, ya que empezábamos a correr por grandes avenidas de ida y vuelta, donde soplaba bastante el viento.

Todo esto cambio pasado el kilómetro 4, un grupo de seis corredores me pasó, teniendo en cuenta el viento, pensé que sería bueno correr en grupo, eso me ayudaría a resguardarme más que yendo solo, y además si conseguía adecuarme a su ritmo, esto también me ayudaría. Así que desde ese momento me uní a ellos, y fui uno más del grupo. En el crono se notó esa decisión, ya que hasta ese momento había hecho el PK1 en 5´02”, el PK2 en 5´11”, el PK3 en 5´09” y el PK4 en 5´07”, mientras que el PK5 lo hice en 4´48”, pasando por el kilómetro 5 en 25´17”, a un ritmo de 5´03”.


Desde el momento que me uní al grupo me encontré bastante cómodo, el ritmo que llevaban me iba muy bien, y eso lo notaba, los kilómetros pasaban, y no me daba ni cuenta, además en algunos momentos incluso me permitía charlar con mis compañeros, que me iban anticipando la altimetría del recorrido y adecuaban muy bien el ritmo al tramo que pasábamos, ya fuese subida, llano o bajada, y sobre todo ayudaban a hacer más ameno el recorrido, que seguía siendo bastante triste, tanto por los lugares que pasábamos, como por el poco público que había. Y entre ese poco público, un poco antes del kilómetro 10 se encontraban mi mujer y mi hijo, como siempre animándome y siendo una inyección de adrenalina. Esos 10 primeros kilómetros los hice en 49´41”, a un ritmo de 4´58”.

Los siguientes kilómetros se empezaron a notar en dos de los miembros del grupo, que se fueron quedando poco a poco, hasta retrasarse, y no volverlos a ver en lo que quedaba, mientras que otro de los miembros se vio fuerte y aceleró el ritmo yéndose por delante nuestra, quedándonos un grupo de cuatro, incluido yo. También pasamos por una larga recta, que parecía no acabar nunca, y en la que nos fuimos alternando en parejas para llevar el ritmo del grupo. A pesar de llevar un ritmo por debajo de 5´, las conversaciones con los miembros del grupo seguían, lo cual significaba que aún podría llevar un ritmo más bajo. Pasamos por el PK15 con el reloj marcando 1h 14´01”, a un ritmo de 4:56 min/km.



El kilómetro 16 fue el más duro del recorrido, aunque ya iba avisado por mis compañeros, en ese kilómetro hubo un par de subidas, una de ellas, cuando pasamos junto al río, de bastante desnivel, cuando pasábamos bajo el puente de hierro. Esto se notó en el ritmo, que en ese kilómetro fue de 5´18”. A partir de ese momento el recorrido alternaba subidas y bajadas, siendo más las primeras que las segundas, volviéndose a notar en el ritmo del kilómetro 19, que fue de 5´10”.

Poco antes del kilómetro 20, uno de los miembros del grupo se vio fuerte, y aceleró el ritmo, yo me encontraba bien, y por un momento pensé en irme con él, pero finalmente me quedé con los otros dos miembros. Pasamos por el PK20 con un tiempo de 1h 39´04”, a un ritmo de 4:57 min/km. En ese punto se encontraba mi mujer con el peque, momento que aproveché para acercarme y darles un beso.

Los últimos 1.097 metros se hacían callejeando por la ciudad, como suele ser habitual en estos casos, zonas más estrechas, adoquines, giros cerrados, pero zonas más bonitas que las largas avenidas que habíamos pasado.

Encaramos la línea de meta y agradecí a mis compañeros la compañía, la conversación, y que me fuesen explicando el recorrido, avisándome lo que llegaba en cada momento. La verdad es que gracias a ellos la carrera se me hizo bastante más amena, y creo que conseguí un mejor tiempo del que hubiese hecho yo solo, o por lo menos eso parecía al principio.

La meta la crucé en 1h 44´17”, a un ritmo de 4:57 min/km, consiguiendo volver a bajar de la 1h 45´, y siendo tras Salamanca, Valencia, Madrid, Segovia, Madrid y Pamplona, el séptimo medio maratón que hago en 2018, en seis ciudades distintas.



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