Esta entrada llevo unos días queriendo escribirla, pero
por unas cosas u otras no he podido, hoy por fin he tenido tiempo para
escribirla y publicarla.
Con la bolsa del corredor del Medio Maratón, nos
entregaron un librito con consejos, el recorrido y algunos artículos, uno de
ellos se titulaba “El respeto al corredor”, y hablaba sobre la gente que no
comprendía a las personas que corremos, haciendo una especial mención a un tal
Salvador Sostres que había escrito un artículo en El Mundo, en el que entre otras
cosas, decía que la gente que corre somos unos imbéciles, y pedía que rezasen
por nosotros (podéis leer su “artículo” pinchando aquí). Por ello, esta entrada va dedicada a todos aquellos
que no entienden por qué nos ponemos las zapatillas y salimos a correr, y en
particular a ese personaje llamado Salvador Sostres.
El “Señor” Sostres llama imbéciles a los corredores por
correr o hacer deporte buscando, según él, generar endorfinas. Pero sin
duda está muy equivocado, no corremos por generar endorfinas, corremos por que
nos gusta, igual que a él le gusta ir a misa o comer en caros restaurantes,
cada cual allá con su afición. Nosotros los corredores disfrutamos con la
nuestra, es una afición que nos lleva a disfrutar de cada zancada, a disfrutar
de la sensación de libertad, de los paisajes que recorremos corriendo, del silencio,
de la naturaleza, o incluso de las ciudades, porque correr por el Paseo de la
Castellana o por la Puerta del Sol, u otros lugares emblemáticos de cualquier
ciudad del mundo es algo que no tiene precio.
Nosotros, los corredores, aunque usted no lo crea, también
tenemos familia, amigos, y otras aficiones que nos proporcionan buen humor,
porque nuestra vida no es solo correr. Yo a correr durante la semana apenas le
dedico seis horas, menos que una jornada diaria de trabajo, y a parte de
correr, a mí, personalmente me encanta viajar. Disfruto mucho viajando, y
también comiendo, aunque yo no necesito de grandes restaurantes, puedo estar de
buen humor comiendo en cualquier puesto callejero de Nueva York,
Berlín, Paris o Bangkok. Por cierto, si a usted escribir buenos artículos le
produce estar de buen humor, ya entiendo por qué tiene esa cara de vinagre, y
vive enfrentado a todo el mundo…
No es el Sr Sostres, pero tiene un gran parecido |
Si, tan confundido está al pensar que los corredores solo
corremos por las endorfinas, no menos equivocado está en que los corredores
solo comemos verdura. Está claro que usted en esto del deporte se quedo en la
época Neandertal. Para hacer ejercicio el cuerpo no puede vivir solo de
verdura, ni siquiera de pasta y arroz, también hay que tomar vitaminas,
grasas y proteínas, es decir, llevar una dieta equilibrada, comiendo de
todo, lo hayas matado antes o no.
En mi caso, como y puedo comer de todo, ya sea un
chuletón, una dorada, una paella, una pizza o una hamburguesa, tal vez por
genética o tal vez porque he hecho deporte desde que tengo uso de razón. Pero a
pesar de ser una persona que come de todo y que no engordo, respeto al que le
gusta ser vegetariano, y no me parece triste que tengan esa elección, lo triste
es su caso “Señor” Sostres, lo triste es que tenga que recurrir a dietas
milagrosas porque al estar tan gordo como un cerdo no sea capaz de dar dos
pasos sin ahogarse, o simplemente, no pueda verse el pene cuando mea.
Siguiendo con la comida, ya he comentado que como de todo
y que puedo estar de buen humor comiendo en cualquier lugar. Por ejemplo en
Nueva York, puedo comer tanto en un puesto callejero como en el restaurante
giratorio del Hotel Marriot, no necesito como usted, de grandes restaurantes
para disfrutar de la comida, ni necesito reventar comiendo, solo para que mis
amigos no me quiten mi porción de trufa blanca.
Para los corredores, el deporte es parte de
nuestras vidas, una vida intensa, una vida con retos, una vida con fuerza de
voluntad, una vida en la que te emocionas y en la que lloras por cualquier
éxito por muy pequeño que sea. Pero a usted, que nunca ha cruzado la meta ni
siquiera de una carrera popular de 5 kilómetros, aunque le explique estas
sensaciones, nunca lo entenderá.
Por mi parte, yo tampoco entiendo su fe, su necesidad de
acudir a una iglesia a escuchar un mitin en contra del derecho al aborto, de
tener la sexualidad que uno quiera o a que me cuenten historias de hace miles
de años donde a un guerrillero lo convierten en un mesías que multiplica los
peces y el vino, o que anda por encima de las aguas… De verdad que, no sé si
vacío, pero si hay que estar muy necesitado para creerse ese tipo de historias,
pero yo, al contrario que usted, no llamo imbéciles a quién cree las historias
de la Biblia, los respeto siempre que a mí me respeten.
Sorprendente es que usted piense que la gente que tiene la
afición de correr sean unos holgazanes que se quejan y siempre buscan lo fácil,
que no tienen jerarquía, ni rigor. Imagino que eso que escribe es un chiste,
pero un chiste que no firmaría ni el peor humorista, y es que si lo piensa de
verdad, es porque usted es un demente, ya que no puede estar más lejos de la
realidad. Los corredores nunca buscan lo fácil, por ello siempre van a más, un
día se calzan las zapatillas y salen a correr un rato, cada día aumentan la
distancia, y empiezan a buscar retos (no solo endorfinas), una carrera de 5
km, luego de 10, un Medio Maratón, y si te ves capaz un Maratón. Los corredores
saben sufrir para conseguir sus retos, saben que no se lo van a poner en
bandeja, saben ser rigurosos, y desde el corredor que solo hace 5
kilómetros, hasta el que hace una Maratón, todos tienen una gran fortaleza mental.
Pero no crea que le voy a rebatir en todo, le voy a dar la
razón en algo, los corredores somos una legión, en cualquier carrera popular,
un domingo cualquiera, son cientos las personas que se reúnen, de todas las
edades, de todos los sexos e incluso religión, para compartir la misma afición,
y ya si hablamos de la Media Maratón de Madrid que corrí el pasado 29 de marzo,
hablamos ya de 20.000 personas, más que una legión de la antigua Roma.
Por suerte, no solo para los corredores, sino para la gran
mayoría de los seres humanos, no solo tenemos iglesias, grandes restaurantes,
hoteles prominentes y majestuosos bares, que es por lo que usted está
agradecido, y que a mí me parece de una gran simpleza. También existen escuelas
y universidades, en los que educar y formar personas, hospitales, en los que
curar y tratar a los enfermos, y centros deportivos, en los que, aunque a usted
no le guste, podamos hacer deporte y disfrutar no solo de las endorfinas, sino
también de nuestras aficiones.
Respecto a si jugamos con nuestros hijos, le diré que
tengo un hijo de poco más de cuatro meses con el que de momento jugar lo que se
dice jugar es difícil, pero al que dedicaré todo el tiempo posible para
educarlo y que no se convierta en alguien como usted, un hijo al que inculcaré
mi amor por la familia, el deporte y el respeto a los demás, y con el que sueño
poder cruzar un día la meta de algún Maratón, y desde luego llorar emocionado
abrazado a él.
De lo que dice de que su hija no crezca huérfana…
utilizando el refranero español, “Más vale sola que mal acompañada”, y es que
teniendo en cuenta sus comentarios durante la pausa del programa Alto y Claro
de Telemadrid, en el que confesaba su preferencia por las niñas de 17 y 18
años, porque tienen unas vaginas que aún no huelen a ácido úrico, que aún están
limpias, y que tienen olor a santidad del primer rasurado, casi mejor no
preguntarle a que juega usted con su hija… ahora entiendo que agradezca que
haya iglesias, así tiene un lugar al que ir a confesarse, un lugar en el
que el cura de turno le perdone sus pecados a cambio de rezar unos
padrenuestros y unos avemarías. (Podéis ver a este personaje en su verdadera
versión pinchando aquí).
No pida que recen por los corredores, pida que recen por
su hija, por la mala suerte que ha tenido por tener un padre como usted, pero
tenga cuidado a quien le pide que rece por nosotros, porque es muy probable que
entre esas personas a las que pide que recen por los imbéciles que corremos,
haya mujeres que recen para que sus maridos se conviertan en corredores, que
recen para que el tiempo que dedican a emborracharse en los bares, o el tiempo
que dedican a jugarse el sueldo en las máquinas tragaperras, o el tiempo que
dedican a ir de putas, para luego llegar a casa y liarse a ostias con ellas y
los niños, lo dediquen a una actividad tan sana y saludable como es la de
correr.
También puede pedir que recen por esos niños de los que
sus queridos curas se aprovechan, o por esos pobres niños que mueren de hambre,
o por esas familias que no tienen que llevarse a la boca… hay muchas cosas por
las que rezar, como para pedirle a la gente que rece por las personas que
salimos a correr.
Y una vez terminada esta entrada, me voy a ir con mi mujer
y con mi hijo a dar un paseo, y a tomarme un buen plato de jamón acompañado de
una copita de vino de Ribera del Duero, el champán y la trufa blanca se la dejo
a usted, para que con esos “manjares” disfrace su ridícula existencia.
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