sábado, 11 de abril de 2015

Si yo soy imbécil por correr ¿usted qué es?

Esta entrada llevo unos días queriendo escribirla, pero por unas cosas u otras no he podido, hoy por fin he tenido tiempo para escribirla y publicarla.
           
Con la bolsa del corredor del Medio Maratón, nos entregaron un librito con consejos, el recorrido y algunos artículos, uno de ellos se titulaba “El respeto al corredor”, y hablaba sobre la gente que no comprendía a las personas que corremos, haciendo una especial mención a un tal Salvador Sostres que había escrito un artículo en El Mundo, en el que entre otras cosas, decía que la gente que corre somos unos imbéciles, y pedía que rezasen por nosotros (podéis leer su “artículo” pinchando aquí). Por ello, esta entrada va dedicada a todos aquellos que no entienden por qué nos ponemos las zapatillas y salimos a correr, y en particular a ese personaje llamado Salvador Sostres.

El “Señor” Sostres llama imbéciles a los corredores por correr o hacer deporte buscando, según él, generar endorfinas. Pero sin duda está muy equivocado, no corremos por generar endorfinas, corremos por que nos gusta, igual que a él le gusta ir a misa o comer en caros restaurantes, cada cual allá con su afición. Nosotros los corredores disfrutamos con la nuestra, es una afición que nos lleva a disfrutar de cada zancada, a disfrutar de la sensación de libertad, de los paisajes que recorremos corriendo, del silencio, de la naturaleza, o incluso de las ciudades, porque correr por el Paseo de la Castellana o por la Puerta del Sol, u otros lugares emblemáticos de cualquier ciudad del mundo es algo que no tiene precio.

Nosotros, los corredores, aunque usted no lo crea, también tenemos familia, amigos, y otras aficiones que nos proporcionan buen humor, porque nuestra vida no es solo correr. Yo a correr durante la semana apenas le dedico seis horas, menos que una jornada diaria de trabajo, y a parte de correr, a mí, personalmente me encanta viajar. Disfruto mucho viajando, y también comiendo, aunque yo no necesito de grandes restaurantes, puedo estar de buen humor comiendo  en cualquier puesto callejero de Nueva York, Berlín, Paris o Bangkok. Por cierto, si a usted escribir buenos artículos le produce estar de buen humor, ya entiendo por qué tiene esa cara de vinagre, y vive enfrentado a todo el mundo…

No es el Sr Sostres, pero tiene un gran parecido
Si, tan confundido está al pensar que los corredores solo corremos por las endorfinas, no menos equivocado está en que los corredores solo comemos verdura. Está claro que usted en esto del deporte se quedo en la época Neandertal. Para hacer ejercicio el cuerpo no puede vivir solo de verdura, ni siquiera de pasta y arroz, también hay que tomar vitaminas, grasas y proteínas, es decir, llevar una dieta equilibrada, comiendo de todo, lo hayas matado antes o no. 

En mi caso, como y puedo comer de todo, ya sea un chuletón, una dorada, una paella, una pizza o una hamburguesa, tal vez por genética o tal vez porque he hecho deporte desde que tengo uso de razón. Pero a pesar de ser una persona que come de todo y que no engordo, respeto al que le gusta ser vegetariano, y no me parece triste que tengan esa elección, lo triste es su caso “Señor” Sostres, lo triste es que tenga que recurrir a dietas milagrosas porque al estar tan gordo como un cerdo no sea capaz de dar dos pasos sin ahogarse, o simplemente, no pueda verse el pene cuando mea.

Siguiendo con la comida, ya he comentado que como de todo y que puedo estar de buen humor comiendo en cualquier lugar. Por ejemplo en Nueva York, puedo comer tanto en un puesto callejero como en el restaurante giratorio del Hotel Marriot, no necesito como usted, de grandes restaurantes para disfrutar de la comida, ni necesito reventar comiendo, solo para que mis amigos no me quiten mi porción de trufa blanca.

Para los corredores, el  deporte es parte de nuestras vidas, una vida intensa, una vida con retos, una vida con fuerza de voluntad, una vida en la que te emocionas y en la que lloras por cualquier éxito por muy pequeño que sea. Pero a usted, que nunca ha cruzado la meta ni siquiera de una carrera popular de 5 kilómetros, aunque le explique estas sensaciones, nunca lo entenderá. 

Por mi parte, yo tampoco entiendo su fe, su necesidad de acudir a una iglesia a escuchar un mitin en contra del derecho al aborto, de tener la sexualidad que uno quiera o a que me cuenten historias de hace miles de años donde a un guerrillero lo convierten en un mesías que multiplica los peces y el vino, o que anda por encima de las aguas… De verdad que, no sé si vacío, pero si hay que estar muy necesitado para creerse ese tipo de historias, pero yo, al contrario que usted, no llamo imbéciles a quién cree las historias de la Biblia, los respeto siempre que a mí me respeten.

Sorprendente es que usted piense que la gente que tiene la afición de correr sean unos holgazanes que se quejan y siempre buscan lo fácil, que no tienen jerarquía, ni rigor. Imagino que eso que escribe es un chiste, pero un chiste que no firmaría ni el peor humorista, y es que si lo piensa de verdad, es porque usted es un demente, ya que no puede estar más lejos de la realidad. Los corredores nunca buscan lo fácil, por ello siempre van a más, un día se calzan las zapatillas y salen a correr un rato, cada día aumentan la distancia, y empiezan a buscar retos (no solo endorfinas), una carrera de 5 km, luego de 10, un Medio Maratón, y si te ves capaz un Maratón. Los corredores saben sufrir para conseguir sus retos, saben que no se lo van a poner en bandeja, saben ser  rigurosos, y desde el corredor que solo hace 5 kilómetros, hasta el que hace una Maratón, todos tienen una gran fortaleza mental.

Pero no crea que le voy a rebatir en todo, le voy a dar la razón en algo, los corredores somos una legión, en cualquier carrera popular, un domingo cualquiera, son cientos las personas que se reúnen, de todas las edades, de todos los sexos e incluso religión, para compartir la misma afición, y ya si hablamos de la Media Maratón de Madrid que corrí el pasado 29 de marzo, hablamos ya de 20.000 personas, más que una legión de la antigua Roma.

Por suerte, no solo para los corredores, sino para la gran mayoría de los seres humanos, no solo tenemos iglesias, grandes restaurantes, hoteles prominentes y majestuosos bares, que es por lo que usted está agradecido, y que a mí me parece de una gran simpleza. También existen escuelas y universidades, en los que educar y formar personas, hospitales, en los que curar y tratar a los enfermos, y centros deportivos, en los que, aunque a usted no le guste, podamos hacer deporte y disfrutar no solo de las endorfinas, sino también de nuestras aficiones.

Respecto a si jugamos con nuestros hijos, le diré que tengo un hijo de poco más de cuatro meses con el que de momento jugar lo que se dice jugar es difícil, pero al que dedicaré todo el tiempo posible para educarlo y que no se convierta en alguien como usted, un hijo al que inculcaré mi amor por la familia, el deporte y el respeto a los demás, y con el que sueño poder cruzar un día la meta de algún Maratón, y desde luego llorar emocionado abrazado a él.

De lo que dice de que su hija no crezca huérfana… utilizando el refranero español, “Más vale sola que mal acompañada”, y es que teniendo en cuenta sus comentarios durante la pausa del programa Alto y Claro de Telemadrid, en el que confesaba su preferencia por las niñas de 17 y 18 años, porque tienen unas vaginas que aún no huelen a ácido úrico, que aún están limpias, y que tienen olor a santidad del primer rasurado, casi mejor no preguntarle a que juega usted con su hija… ahora entiendo que agradezca que haya iglesias, así tiene un lugar al que ir a confesarse,  un lugar en el que el cura de turno le perdone sus pecados a cambio de rezar unos padrenuestros y unos avemarías. (Podéis ver a este personaje en su verdadera versión pinchando aquí).

No pida que recen por los corredores, pida que recen por su hija, por la mala suerte que ha tenido por tener un padre como usted, pero tenga cuidado a quien le pide que rece por nosotros, porque es muy probable que entre esas personas a las que pide que recen por los imbéciles que corremos, haya mujeres que recen para que sus maridos se conviertan en corredores, que recen para que el tiempo que dedican a emborracharse en los bares, o el tiempo que dedican a jugarse el sueldo en las máquinas tragaperras, o el tiempo que dedican a ir de putas, para luego llegar a casa y liarse a ostias con ellas y los niños, lo dediquen a una actividad tan sana y saludable como es la de correr.

También puede pedir que recen por esos niños de los que sus queridos curas se aprovechan, o por esos pobres niños que mueren de hambre, o por esas familias que no tienen que llevarse a la boca… hay muchas cosas por las que rezar, como para pedirle a la gente que rece por las personas que salimos a correr. 

Y una vez terminada esta entrada, me voy a ir con mi mujer y con mi hijo a dar un paseo, y a tomarme un buen plato de jamón acompañado de una copita de vino de Ribera del Duero, el champán y la trufa blanca se la dejo a usted, para que con esos “manjares” disfrace su ridícula existencia.

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